
Archivos Mensuales: octubre 2021
Postal nº 283

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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Escenas de la América desértica
Reyner Banham
Puente Editores
2021
Nota de los editores
“El desierto me tiene esclavizado y me alegra decir que todavía me asombra descubrir que es así”, escribe Reyner Banham en este libro, uno de los últimos que escribió en vida, no en su papel habitual de historiador de la arquitectura, sino como “fanático del desierto”, un visitante intrigado y desconcertado por las áridas tierras del suroeste de Estados Unidos.
Banham disfruta del paisaje, de las llanuras alcalinas del Valle de la Muerte, de los colores de los paisajes bajo un sol de justicia y con neblinas luminosas, de las mesas y los escasos oasis, y de conducir por las llanuras entre los arbustos de creosota. Le intrigan las obras hechas por el ser humano: los antiguos asentamientos pueblo y los observatorios de última generación, las obras del ferrocarril y las carreteras antiguas y modernas, las fantasías de Las Vegas y las misiones españolas, junto con la obra de arquitectos como Frank Lloyd Wright y Paolo Soleri. Pero todo ello con un desconcierto ante sus propias respuestas, ante el insólito descubrimiento de que el desierto es bello de una manera que ningún otro paisaje lo había sido para él, un descubrimiento lo suficientemente perturbador como para que busque las posibles raíces de sus respuestas en obras de autores como Gaston Bachelard, Joan Didion y Ray Bradbury, y de historiadores y exploradores como el esteta estadounidense John van Vyke, autor del clásico libro ‘The Desert’, y el arabista inglés Charles M. Doughty, autor de ‘Travels in Arabia Deserta’.
ACA
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 283

Empresas Graveuca (Granitera Venezia Unida C.A.), fundada el 22 de octubre de 1967 por tres inmigrantes italianos de la misma familia que vieron en Venezuela, como muchos otros, el lugar idóneo para echar raíces y progresar, es una de las compañías ligadas a la industria de la construcción con la cual, tarde o temprano, todo profesional de ese ramo llega a toparse.
Dedicada inicialmente al vaciado, pulitura y emplomado de granito para pisos, poco a poco, impulsada por los cambios en la economía, el aumento de la población y el auge que tuvo la industria de la construcción, Graveuca decide en la década de los 70 ampliar su campo de trabajo hacia la fabricación de elementos de concreto, que tímidamente había comenzado con la elaboración de bateas y escaleras en una pequeña barraca ubicada en el sector El Llanito de Caracas, para lo cual adquiere los terrenos aledaños, aumenta la dimensión del local y compra el equipo que se lo permitiría hacer.
En cuanto a su evolución en el tiempo, la página www.graveuca.com recoge cómo es la década de los ochenta la que “trae un refrescamiento y una extraordinaria complementariedad al Factor Humano” siendo el momento en que dos generaciones se suman: la de los fundadores basada en el conocimiento empírico y la de los herederos con estudios profesionales, aportando cada una desde su área específica los necesarios conocimientos que enriquecen y fortalecen la empresa, mejorándola desde el punto de vista organizativo y productivo sumándose virtudes como el sentido de pertenencia y el compromiso.
“Con la llegada de cada miembro los fundadores empiezan a delegar en ellos funciones establecidas sobre las bases de los valores de la conciencia, honestidad y progreso. Y así que con la fortaleza de la experiencia y el ímpetu progresista de los fundadores y los nuevos miembros familiares, la potenciada Junta Directiva decide expandir el alcance en el mercado y abriendo sucursales; una en el centro del país (Maracay) y la otra en el oriente del país (Barcelona)”.
La década de los noventa marca la consolidación definitiva de la empresa gracias a la aceptación y apoyo recibido en el mercado nacional y, formando parte del auge económico y desarrollo industrial del país, lograría ya para ese momento elaborar más de 2.500 productos prefabricados de concreto.


Pionera en la elaboración en serie de piezas acabadas en Venezuela, Graveuca apostó a ofrecerle a todo el que decidía construir un sin fin de posibilidades que son recogidas en su catálogo, conformado en su mayoría por elementos acompañantes o decorativos diseñados con un estilo muy particular. La larga lista abarca, por un lado, acabados en spaccato y topes en granitos importados y, por el otro, en cuanto a productos prefabricados la mayoría en concreto natural pero también en grava lavada y yeso: balaustras, bancos y mesas, bases para mesa, basureros, bateas, brocales, cercas laterales, cercas ornamentales, chimeneas, columnas, cornisas, coronas para piscina, decoraciones, defensas de concreto, elementos verticales, escaleras, extensiones del bajante, floreros, fregaderos, jardineras para piso, jardineras de ventana, lajas de jardín, lajas de pared, lavamanos, lavamopas, machones, marcos para puerta, marcos para ventana, parrilleras, pasamanos, peanas, pedestales, pináculos, productos varios, quiebrasoles, rectángulos de ducha, rodapiés, rosetas, terminales de techo y trompos para carro.
Es en la revisión de muchos de los términos utilizados (por ejemplo, se ofrecen hasta 67 tipos de balaustra) y la manera como son fabricados, donde aflora el peso que para la empresa tuvo el origen italiano de sus fundadores ya que, salvo honrosas excepciones, uno se encuentra con piezas que evocan, llenas de un eclecticismo si se quiere ingenuo, un pasado lleno de nostalgia por lo “clásico” y de objetos que reproducen a diversas escala modelos “greco-romanos”.
El músculo de la compañía le permitió inundar durante los años 70, 80 y 90 del siglo pasado el mercado con sus productos y poco a poco empezaron a aparecer edificios y viviendas en los que se utilizó a Graveuca como principal proveedor a la hora de resolver los acabados finales y el equipamiento de las áreas exteriores, produciéndose un fenómeno que encontró a la posmodernidad como su mejor aliado, yendo a contracorriente de la racionalidad que tradicionalmente imperaba en las escuelas de arquitectura donde todo lo que ofrecía la firma era considerado de mal gusto.
Pasearse por el catálogo de productos Graveuca permite también confrontar cómo lo funcional logra tener cabida, tanto a través de piezas recargadas y pesadas como de otras que se despojan del exceso que aquellas poseen. También permite ver una atinada política de producción que apunta a un target específico y a ofrecer soluciones inmediatas a problemas constructivos de cierta complejidad como lo es el caso de las escaleras en caracol.

La presencia de Graveuca dentro de la industria de la construcción venezolana permite encontrar un nicho donde la prefabricación se hizo presente a una determinada escala y apuntando a determinados fines, partiendo del hecho de que los elementos más básicos como el ladrillo y el bloque también la representan. En tal sentido, más allá del uso de los elementos Graveuca para satisfacer necesidades más inmediatas o la urgencia por dar fin a una obra en construcción, también sería digna de análisis la manera selectiva con la que muchos arquitectos echaron mano de lo ofrecido en el catálogo para resolver problemas de diseño.
“En la reciente década la historia de Venezuela ha mutado en el acontecer socio-político-económico y generado cambios en diversas dimensiones de su realidad inherente y propia a su proceso de transformación envolviendo en estos el ámbito empresarial y dentro de éste a Graveuca. Consecuentemente, Graveuca se vio en la necesidad de realizar cambios y adecuaciones en toda su estructura, amoldándose a nuevos requerimientos, necesidades y paradigmas actuales. (…) Un resultado inminente fue tomar la decisión de abrir la empresa a la nueva dinámica gestada en el mercado nacional a través de la fabricación de topes de mármol y granito natural y la comercialización, distribución y venta de nuevas líneas de productos que son importadas de distintos países del mundo, como son los acabados (porcelanatos, piedra naturales de granito y mármol, pizarras, accesorios para baños y otros)”.
Dicho todo lo anterior es curioso ver como la empresa se presenta a la hora de colocar un anuncio en una revista de arquitectura como el que ilustra nuestra postal del día de hoy. Allí se le da importancia a la selección para resolver las áreas exteriores del Teatro Teresa Carreño de uno de los modelos de “lajas de jardín” cuya geometría va muy a tono con la del edificio. También se hace hincapié en la propaganda de otro producto que ha tenido gran aceptación como lo son los topes de granito utilizados en cocinas y otras superficies de uso intensivo.
Hoy, con más de 50 años, Graveuca mantiene el liderazgo en la fabricación y venta de productos prefabricados de concreto y sigue ofreciendo buena parte de su catálogo de productos. También continúa siendo una empresa familiar cuya evolución incluye la capacidad de adaptarse a las circunstancias críticas que atraviesa la industria de la construcción y mantiene, pese a la merma a la que ha conducido la actual situación país, alto su espíritu por seguir trabajando en Venezuela.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. Revista entre rayas, nº 100, 2013
Todas las demás. www.graveuca.com
NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ
Miradas sobre la ciudad
Manuel de Solà-Morales
Editorial Acantilado
2021.
Nota de los editores
Los textos reunidos en la presente obra, escritos entre 1969 y 2011, ofrecen una visión de conjunto de la trayectoria intelectual de Manuel de Solà-Morales. El reputado arquitecto y urbanista cultivó una fértil obra ensayística en la que propuso nuevas aproximaciones a cuestiones aparentemente superadas, a menudo incluso acríticamente despreciadas, discriminando los distintos usos, concepciones, materiales, sistemas y valores que conforman la ciudad. En sus diversos artículos, contribuciones a volúmenes antológicos, prólogos, conferencias, notas y otros textos de diversa índole, Solà-Morales forjó una interpretación del fenómeno urbano abierta y fragmentaria, sensible a los tiempos y usos del espacio, y atenta a la diversidad de actores que intervienen en su desarrollo; un legado extraordinario que Acantilado se complace en acercar a los lectores gracias a esta amplia selección al cuidado de Oriol Clos.
Aproximación crítica
Ciudad teórica
José María Ezquiaga
Miradas sobre la ciudad no es un texto sencillo: este libro sobre urbanismo no nos conduce con su seductora erudición y su lúcida argumentación hacia un refugio conclusivo, como los aclamados textos de Jonathan Rose o Edward Glaeser. A veces recuerda más a la inspirada incertidumbre del último Richard Sennett o a las evocaciones poéticas de Stefan Hertmans.
Manuel de Solà-Morales hizo en los últimos años un esfuerzo notable por ordenar su pensamiento en torno a sus grandes temas de reflexión: Cerdá y los ensanches, la didáctica del urbanismo o el sentido del proyecto ante la complejidad irreductible de las ‘cosas urbanas’. Pero en cierta medida, fueron sus afinidades contemporáneas las que ordenaron y vertebraron sus textos. Oriol Clos acomete la difícil tarea crítica de ayudarnos a recorrer las modulaciones de un discurso que ha tenido como constante una dosificada voluntad de cuestionar las confortables certezas que una satisfecha práctica profesional tiende a concederse periódicamente. No es fácil reconstruir un pensamiento que encuentra su medio ideal de transmisión en el aula, en torno a la mesa común de trabajo o en el debate crítico, pero Clos consigue su objetivo con serenidad y rigor.
La ciudad era para Solà-Morales algo inaprehensible, pero no incomprensible; de ahí el enorme valor que le concede a la teoría. Por ello debemos agradecer a Clos la recuperación de algunos eslabones perdidos que quizá una revisión más simplificada se hubiera permitido olvidar, como algunos textos de los años setenta sobre planeamiento o sus polémicos artículos periodísticos, haríamos bien en leer y releer desde el debate de hoy.
Tanto para quienes conocieron y disfrutaron del magisterio de Solà-Morales como para quienes se asoman por primera vez a su pensamiento, las páginas de este libro, como prologa Rafael Moneo, «nos permiten escuchar de nuevo su palabra, haciéndonoslo sentir vivo»… desde una radical contemporaneidad.
ACA
VISITAS MEMORABLES

Gio Ponti (1891-1979)
La estrecha relación de Giovanni (Gio) Ponti con nuestro país se fragua desde el momento en que una pareja adinerada de venezolanos, que ya lo seguía de cerca desde los años 40 del siglo XX a través de lo que se publicaba en la revista Domus, lo contacta en 1953 para que les diseñe su casa. Esa pareja no era otra que la conformada por Armando Planchart Franklin y Ana Luisa (Anala) Braun Kerdel y el producto de lo que será una duradera y sólida amistad forjada en torno al encargo solicitado será la conocidísima Villa Planchart también denominada quinta “El Cerrito”.
Ponti, uno de los más importantes arquitectos, diseñadores industriales, artistas y publicistas italianos del siglo XX, “reencarnación del ecléctico hombre renacentista” para algunos, nace en la ciudad de Milán el 18 de noviembre de 1891. Con el apoyo de Wikipedia sabemos que se graduó de arquitecto en el Regio Istituto Tecnico Superiore di Milano (actual Politécnico de Milán) y en 1921 abrió un estudio con Mino Fiocchi y Emilio Lancia. Debutó como proyectista en 1923 participando en la Bienal de Artes Decorativas de Monza. En 1928, funda la revista Domus, una publicación mensual sobre “arquitectura y mobiliario del hogar moderno en la ciudad y en el campo”, que se convertiría en un referente internacional sobre los tópicos que trataba, la cual Ponti dirigirá hasta su muerte. “Desde 1936 a 1961 fue profesor en la facultad de arquitectura del Politécnico de Milán y en 1941 funda la revista Estilo, publicada hasta 1947. En 1951 se asoció con Alberto Rosselli y el ingeniero Antonio Fornaroli, con quienes formó el estudio Ponti Fornaroli Rosselli (PFR), activo hasta 1976”.

Dentro de la obra de Ponti destaca la Torre Pirelli (1956-1961) ubicada en Milán donde también ya había proyectado, con Emilio Lancia, la Torre Rasini (1935), el Barrio Harar (1950) y casi en simultáneo con la Torre Pirelli el edificio RAS (1956-1960). Pero si algo sobresale dentro de la trayectoria de Ponti es su incursión en tierras venezolanas y muy especialmente la Villa Planchart (1953-1957) considerada su obra maestra. Luego realizará el Denver Art Museum (1970-1971) de Denver, Colorado, EE.UU. En el campo del diseño cabe señalar la silla «Superleggera» de 1955 o la “Distex” (1957) y el mobiliario para los transatlánticos «Giulio Cesare» y «Andrea Doria».
Fijando la mirada en los inicios de la relación de Ponti con Venezuela, una vez adquirido el magnífico terreno ubicado en Colinas de San Román, se sabe que el primer contacto epistolar entre los Planchart y el arquitecto ocurrió en 1953 cuando, conocedores de lo publicado en la revista Domus estando de visita en Milán logran, gracias a la intermediación del cónsul venezolano en la ciudad Ricardo Maldonado, que Ponti los recibiese en su estudio. Con cierto escepticismo inicial por parte del arquitecto (de 62 años, interesado más en construir que proyectar, desilusionado por su primer intento fallido para ejecutar una obra en Latinoamérica y con mucho trabajo por aquel entonces), la reunión se desarrolla produciéndose paulatinamente una gran sintonía traducida en entendimiento mutuo, quedando del intercambio las ideas principales que los clientes deseaban para su casa y su convicción de que habían dado con el profesional indicado.

Luego, el miércoles 17 de junio se concertará otra cita de la que da fe la carta publicada en la página web de la Fundación Anala y Armando Planchart (https://www.villaplanchart.net/la-casa/historia/), fechada el 12 de junio de 1953, redactada en la papelería del Palace Hotel de Milán con el encabezado “Sr. Prof. Gio Ponti”, donde Armando Planchart expone lo siguiente: “Adjúntole mi cheque n 83… de acuerdo con lo convenido. Esperamos que para el próximo miércoles nos tenga preparado algo precioso. Gracias”. Y tan fue así que el entusiasmo contagioso de los Planchart logró que Ponti ya para el mes julio les haría un primer envío de planos “sorprendentemente acucioso y muy cercano a la villa definitiva”, y otro el 7 de agosto cuando el matrimonio se encontraba en París de regreso de una gira por el norte de Europa, tal y como relata Hannia Gómez en El Cerrito. La obra maestra de Gio Pont en Caracas libro publicado en 2009.
Será, por tanto, la realización de Villa Planchart “por correspondencia” iniciada el 21 de agosto de 1953, lo que originará el primer desplazamiento de Ponti a Caracas el 22 de enero de 1954 desde Nueva York, aprovechando la apertura de una exposición itinerante sobre su obra organizada por el Institute of Contemporary Art de Boston donde los planos del anteproyecto caraqueño y una maqueta serían expuestos.
Hospedado en el Hotel Tamanaco (muy cerca del terreno de El Cerrito) y siendo los Planchart sus anfitriones, Ponti es introducido por ellos dentro de los círculos sociales caraqueños. También el 2 de febrero de 1954 Gio Ponti dictará una conferencia sobre arquitectura con proyección de fotografías que se llevaría a cabo en la Casa de Italia (La Candelaria).
“La primera visita de Ponti a Caracas dará para todo. Pedro Pablo Azpúrua, Ingeniero Municipal del Distrito Federal, lleva al arquitecto milanés a visitar la Ciudad Universitaria y el Concejo Municipal. Ponti va estableciendo contacto con los arquitectos más importantes de Caracas: Carlos Raúl Villanueva, Leopoldo Martínez Olavarría, Gustavo Ferrero Tamayo, Diego Carbonell y hace el periplo fantástico de las principales arquitecturas de la época. (…) El fin de semana antes de su partida, los Planchart llevan a su arquitecto a descansar a su casa de la playa. Allí planifican para él la visita a los alrededores” siendo lo que “más le maravillará la ‘conmovedora, inolvidable visita a la casa del gran Reverón’”.


Este primer viaje de Ponti finalizará el 3 de febrero teniendo una duración de doce días. Es así como logrará abrir un importante abanico de relaciones que lo llevarán a proyectar también la Villa Arreaza o Quinta “Diamantina” (1955-demolida en 1994), localizada en el Caracas Country Club, que curiosamente se terminó de construir antes que “El Cerrito”. También llegó a realizar el primer anteproyecto de la Villa González-Gorrondona (1956), Parque Nacional El Ávila, que luego le sería encargada a Richard Neutra, y otro para un edificio de oficinas (1954) en la esquina de Mercaderes. Posteriores a “El Cerrito” serán la transformación de la antigua Villa Mata Guzmán-Blanco (1958), Lomas del Mirador y la remodelación de la Quinta “La Barraca” (1958), Los Chorros.
El impacto que produce en Ponti su visita a Caracas lo hace incorporar algunas modificaciones al anteproyecto de Villa Planchart hasta entonces muy desarrollado. Las obras se inician definitivamente en julio de 1954 abriéndose otro capítulo de intenso carteo con que se orienta la toma de decisiones para la construcción, complementario a los planos enviados con anterioridad. El arquitecto volverá al país a mediados de noviembre de 1955 en pleno proceso constructivo y permanecerá doce día hospedado en este caso en el Hotel Ávila.
Un tercer viaje de Ponti se registra, siempre según Hannia Gómez, el 20 de febrero 1956 cuando Blanca de Arreaza requiere su presencia en Caracas y corre con los gastos de transporte, ocasión en la que vendrá acompañado de su hija Tita hospedándose ambos en el Tamanaco por doce días. En estos momentos la construcción de Villa Planchart se encontraba detenida.


Ponti llega por cuarta vez a Caracas el 28 de noviembre de 1957 en momentos que los Planchart ya se están mudando a su nueva casa y preparando su inauguración para el día 8 de diciembre, coincidiendo con la celebración de su aniversario de bodas para lo cual se organizó una fiesta en la que participó buena parte de la alta sociedad caraqueña, más pendiente de los acontecimientos políticos que de la estupenda arquitectura que estaban conociendo. Durante la semana que pasará en Venezuela junto a su esposa Giulia, Ponti hará todo lo necesario para finiquitar la obra. Luego ambos irán a los Estados Unidos de donde regresarán cerca del 18 de diciembre en momentos en que la situación política del país era sumamente delicada y ya había sido detenido el concuñado de los Planchart, Arturo Uslar Pietri, luego del bochornoso fraude que el régimen perpetrara en el plesbicito convocado el 15 de diciembre. Se acercaba la hora en que la dictadura de Perez Jiménez llegaría a su fin el 23 de enero de 1958, momento en que los Ponti se encontraban aún en Caracas logrando ser testigos desde «El Cerrito» del despegue de «La Vaca Sagrada» que partía de La Carlota.


Luego de la apertura oficial de Villa Planchart en diciembre de 1957, Gio Ponti regresó a Caracas otras dos veces. La primera de ellas en junio de 1967 acompañado de su esposa luego de realizar un viaje a Australia. “Un mes después, cuando un gran terremoto asola a la ciudad de Caracas y milagrosamente no daña la Villa Planchart, todos lo celebran”, comentará Hannia Gómez. “En este nuevo viaje los Ponti van a visitar la Isla de Margarita, y los pueblos de El Hatillo y de la Colonia Tovar ambos en la región caraqueña”.
Gio Ponti volverá por última vez al país en 1972 con 80 años recién cumplidos y pocos meses después de que en enero su esposa Giulia sufriera un accidente cerebro vascular quien, sin embargo, lo acompaña. Se le había presentado la oportunidad de diseñar el Centro Industrial del Mueble Avelca perteneciente a la familia Avellán quienes ya en 1970 se habían puesto en contacto con él. Los Planchart los hospedan en su casa.
Ponti fallece el 16 de diciembre de 1979 a los 88 años de edad. Ya en 1975 lo había dejado Giulia y el año anterior (1978) su gran amigo Armando Planchart.
ACA
Procedencia de las imágenes
Encabezado, 3, 4 y 6 izquierda. Hannia Gómez. El Cerrito. La obra maestra de Gio Ponti en Caracas, 2009.
- https://www.enmilan.net/rascacielos-pirelli/ y https://www.miliashop.com/es/silla/826-699-cassina-silla.html
2, 5 derecha, 6 derecha y 7. https://www.villaplanchart.net
5 izquierda. https://www.revistaad.es/diseno/iconos/articulos/icono-ad-el-italiano-gio-ponti/21584