ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 353

Con la aparición de la revista veintiuno. Cultura y tendencias, cuya portada correspondiente al número 1, octubre-noviembre 2004, ilustra nuestra postal del día de hoy, la Fundación Bigott, sumó a su ya tradicional Revista Bigott otra publicación cultural en este caso con intenciones claramente innovadoras.

Dirigida por el narrador, ensayista y crítico Antonio López Ortega (director a su vez de la mencionada Revista Bigott), editada por Edmundo Bracho, con la coordinación editorial de Miriam Ardizzone, la dirección de arte y diseño gráfico de Manuel González Ruíz y Alejandro Calzadilla y la edición de fotografía a cargo de Nelson Garrido, veintiuno nace prácticamente con el siglo (de allí su nombre) con altas ambiciones pero consciente también de que “en materia de revistas culturales, cualquier momento del pasado venezolano fue mejor -más próspero, más acucioso- que el momento en que vivimos”, como bien señalará López Ortega en el primer editorial. Y es que superar el legado forjado por “íconos institucionales como la Revista Shell, El Farol, Revista M, Revista Bigott; … hitos de hondo alcance educativo como Tricolor; … tribunas propiamente literarias como Sardio, Techo de la Ballena, CAL, Zona Franca, Falso Cuaderno, y tantas otras que marcaron promociones y apuestas estéticas” no constituía tarea fácil. Más aún si se tomaba en cuenta de que “el país contó con revistas especializadas en teatro, danza contemporánea, cine, televisión, música”, casi todas desaparecidas ya en 2004, que dejaron el listón muy en alto y una tradición difícil de rescatar.

1. Página del Editorial del nº 1 de veintiuno.

Sin embargo, como siempre suele ocurrir en estos casos y más allá de los diagnósticos sombríos que en el campo editorial se pudieran establecer, los editores de veintiuno apostaban al futuro, a los nuevos desafíos y a explorar nuevos esquemas de interpretación dentro de una Venezuela que mostraba una realidad compleja y muy politizada. Para ello buscó ser “expresión de los nuevos tiempos: reflejar el país que vivimos, reflejar su diversidad cultural, reflejar el debate de ideas, reflejar lo que nos trasciende como colectivo más allá de las coyunturas”. Y añade López Ortega en el Editorial: “Nuestro discurso cultural debe acompañarse de la crítica si quiere valorarse a sí mismo, pues nada hacemos con aplaudir ciegamente todo lo que se presenta en escena”.

Para alcanzar tan altas aspiraciones se apuntaría a lograr el mejor periodismo venezolano, se contaría con destacados investigadores y se recurriría a “los mejores escritores, columnistas y críticos, consciente de que en ellos está el mejor pensamiento del país”.

Así, “Veintiuno no será ajena a ningún signo o género de la cultura venezolana, sino que más bien arrojará una necesaria mirada cultural sobre otros campos del conocimiento; Veintiuno querrá ser vitrina de la cultura venezolana hacia el mundo pero también vaso comunicante a través del cual el mundo pueda acercarse a nuestras particularidades y limitaciones”, señalará López Ortega para terminar diciendo: “El templo del espíritu se construye en la diversidad de las ideas y la modernidad en democracia es inconcebible sin ejercicio crítico. Veintiuno quiere abonar todo terreno que contribuya a ese propósito”.

2. Índice y página de créditos del nº 1 de veintiuno.

Sin lugar a dudas, el nº1 de veintiuno y la totalidad de las 17 entregas bimensuales que estuvieron en nuestras manos entre 2004 y 2007, cumplieron a cabalidad con los objetivos fijados por sus creadores. Baste decir que en aquel primer ejemplar participaron, entre otros: Juan Villoro, Ana Teresa Torres, Edgardo Rodríguez Juliá, José Carvajal, Armando Coll, Fernando Yurman, Tulio Hernández, Elías Pino Iturrieta, Gisela Kozak Rovero, Hugo Prieto, Luis Laya, Omar Hernández, Marcelino Bisbal y Sebastián de la Nuez.

Su gran formato de 32,4 por 24,9 centímetros, la calidad de su papel e impresión a cargo de La Galaxia, y el innovador diseño gráfico que la caracterizó (siempre acompañado de un impecable trabajo fotográfico y un bien dosificado despliegue de color), sirvieron, junto al alto nivel de sus contenidos para formar una colección de alto valor estético. El costo de veintiuno al momento de salir a la luz era de Bs. 6.000 y al aparecer por última vez en junio-julio de 2007 su precio ya se había colocado en Bs. 8.000, signo claro de la inflación que el país ya empezaba a padecer. El primer número tuvo 88 páginas (cifra que pronto se redujo a 80 y se mantuvo así a través del tiempo) y contó, a pesar de ser una revista institucional, con una alta carga de publicidad donde destacaba la presencia de anuncios, entre otros, de bancos, vehículos, licores, sitios nocturnos, líneas aéreas y telefonía celular.

Las secciones que estructuraron la revista en su número 1, que sufrieron pocas modificaciones en el tiempo, fueron: Editorial, Opinión, Zona Franca, Reportaje, Dossier, Entrevista, Portafolio, Arte(s), Urbanismo, Crónica(s), Relato, Poesía, Libros, Discos, y Perfil.

3. Páginas interiores del nº1 de veintiuno.

Siempre contó veintiuno con un tema central que se anunciaba en la portada y era desarrollado por diferentes autores en el Dossier. El correspondiente a la primera entrega llevó por título “DEMASIADA IDOLATRÍA. El culto a la personalidad” y fue trabajado a través de diferentes ensayos realizados por Fernando Yurman (“EL OJO DEL ESPEJISMO. Personalidad y personalismo en una patria de paternidad atrofiada.”), Tulio Hernández (“POSESIÓN E INSTRUMENTALIDAD DEL HÉROE CRIOLLO. El mito bolivariano de Guzmán Blanco a Chávez Frías”), Elías Pino Iturrieta (LA ETERNA FESTIVIDAD DE SAN SIMÓN. Puesta en escena de los ‘hombres salvadores’ de las repúblicas”), y Gisela Kozac Rovero (“DE LAS MISSES A LAS ANTIMISSES. Recorrido por un culto fuera de la mujer venezolana”).

4. 6 de las 17 portadas de veintiuno.

En las otras 16 entregas los temas centrales, siempre expresados en un tono provocador, serían: A PURA PIEL. Discursos del cuerpo (nº2); ESTO NO ES UN LADRILLO. Hábitat y vivienda (nº3); LENGUA. Sistema y comunicación (nº4); SEXO. Del dicho al hecho (nº5); ¿CUÁL IZQUIERDA? (nº6); Y TU, ¿QUÉ PECADO ERES? Edición Aniversaria (nº7); EL GUSTO VENEZOLANO EN TIEMPOS DE CRISIS. Lo bello, lo malo y lo feo (nº8); TAN GRANDE COMO UNA MINORÍA (nº9); ALGO HUELE MAL EN VENEZUELA. Miradas sobre la corrupción (nº10); EN LA RECTA DEL ÉXITO (nº11); SOBRE EL HUMOR Y OTRAS COSAS IGUAL DE SERIAS (nº12); VIDA FUTURA. Visiones y versiones de lo que viene (nº13); ESTO NO ES BRUJERÍA. Los nuevos credos (nº14); LIBERTAD VS IGUALDAD (nº15); EL GRITO AL CIELO. Formas y razones del miedo en Venezuela (nº16); y CARACAS. Ciudad que no se ve (nº17).

Como se podrá notar, muchos de los títulos como, por ejemplo, el del nº9 son premonitorios. También cabría destacar que desde el nº10 comienza a parecer parte del Índice en la portada y que ya desde el primer número se nota un particular interés por abordar temas urbanos: allí la sección titulada “Urbanismo” le permitió a Omar Hernández escribir el artículo “Dilemas de carrito” donde expone: “Sobre políticas deficientes resumidas en el maltrato al usuario, el transporte público de la metrópolis viene haciendo un recorrido harto excluyente. Frente al diario deterioro del servicio, ¿cómo queda parado el ciudadano de a pie?, ¿acaso se dilucidan soluciones desde el parabrisas?”.

5. Cuatro números de veintiuno en los que se hacen presentes temas de arquitectura y ciudad.

El interés por lo urbano y su construcción será la excusa para centrar la atención de los números 3 y 17. La sección de “Fotografía” del nº12 estará protagonizada por Ramón Paolini, Marco Negrón será uno de los nueve entrevistados del nº13 con relación al tema de la ciudad, y Hannia Gómez será la protagonista de la sección “Entrevista” del nº17, CARACAS. Ciudad que no se ve, acompañada de Luis Brito, Jean Herrera, Andrés Manner, Nicola Rocco, Antolín Sánchez quienes coparon la sección “Fotografía”.

Veintiuno. Cultura y tendencias de la Fundación Bigott fue galardonada en la III edición del Premio Nacional del libro de Venezuela 2005 como “Mejor revista cultural que reseñe obras de autores venezolanos”, reglón dedicado a toda “Revista editada por institución, colectivo cultural o particulares, enfocada en el ámbito cultural y que difunda y promueva la lectura de escritores nacionales”. Dicho premio lo compartió con la Revista Plátano Verde editada por A&B.

En resumen, se trató veintiuno de otra interesante experiencia que desarrolló una intensa actividad y puso en práctica la “vigilancia crítica por encima de la pereza y los fáciles preceptos (y la) valoración crítica por encima del gesto intrascendente”. Tuvo, si se quiere, corta vida, corroborando los sombríos presagios que fueron asomados por sus editores desde un comienzo en cuanto al acontecer nacional que la terminó arropando como a otros tantos emprendimientos similares. Sin embargo, marcó una tendencia y se convirtió en referencia de un nuevo periodismo mostrando otra manera de enfocar el tema cultural. A pesar de su breve existencia ofrece un valioso aporte al legado hemerográfico venezolano.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 1, 2 y 3. Revista veintiuno, Fundación Bigott, nº1, octubre-noviembre 2004

4 y 5. https://www.mago-atelier.com/Magazines-Revistas

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s