LECTURAS VACACIONALES

Blanco y negro. Sombras de Le Corbusier

Luis Fernández-Galiano

13 de agosto 2019

Tomado de arquitecturaviva.com

Le Corbusier continúa transitando de las luces a las sombras. En 2015, el cincuentenario de su muerte coincidió con la publicación de tres libros redactados por François Chaslin, Xavier de Jarcy y Marc Perelman que examinaban sus vínculos con el régimen de Vichy (véase la reseña, bajo el título ‘Las grietas del mito’ en Arquitectura Viva 176), dando lugar a un formidable escándalo. Cuatro años después, una petición promovida por Jarcy y Perelman reclama en Le Monde que el Estado francés deje de homenajear su figura, suspendiendo la subvención a la fundación parisina que conserva su legado, cancelando el proyecto de museo en Poissy y retirando su estatua en esa localidad, asociada al arquitecto por haber levantado allí Les Heures Claires, la canónica Villa Savoye. Pocos meses antes, en los últimos compases de 2018, se había publicado un demoledor volumen, coordinado por los mismos Jarcy y Perelman, que a través de ocho autores de cinco países mostraba el perfil más oscuro del maestro de La Chaux-de-Fonds; y había aparecido también un luminoso libro de Chaslin —uno de esos autores, pero que rehusaría firmar la petición de damnatio memoriae— donde el arquitecto y crítico utilizaba su reconstrucción minuciosa del affaire Le Corbusier para reflexionar lúcidamente sobre el mundo contemporáneo, entreverando erudición y poesía con una inesperada colección de dibujos de aves entre las que aletea el gran artista que se quiso cuervo.

El libro colectivo sobre el maestro franco-suizo comienza con un golpe de timbal: Le Corbusier era la arquitectura moderna como Martin Heidegger era el paradigma del pensamiento. Y aunque matizada después, la comparación con el rector-Führer de la Universidad de Friburgo se alimenta de los estrechos vínculos del arquitecto con el Faisceau de Georges Valois —el Mussolini francés—, su etapa en Vichy, las menciones antisemitas de su correspondencia y su salutación de Hitler en octubre de 1940 como alguien que podía «coronar su vida con una obra grandiosa: la construcción de Europa». Mary McLeod había explorado ya su ominosa dimensión política en varios artículos de principios de los años 80, pero el de 1997 de Marc Antliff que se reproduce en el volumen muestra la influencia de Le Corbusier en los criterios estéticos y en las ideas urbanísticas del partido fascista francés, mientras Jarcy y Perelman extienden el argumento de sus libros respectivos con la exploración de su deuda con el eugenismo, y de su fascinación con un biologismo totalitario que conduciría del Plan Voisin de 1925 a los desastrosos ‘grands ensembles’ construidos en los años 50 y 60 o al ‘Bigness’ genérico de Koolhaas. En el último artículo, Frank Zöllner denuncia el antropomorfismo del Modulor, que relaciona con los sistemas de normalización y proporción de Ernst Neufert, ‘el módulo del fascismo’, preconizados junto con Albert Speer como herramientas de la ‘guerra total’ en 1943. Pese a su filiación nacional-socialista, Neufert continuó desarrollando su carrera en Alemania después de 1945, y en 1951 formaba parte del círculo de reflexión sobre la reconstrucción del país que invitó a Heidegger a pronunciar allí su famosa conferencia ‘Construir, habitar, pensar’, que tantos citan eludiendo su contexto.

En contraste con este genuino ‘libro negro’, y curiosamente publicado por la misma editorial —que hace constar siempre, además de los créditos y características técnicas, una detallada descomposición de los costes del volumen, en un insólito ejercicio de transparencia—, el delicioso libro de Chaslin aborda la figura del arquitecto con la misma empatía que manifestó en Un Corbusier, y de nuevo con una destreza literaria lindante con el barroquismo que le valió el adjetivo ahora usado como título, Rococo, donde también resuenan los cacareos y gorjeos de las aves que a manera de divertimento se encierran en los pliegos no cortados de cada ejemplar. Tras usar el abrecartas para liberar sus más de 500 páginas, lo que se presenta a la mirada es a la vez un balance del affaire de 2015, con titulares de periódicos de medio mundo incluidos; un caleidoscopio de consideraciones intelectuales y líricas que cita o evoca dos centenares de libros recogidos en una bibliografía cronológica, que se extiende desde el Gilgamesh, el Génesis, Esopo o Confucio hasta Alain Minc, Peter Sloterdijk o Alain Finkielkraut; y una ornitología dibujada que muestra la agudeza del ojo y la destreza de la mano del autor, que prolonga su recorrido gráfico con una selección de croquis de la obra de Le Corbusier: una figura gigantesca que, si se aproximó al fascismo, también trabajó para el Frente Popular de Léon Blum, y que Rococo trata con la complejidad que merece, sirviendo también de excusa para representar polifónicamente el universo literario y artístico de François Chaslin.

Jarcy & Perelman (Eds.)

Le Corbusier, zones d’ombre

Éditions Non Standard,

París, octubre 2018

272 páginas

François Chaslin

Rococo, ou drôles d’oiseaux

Éditions Non Standard,

París, noviembre 2018

520 páginas

ACA

HA SIDO NOTICIA

Jeanne Gang seleccionada en la lista “TIME 100” 2019

Por José Juan Barba

Tomado de metalocus.es

19 de abril 2019

Jeanne Gang definitivamente se mantiene en las noticias en estos días: desde cerrar la brecha salarial en su estudio, hasta hace dos semanas, cuando su firma ganó el concurso de diseño para la expansión del aeropuerto O’Hare de Chicago, superando a Santiago Calatrava; Norman Foster; y Skidmore, Owings & Merrill.

Jeanne Gang sigue haciendo olas en la profesión de la arquitectura. Ahora, Gang fue el único arquitecto que se incluyó en la lista «TIME 100» de 2019, que reconoce a las personas más influyentes del mundo por su activismo, innovación y logros.

Jeanne Gang tiene el factor WOW. Su impresionante Aqua, en Chicago, es el edificio más alto jamás construido por una mujer. Ahora ella está construyendo uno aún más alto. Sin embargo, para Jeanne, la arquitectura no es solo un objeto maravilloso. Es un catalizador para el cambio. Sus elegantes embarcaderos están ayudando a revivir el contaminado río Chicago mediante el filtrado orgánico de la escorrentía. …

Refiriéndose a las crecientes divisiones socioeconómicas en nuestras ciudades, Jeanne advirtió a su profesión contra «clasificarnos como arquitectos de los ricos y arquitectos de los pobres», y se centra en descubrir «nuevas posibilidades para la disciplina y más allá». Y todo comenzó con jugar en la tierra y hacer castillos de hielo. Escribió la actriz y dramaturga Anna Deavere Smith en su cita de TIME sobre Gang.

ACA

ES NOTICIA

Tendrá que pagar 78.000 euros

Italia multa a Calatrava por el aumento de costes en la construcción de su puente en Venecia

La obra del arquitecto español iba a costar 7 millones de euros, pero finalmente supuso un gasto de 11,6 millones por una serie de errores en el proyecto.

Tomado de laSexta.com

15 de agosto 2019
 
El Tribunal de Cuentas de Venecia (nordeste) ha condenado al arquitecto español Santiago Calatrava a pagar casi 78.000 euros por una serie de errores que encarecieron la construcción del Puente de la Constitución de la ciudad de los canales.

La corte, finalmente, ha condenado al arquitecto en apelación, tras su absolución en primer grado, a pagar 77.969,74 euros al erario público de Venecia por el encarecimiento de su polémico puente, inaugurado en el año 2008, a causa de una serie de errores en su proyecto.

Junto a él ha sido también condenado a pagar 10 989,73 euros el ingeniero de Venecia, Salvatore Vento. Ambos además deberán hacer frente a las costas del proceso en segunda instancia, que ascienden a 7.267,81 euros. La sentencia, que está datada el 6 de agosto, señala que la obra costó finalmente 11,6 millones de euros frente a los 7 millones previstos inicialmente.

Los errores en el proyecto de Calatrava, escriben los jueces, constituyen una «macroscópica negligencia», pues derivaron en el encarecimiento del proyecto, que ha tenido que ser modificado en varias ocasiones desde su inauguración. Esto es «aún más grave» pues la obra fue asignada a un «estimado profesional de fama mundial y de elevadísima competencia, con una larga y probada experiencia en la construcción de puentes», se lee.

El puente de la Constitución fue construido para unir la estación ferroviaria de Santa Lucía con la Plaza Roma, donde se aparcan los vehículos que llegan a la ciudad por su única vía terrestre. Esta infraestructura desde el principio estuvo envuelta en problemas, retrasos y polémicas y ha requerido varios cambios, como las lastras de cristal de su suelo por piedra para evitar resbalones o la introducción de elementos para mejorar su accesibilidad a personas en sillas de ruedas.

En 2015 el Tribunal de Cuentas veneciano había absuelto al arquitecto de un supuesto delito de sobrecostes del puente.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 174

El “Plano que manifiesta el Proyecto del Camino de La Guayra” con el que ilustramos nuestra postal del día de hoy, realizado por el ingeniero Francisco Jacott, fechado en 1795, ofrece la oportunidad de repasar una importante parte de la historia de las comunicaciones entre la ciudad capital y su principal puerto.

Separadas por la enorme muralla conformada por la Cordillera de la Costa, Caracas y La Guaira comenzaron a conectarse a través de picas muy estrechas que tan solo permitían el tráfico pedestre debido a la inexistencia de bestias de carga y tracción, conocidas sólo a la llegada de los conquistadores al continente americano.

Con el invalorable apoyo del texto “Relación del Camino de Caracas a La Guaira propuesto por el Ingeniero Francisco Jacott” elaborado por la profesora Hebe Oquendo Chacón, aparecido en el Volumen VIII, nº 14, enero-junio 2000 de la Revista Mañongo del Área de Estudios de Postgrado de la Universidad de Carabobo, hemos podido conocer que “tal situación determinaba la sencillez de los trazados de dichas vías terrestres, que no eran más que el recorrer de los aborígenes tras el rastro de animales”.

Así, “la antigua red fue desarrollándose, uniendo sus diferentes puntos para enlazar al puerto con la ciudad, en el mundo de comunicaciones de la provincia, donde … las veredas eran clasificadas según su utilidad y tiempo de duración. En primer lugar tenemos las veredas que eran temporales. Estas características de transitoriedad se la imprimiría el temperamento errante del aborigen (…) En segundo lugar tenemos la presencia de los caminos de larga duración. Dentro de esta clasificación entraría el camino de Caracas a La Guaira, a través del cual se desarrollaba el comercio de la Provincia de Venezuela, y que era una vía estratégicamente bien fortificada, a fin de preservarse, en caso de ataque, de algún enemigo. Esto último obligaba a centralizar el principal camino que unía la capital de la Provincia con su más importante puerto, pues la presencia de picas alternas traía como consecuencia el descontrol total del tránsito; esto implicaba un par de cosas: en primer lugar, hacía imposible recaudar el impuesto de alcabala correctamente; y en segundo lugar, es posible pensar que algunas de las epidemias sufridas en Caracas en los siglos XVII y XVIII hayan sido introducidas por esas vías. (…) Un nuevo elemento que había que agregarle a la presencia de vías alternas, era el peligro de ataques enemigos desde el mar: los corsarios, y junto a éstos las destrucciones que hacían los terremotos a gran parte de las fortificaciones de La Guaira. A partir de estos elementos es posible darse cuenta que era necesario consolidar las defensas del Litoral Central, las cuales pueden considerarse como concluidas a finales del siglo XVIII. Es así como se desarrolla, para aquellos momentos, el pensamiento militar español. De manera tal que la percepción local de defensa se transforma en una visión general y defensa coordinada del Litoral Central. Tal situación se debió a otro elemento importante: el contrabando”.

Por tanto, será el comercio ilegal uno de los más sólidos argumentos que llevará a Pedro José de Olavarriaga en la Instrucción General de Particular del estado presente de la Provincia de Venezuela en los años 1720 y 1721, a impulsar “la fortificación del camino, tomando en cuenta el papel que él jugó en la fundación de la Compañía Guipuzcoana en 1728, y luego como su primer Director. Lo cual implicó un impacto para la vida económica de la Provincia de Venezuela, pues la presencia de la compañía con su monopolio influyó irremediablemente en la transformación defensiva del Litoral Central de Venezuela y en el intento de encontrar una solución a las necesidades del camino. Monopolio que le fue revocado en 1781”.

Todavía apoyados en el trabajo de Oquendo Chacón encontramos cómo a finales del siglo XVIII, tras la actuación de la Compañía Guipuzcoana, la Corona en su interés por mantener la migración económica hacia su Colonia dentro de la nueva estructura en que se estaba transformando el Imperio Español, crea en 1793 el Real Consulado, el cual “ante el deprimente estado en el cual se encontraba el camino de La Guaira que conducía a Caracas, a través de su junta de Gobierno, legisló a fin de fomentar el desarrollo de esta vía de comunicación terrestre. (…) Para el viejo camino, significará el punto de partida hacia una situación nueva: la idea de construir un camino carretero que uniera a Caracas con La Guaira, en sustitución del que siempre había existido, lo cual toma fuerza entre los criollos, en cuyas manos estaba la dirección del Consulado…”

El mismo año de su creación, según documentación que reposa en el Archivo General de la Nación, “el Real Consulado encarga a Juan Andrés Pérez y a Diego Díaz, encaminar la construcción y trazado de una carretera entre Caracas y La Guaira. Éstos proponen el camino de Catia. Un año después esa misma tarea se le encarga a Martín Iriarte, pero en este caso se le pide que tomara la posibilidad de la entrada de Macuto. En el año 1797, el Rey aprueba la apertura y composición de caminos aceptando que este trabajo sea realizado por Francisco Jacott…”, quien según Eduardo Arcila Farías es el primer ingeniero que lleva a cabo un verdadero estudio de la importante vía de comunicación civil entre Caracas y La Guaira. Jacott ya para entonces había concluido el anteproyecto del camino, una vez que el Gobernador Pedro Carbonell hubiese girado instrucciones el 8 de febrero de 1794 al jefe del Cuerpo de Ingenieros de la Provincia de Venezuela, Miguel Marmión, para que lo realizase. Marmión, con ligeras observaciones, aprueba y alaba mediante un informe dirigido a Carbonell el 16 de febrero de 1795 la propuesta de Jacott, la cual “se había de sujetar al reconocimiento del terreno a través de un trabajo previo de aperturas de picas y los desmontes necesarios a fin de poder establecer el trazado de planos definitivos”.

Del informe original de Marmión, citado por Oquendo Chacón, vale la pena resaltar las valoraciones que hace del anteproyecto de Jacott, presentado ante el Consulado el 30 de abril de aquel mismo año: “Brevedad, comodidad y seguridad, sin dudas, las tres circunstancias esenciales a la perfección de todo camino público, y bien que devieran ser comunes a todo camino en general, se hace más indispensable su cumplida misión en el que se trata de abrir desde esta plaza a la Guayra… (…) El travajo que ha hecho Jacott, lo considero de todo aprecio, es de un verdadero mérito, y el que deverá servir de base fundamental de qualesquiera diligencias ulteriores que hayan de practicarse; pero la naturaleza de una primera operación, hecha en unos parages cerrados de monte, quasi impenetrables, no le ha permitido a este oficial entrar en el detalle o pormenor de una infinidad de circunstancias que se requiere tener presentes …”.

Sin buscar entrar en los valiosos detalles que rescata Oquendo Chacón en su investigación, si creemos importante subrayar cómo Jacott “en la primera parte del informe explica la forma, dirección y distancia del proyecto por el camino de Las Dos Aguadas, partiendo de la plaza de La Guayra. Afirma que debe tener de 10 a 12 varas de ancho, según lo permita el terreno”. También, del minucioso desglose que hace de materiales y mano de obra “para poner en forma el camino sin quitarle las cuestas y pendientes que abundan…”, (según documentos que reposan en el Archivo general de la Nación), se desprende un costo de de 321.356 Pesos Rs donde no se incluye el importe de los terrenos por donde pasaría la vía los cuales considera de poca monta.

El plano de Jacott recoge con bastante detalle un cúmulo de información de gran valor para entender el proyecto que presentó a las autoridades y denota el conocimiento que tenía de la geografía que rodeaba la capital la cual había recorrido y levantado para concretar la propuesta. Posee, además de la imagen cartográfica que la protagoniza (donde el norte apunta a la derecha), sendos recuadros que a modo de leyendas dan cuenta de la información contenida y que él denomina como “Explicación”.

En la parte superior izquierda, siguiendo el orden que da el uso del abecedario, identifica de entrada la localización de los dos puntos que se busca conectar: la “Ciudad de Caracas” (AA) -ubicada abajo y a la izquierda del plano- y el “Puerto de la Guaira” (BB) -abajo a la derecha-. Cobrando un subsiguiente nivel de jerarquía, todos relacionados con vías de comunicación, aparecen  el “Proyecto del Camino de las Aguadas” (CCC) -parte fundamental de la propuesta de Jacott-, el “Camino actual de las Aguadas” (DDD) , el “Camino actual del Tráfico” (EEE)  y la “Zoca o pica de Caria” (FFF), pasando luego a un tercer nivel en el que se ubican el “Camino de Guaracarumbo” (GG), el “Camino de Catia o Cavo Blanco” (HH), el “Camino del Topo” (II) y las “Cumbres que van al Monte de Avila” (JJ). A partir de la letra “K” y hasta la “T” se van señalando diferentes puntos de referencia todos relacionados con el tradicional camino que unía La Guaira y Caracas a partir de Maiquetía.

La leyenda inferior sirve de guía para poder seguir el trazado de la propuesta de Jacott (“Proyecto del Camino de las Aguadas”) que, sumada al “Camino actual de las Aguadas”, conformaría el que se denominará “Camino Real” también conocido como “Camino de los españoles”. Partiendo de La Guaira, la ruta se inicia con la letra “V” (“Nuestra Señora de las Mercedes”) dando cuenta hasta la letra “Z” de edificaciones y fuertes, pasando sin solución de continuidad a la numeración (quizás más vinculada al proyecto en sí), correspondiéndole el “1” al “Fuerte del Palomo” y el “19” (y último), llegando a Caracas, a la “Carnicería de Carguata”, mencionándose en el trayecto una combinación de sectores, arroyos, barrancos, cortadas, estancias y establecimientos de diferente tipo.
Al final de la leyenda inferior se lee: “Nota.. el amarillo es el proyecto: el azul la idea. Catia: los rojos los caminos antiguos, y no se representa muchas veredas q. ay”. También aparece la fecha: abril 30 de 1795, el autor: Francisco Jacott, y la escala gráfica referida a “5000 varas castellanas”.

El informe de Jacott incluye un análisis comparativo entre su propuesta y la del Camino de Catia, resultando desde todo punto de vista la primera mucho más ventajosa y beneficiosa que el segundo. También reconoce en algún momento su complementariedad con el Plan de Defensa elaborado por el brigadier Agustín Crame en 1778, el cual da pie a los proyectos y construcción de pequeñas fortificaciones que a modo de “obras probicionales” se destinaron para reforzar el “Camino de los españoles”, que se encuentran muy bien descritos, documentados e ilustrados por Miguel von Fedák y Gerardo Rojas en Fuerza de Santiago de León de Caracas (Oscar Trodtmann Editores, 2006). De hecho Jacott, según estos autores, será “uno de los artífices de la últimas mejoras que se llevaron adelante en el sistema fortificado de La Cumbre, en los años 1797 y 1798…”, posteriormente a la elaboración de su estudio de 1795.

Finalmente Jacott, aunque su propuesta “satisfizo tanto al Real Consulado como el Capitán General, razón por la que se informó al Consejo de Indias”, no logró concretar el proyecto que había prefigurado dirigiéndose los recursos, hasta tanto se recibiese la aprobación del Consejo que nunca llegó, a reparar la vieja ruta de la montaña. No obstante, le pidieron repetir una labor similar (con igual grado de frustración) en 1804, cuando ya sus responsabilidades como funcionario de la Capitanía General habían aumentado.

El ingeniero Jacott, según nos señalan von Fedák y Rojas “al tomar partido por la Junta Patriótica desde un primer momento y luego de dedicar sus esfuerzos a trazar planes de defensa y a fabricar pólvora para la causa emancipadora, … termina sus días  el 18 de abril de 1816 cuando es fusilado en la Plaza Capuchinos”. Por otro lado, Oquendo Chacón concluirá: “La agonía del camino se hacía presente, aunque continuara prestando servicios, habiendo sido necesario aguardar hasta mediados del siglo XIX para que Caracas y La Guaira quedasen finalmente unidas; así el Camino Real pasó de forma definitiva al olvido”.

IGV