ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 216

El Centro Comercial Mata de Coco, cuya imagen muy cercana al momento de su inauguración en 1959 ocupa nuestra postal del día de hoy, dada su ubicación en un sector denominado San Marino, fronterizo entre Chacao, Campo Alegre y el Country Club, entre la avenida Blandín y la San Marino, colindante por el norte con lo que eran los campos deportivos del Colegio San Ignacio de Loyola (donde posteriormente se desarrolló en Centro San Ignacio), constituye una de las primeras muestras de lo que un arquitecto, de común acuerdo con las autoridades municipales, puede lograr desde la perspectiva de visualizar a futuro un sector en plena transformación a través de una propuesta de diseño urbano. Esta actitud consistente en ver la ciudad como oportunidad permanente de ser renovada, es un sello que distinguirá siempre la manera como Tomás José Sanabria (1922-2008) entendía la relación edificio-contexto, presente a lo largo de toda su carrera profesional que tiene en el proyecto de este centro comercial una primera oportunidad de mostrarse.

1. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Arriba. Izquierda: Plano de ubicación. Derecha: Esquema de la planta de acceso. Abajo. Izquierda: Perspectiva del conjunto. Derecha: Boceto de la volumetría inicial

El problema consistía inicialmente en diseñar diez casas en diez lotes separados a solicitud de Enrique Siblesz y Juan Bernardo Arismendi propietarios de los terrenos. Sanabria narra de acuerdo a lo recogido en la ficha P-261 del portal Tomás José Sanabria. Arquitecto (https://tomasjosesanabria.com/) cómo “una vez que tuve la información hice visitas al sitio y luego de analizar el lugar, llamé al Ing. Siblesz para hacerle la siguiente proposición. En lugar de construir las viviendas proponía crear un ‘hito urbano’ que representaría un cambio, una mejora ambiental en una zona donde me preocupaba seguir haciendo lo mismo, que a la larga representaría un deterioro. Hablé con Siblesz quien recibió la proposición con agrado, luego me dijo que lo había considerado con su socio (Arismendi) quien también lo tomó con agrado. (…) Lo elevé a consulta a la autoridad Municipal quien también lo aprobó. (…) Con este gran estímulo comencé a trabajar en el proyecto, cada día me sentía mas contento con la idea, proponía en el notable terreno, una sala de cine, un centro comercial, una pequeña torre de oficinas integrada a una cafetería con vista al Ávila. El pequeño conjunto quedaba rodeado por estacionamientos y amplios espacios donde el peatón podría caminar libremente, creando un oasis en el espacio habitado por viviendas.”

2. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Perspectiva aérea del conjunto

Así, la propuesta quedó conformada por tres cuerpos: el centro comercial propiamente dicho al norte, la sala de cine al sur y la torre de oficinas como elemento articulador de ambos con sus fachadas largas orientadas norte-sur. En total, inicialmente, se trabajó con un porcentaje de ubicación del 21% (quedando un 79% para el tratamiento de las áreas exteriores y estacionamientos) y un 74% de área de construcción del cual un 28% (13.540 m2) correspondía a la torre.

La solución permite vincular peatonalmente la avenida Blandin (al norte) con la San Marino (al sur) siendo servidas ambas por sendos estacionamientos. Muy bien adaptada a la topografía, su composición sigue el esquema de prisma vertical alargado elevado sobre pilotis y cuerpo bajo horizontal generándose un espacio de transición entre la volumetría del cuerpo bajo y la torre que da como resultado una amplia terraza en el techo del centro comercial con vistas al Ávila. Para la resolución del prisma vertical Sanabria recurre a un lenguaje típicamente corbusiano protegiendo las fachadas norte y sur con un sistema de parasoles que recuerda el tratamiento dado a los edificios diseñados por Sanabria para la Electricidad de Caracas a comienzos de los años cincuenta. A diferencia de aquellos, los brise-soleils de Mata de Coco fueron realizados en asbesto por “asuntos de economía” como señala irónicamente el arquitecto.

3. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Izquierda: Planta nivel acceso y comercios. Derecha: Vista exterior desde el estacionamiento de la planta baja comercial y parte de la torre de oficinas
4. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Izquierda: Fachada oeste. Derecha: Corte longitudinal en sentido norte-sur
5. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Izquierda: Vista aérea del conjunto. Derecha: Vista interior del auditorio
6. Tomás José Sanabria. Centro Comercial Mata de Coco. Vista aérea del conjunto.

La planta baja comercial, caracterizada por el uso del concreto obra limpia en los acabados exteriores de los volúmenes, se comporta espacialmente como un sistema de calles y patios entrelazados rememorando una pequeña ciudad. El cuerpo del cine, recubierto de ladrillo trabajado al detalle que deja a la vista el esqueleto estructural en concreto, está acompañado de una plaza al este que le sirve de desahogo formando parte importante del recorrido externo que se desarrolla a lo largo del eje norte-sur del terreno, lo que refuerza la vocación urbana del conjunto. Bajo la plaza se ubica un espacio comercial en el que la zona de depósito ocupa su mayor porcentaje. Como dato curioso vale la pena señalar que cuando Sanabria escoge el mismo acabado del cine para las fachadas este y oeste de la torre de oficinas su costo tuvo que ponerlo de su bolsillo, “reduciendo los ‘honorarios’ que recibí, pues los propietarios se negaron a hacer ese gasto que representaba un aumento no previsto. Sacrificio que hice por sentir que la propuesta que hice demandaba una imagen que perdurara en el tiempo”.

El edificio de oficinas de ocho niveles ofrece la posibilidad de contar con visuales amplias sobre la ciudad. En él se ubicaron durante los primeros años una serie de despachos de arquitectura que empezaron a hacer contrapeso al predominio que hasta entonces había tenido el Centro Profesional del Este como lugar de referencia. En Mata de Coco, quizás por ser su suegro Juan Bernardo Arismendi uno de los propietarios del conjunto, Carlos Raúl Villanueva ocupó un espacio en el pent-house que se recuerda como la única ocasión en la que ejerció la profesión de forma liberal una vez terminada la experiencia de la Ciudad Universitaria de Caracas. Así mismo, el propio Tomás Sanabria ubicó allí por un tiempo su lugar de trabajo. En el pent-house (ala este) se instalaron Gustavo Legórburu, Américo Faillace, Nelson Douaihi, José Antonio Pechio y Elías Toro. Enrique Gómez y Carlos Sosa ocuparon primero otro sector del ala este del pent-house y más adelante una oficina en el piso 6.

El Centro Comercial Mata de Coco se convirtió desde su apertura en lugar de escape para los estudiantes del Colegio San Ignacio. Allí, además, se instaló la célebre librería LEA donde se podían adquirir los útiles y textos escolares que se exigían en el centro educativo. El teatro Caribe formaba junto con la fuente de soda-restaurant ubicada en la terraza superior del ala comercial y el automercado CADA que ocupaba el volumen más al norte, lugares de referencia. Debe reconocerse, sin embargo, desde muy temprano, un descontrol en la utilización de los elementos publicitarios que identificaban los locales lo que empezó a transmitir cierta anarquía contrastante a todas luces con la sobriedad y correcta planificación que lo caracterizaba.

7. Vistas recientes del Centro Comercial Mata de Coco. Arriba derecha: Vista aérea del conjunto con la presencia de la sede del SENIAT. En las otras dos se observan los efectos de las intervenciones realizadas a comienzos de los años 80

Al transcurrir del tiempo Mata de Coco fue sufriendo el impacto de la presión que ejercía el valor comercial del terreno que ocupaba en virtud de su localización. En tal sentido, primero fue objeto de una desproporcionada intervención a cargo de la oficina Volante-Monaldi y Asociados C.A. que a comienzos de los años 80 del siglo XX buscó remozarlo abusándose del uso de cubiertas basadas en estructuras tridimensionales. Es el momento en el que el teatro Caribe deja de ser cine para  convertirse en sala para presentaciones musicales y teatrales además de grabaciones. Sanabria resiente este trabajo cuando expresa: “Lo mas triste del caso es que un arquitecto (hijo de un muy apreciado colega) intervino el edificio de manera arbitraria y grotesca, acción que trajo como consecuencia que propietarios de lotes vecinos hicieran lo propio hasta llegar al caos que hoy podemos observar en este sufrido caso!”.

La estocada mortal que se le da a la integridad del conjunto surge a finales de siglo cuando en la parte norte del terreno “sin consulta ni opinión” se levanta la sede del SENIAT rompiendo por completo la concepción inicial que dio origen a la propuesta. Ya para entonces se construía en los terrenos vendidos por el Loyola correspondientes a sus campos deportivos el Centro Comercial San Ignacio (1998), lo que terminó de afectar las visuales hacia Ávila. Sobre estos dos hechos Sanabria, indignado, opina lo siguiente: “Esto (de contar con visuales libres) se mantuvo durante unos años hasta que ocurrió el gran crimen urbano, el apetito por el lucro que combinado con una nefasta asesoría al nivel de las autoridades del Colegio San Ignacio, negociaron las invalorables áreas verdes para comenzar con el brutal ‘desarrollo’ urbano que hoy en día hemos visto como ha nacido para continuar en su ‘nefasto deterioro ambiental’ «.

Sumido dentro de esta condición degradante el Centro Comercial Mata de Coco hoy pervive agredido mostrando sólo hacia el sur parte del esplendor que lo caracterizó a lo largo de más de cuatro décadas.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 3 derecha y 6. Colección Crono Arquitectura Venezuela

1, 2, 3 izquierda, 4 y 5. Catálogo de la exposición Tomás José Sanabria Arquitecto. Aproximación a su obra. Galería de Arte Nacional, 1995

7. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

2 comentarios en “ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 216”

  1. Por vivir desde 1954 en una casa que hoy forma parte del terreno donde queda la pastelería Danubio, iba al Colegio San Ignacio (CSI) atravesando el terreno donde construyeron el Mata de Coco, nombre de un pequeño asentamiento de campesinos de las haciendas vecinas. Disfruté del cine Caribe, la librería Lea, la barbería de italianos, la fuente de soda /restaurant, utilicé la agencia del Venezolano de Crédito y la farmacia, pero recuerdo en especial el inicio de una prolongada amistad con Gustavo, Enrique y Américo y las espaciosas oficinas con varias grandes y altas mesas blancas donde trabajaban dibujantes.
    Fui testigo del deterioro progresivo de ese magnífico centro comercial donde destacaba, entre otros, el automercado Cada y la facilidad de varios estacionamientos, no había congestión alguna, sino aire, luz y el Ávila.
    Un comentario sin fuente sólida y una historia a medio conocer.
    Cuenta una leyenda que el urbanismo municipal tenía planificada una calle que venía de El Pedregal, separaba el Country del CSI, cortaba en dos el terreno donde construyeron el Mata de Coco, continuaba por la Av. Guaicaipuro y terminaba en la Miranda, donde quedaba la Panadería Pepín. La aprobación de construir un edificio en ese terreno fue motivo, durante la dictadura, de discusión en el Concejo Municipal de Petare por cuanto el arquitecto municipal defendió la construcción de la calle.
    La historia de la pérdida de los terrenos sur del CSI es compleja y difícil de conocer en detalle. La Compañía de Jesús tenía deudas por diversas y cuestionables inversiones, entre ellas la Comunidad Los Castores. Al año de pedir un préstamo fueron a pagar la hipoteca de una parte del terreno del CSI de diez millones de bolívares y les informaron que había opción de compra. Justo ese año hubo un incremento marcado en los precios de terrenos en la zona, los acreedores pagaron la suma y se perdió todo el gran terreno sur del CSI donde construyeron el Centro San Ignacio (CSI, sic) y un terreno pequeño al oeste que fue durante años, un depósito de vehículos de la Dirección de Tránsito Terrestre.
    La modificación de la zonificación de educativa a comercial del terreno hipotecado, ahora en democracia, fue motivo de una asamblea tormentosa donde asistió la Presidente del Consejo Municipal de Petare.
    A lo mejor todo esto ocurrió para bien, quizás hoy, en esos terrenos de un colegio privado con demasiadas canchas de fútbol, habría altos edificios de ladrillos con pequeñas ventanas verticales, como en Minsk para resguardarse del frío.
    Disculpen el tono autobiográfico.

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