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Como suele suceder cuando un país modesto se embarca en la organización de un evento de “gran talla”, la Exposición Internacional que tuvo como excusa la conmemoración del bicentenario de la fundación de Puerto Príncipe, abrió la oportunidad para que el gobierno haitiano, liderado por Dumarsais Estimé, emprendiese la transformación de la capital en una ciudad “visionaria” y «moderna».
Tal y como hemos podido recoger de una crónica de la época elaborada por Hadassah St. Hubert, la exposición abierta durante el período comprendido entre diciembre de 1949 y junio de 1950, representó un importante esfuerzo por parte de las autoridades haitianas para promover la modernidad en una serie de frentes que incluyeron: el embellecimiento urbano, la cooperación internacional, la promoción del turismo a sitios históricos y la valorización de la cultura nacional, buscándose con ello presentar ante el mundo una imagen de país muy diferente a la que durante décadas se había asociado al atraso, el provincianismo y a prácticas religiosas denigrantes.

Como muestra de ello, de la invitación elaborada para el evento se puede extraer que “la Exposición Internacional 1949 de Puerto Príncipe será cultural, artesanal, artística, folclórica, comercial e industrial” y como no podía dejar de subrayarse en años tan próximos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, el historiador Georges Corvington la catalogó como «El Festival de la Paz». La revista LIFE (Vol. 28, Nº 11 del 13 de marzo de 1950), por su parte, apuntando en otro sentido más relacionado a su verdadera escala, la calificó de «Pequeña feria mundial» ya que a diferencia de eventos de otra magnitud, se partía de la base de atraer 70.000 visitantes, cifra que se cubrió con creces (se alcanzaron los 250.000) pudiéndose decir que el objetivo de llamar la atención internacional hacia Haití se logró. También se produjo un importante revuelo al conocerse que el evento tuvo un costo de más de $ 4 millones de un presupuesto nacional de $ 13.4 millones, lo cual en mayo de 1950 se utilizó como argumento para el derrocamiento del presidente Estimé. Paul Eugene Magloire, quien asume la presidencia en octubre de 1950, continuó la promoción gubernamental de la industria turística en colaboración con Pan American Airways a fin de atraer principalmente al público norteamericano. Del relato de Hadassah St. Hubert hemos conocido que, paradójicamente, “Magloire pudo aprovechar los cambios estructurales en la capital (promovidos por Estimé) para fomentar la industria turística naciente y ayudó a triplicar a los visitantes de Haití dentro de su régimen”, como parte de lo que se ha denominado la «Edad de Oro» del turismo haitiano.





El área ocupada por la exposición (clasificada por la Oficina internacional de Exposiciones -BIE- como “internacional de segunda categoría” y que fue objeto de dos ceremonias de apertura: la primera el 8 de diciembre de 1949 y la segunda el 12 de febrero de 1950), abarcó una superficie de 30 hectáreas en tierras de la Bahía de Gonave y fue conocida como Cité de l’Exposition o Cité Dumarsais Estimé. El master plan y el diseño de algunas de las edificaciones que posteriormente quedarían como sedes institucionales o de uso público (el pabellón presidencial, el pabellón turístico, el pabellón de la oficina de correos, el pabellón agrícola, la Fuente Luminosa y el Teatro de Verdure) corrió a cargo de la firma newyorkina A.F. Schmiedigen Associates Architects, quien había participado anteriormente en la Exposición Internacional de París de 1937. También trabajó en el proyecto de algunos pabellones de la “sección haitiana” el arquitecto graduado en Cornell Albert Mangones. Ambos, Schmiedigen y Mangones, tuvieron que sufrir las consecuencias de tener que lidiar con una mano de obra poco calificada que dificultó más de la cuenta la ejecución de la infraestructura.
En la Cité de l’Exposition, según Hadassah St. Hubert, “los visitantes pueden caminar por la recién creada vista a la bahía y observar palmeras y estanques en el área de Palmistes junto con una noria, un acuario y otras atracciones en los shows de Ross Manning. Otros sitios incluían una arena de peleas de gallos, actuaciones folclóricas en el Théâtre de Verdure, un pabellón turístico del gobierno haitiano junto con pabellones más pequeños que representan a los otros departamentos en Haití. Palmas susurrantes se alineaban en la arteria principal llamada Harry S. Truman Avenue, que representa cómo la Exposición atendía a los turistas estadounidenses”. Además de las edificaciones destinadas al país anfitrión, en la Cité hicieron acto de presencia: Estados Unidos, Francia, Italia, Bélgica, España, San Marino, Líbano, Siria, Palestina, Canadá, Venezuela, México, Argentina, Guatemala, Chile, Puerto Rico, Cuba y Jamaica, “que construyeron sus propios edificios y estatuas”. Ciudad del Vaticano (que levantó una capilla) y la Organización de Estados Americanos (OEA) también participaron en las festividades.

El proyecto del pabellón venezolano para la exposición haitiana, cuya perspectiva engalana nuestra postal del día de hoy, estuvo a cargo, en momentos políticamente muy agitados para nuestro país, del arquitecto Luis Malaussena (1900-1963).
Opacado por la importante obra pública por él desarrollada desde 1930 cuando regresa al país graduado en la l’École Spéciale d’Architecture de París y recién terminada su experiencia de los Grupos Escolares, el pabellón de Haití es considerado como una obra menor que a su vez se encuentra a la sombra del que Malaussena diseñó junto a Villanueva para la Exposición Internacional de París en 1937, referente a todas luces obligado.
Considerado como una pieza más que ilustra su formación academicista, que tan bien trabaja Silvia Hernández de Lasala en Malaussena. Arquitectura académica en la Venezuela moderna (1990), quien resalta la desinhibición con la que Malaussena utiliza los estilos a favor de “una renovada expresividad” caracterizada por la más absoluta libertad de interpretación y aleatoriedad de acuerdo al tema de que se trate, el pabellón forma parte de una aproximación a la tradición que emprende muy temprano pero que no abandona el uso de formas puras como secuela de su formación parisina próxima a Robert Mallet-Stevens.
El edificio, basado en un esquema en planta simétrico, conformado por dos volúmenes que albergaban las salas de exposición articulados mediante una sintaxis claramente académica por una galería curva, donde se distorsiona la escala a favor de un claro efecto monumental, evidencia la actitud con la que Malaussena toma la tradición como referencia, la cual de diferentes maneras ya había desperdigado en buena parte de su obra realizada entre 1930 y 1947. Si bien el renacer de una mirada hacia el pasado colonial propio de aquellos años se orienta, según nos apunta Hernández de Lasala, al empleo y realce “de técnicas constructivas de utilización popular, como el bahareque y las cubiertas de tejas y hojas de palma, pero además, por el empleo de elementos arquitectónicos, tomados de la tradición hispanoamericana en un sentido amplio”, en Malaussena no se encuentra presente “alguna clase de estudio exhaustivo acerca de los elementos arquitectónicos que caracterizan la manera tradicional de construir en el país. (…) Por el contrario, las referencias a la tradición se presentan en una síntesis que actúa a través del recuerdo y sobre la base de reminiscencias de lo que a su juicio constituían los elementos de la arquitectura hispanoamericana”. De aquí que sean el neocolonial y el neobarroco los estilos a los que más apela Malaussena en esta etapa de su carrera siendo ellos los que mejor se adaptan a las tipologías edilicias que le toca abordar, entre los que se encuentra el modesto pabellón de Haití. Luego ya vendrán las obras públicas de grandes dimensiones y escala urbana, propias del período perezjimenista, donde utilizará un lenguaje más neoclásico, pero ello forma parte de otro relato.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal
Postal. Silvia Hernández de Lasala, Malaussena. Arquitectura académica en la Venezuela moderna, 1990
2, 3, 4, 5 y 6. https://www.pinterest.es/worldfairs/1949-port-au-prince-exposition-international/
7. Colección Crono Arquitectura Venezuela
Renzo Piano diseña el nuevo puente de Génova tras su colapso
Por Niall Patrick Walsh

Traducido por Fabian Dejtiar
20 Diciembre, 2018
Tomado de Plataforma arquitectura
Uno de los eventos más trágicos de Europa en 2018 fue el colapso del Puente Morandi en Génova, Italia, el 14 de agosto, que se cobró 43 vidas. Como consecuencia del desastre, el arquitecto Renzo Piano ofreció donar el diseño de un puente para reemplazar el anterior, después de haber sido profundamente afectado por la tragedia.
Justo antes de fin de año, el alcalde de Génova anunció que Piano liderará el proyecto de 200 millones de euros para el reemplazo del puente, inspirado en la histórica importancia marítima de la localidad.

Según lo informado por The Washington Post, el proyecto tomará 12 meses y se espera que se complete para fines de 2019. El puente ya no llevará el nombre de «Morandi», el arquitecto que había construido la estructura de hormigón armado.
El diseño de Piano, que presentó de forma gratuita, incorporará columnas con pesas que recuerdan la proa de un barco. En honor a las víctimas, 43 lámparas arrojarán una luz a través del puente, en forma de velas de barco. El equipo de diseño recibió instrucciones de no utilizar cables fijos en el diseño del puente para evitar recuerdos de los cables metálicos que se rompieron durante el colapso anterior.

Para la construcción, Piano trabajará en colaboración con la constructora Salini Impregilo, el ala de infraestructura del constructor naval Fincantieri, y la filial ferroviaria estatal Italferr. Más de cuatro meses después del colapso del puente, una causa definitiva del incidente no se ha declarado oficialmente. Tras el colapso, la atención se centró en el registro de mantenimiento del puente, en relación a las preocupaciones sobre su integridad desde hace décadas y cómo el colapso se asienta en el contexto más amplio del envejecimiento de la infraestructura italiana.
ACA

El pasado miércoles 16 de enero se cumplió el primer centenario del nacimiento de José Miguel Galia Acosta, notable arquitecto, docente, profesional y carismática persona, que le dedicó a Venezuela la mayor parte de su extensa producción arquitectónica, la mayoría de ella construida.
José Miguel Galia nació el 16 de Enero de 1919 en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, República Argentina. En 1944 obtiene el grado de Arquitecto en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Montevideo, Uruguay.
Entre 1945 y 1946 completó el Curso de Postgrado «Grandes Composiciones» siendo distinguido con el Premio Carré por su proyecto final. Trabajando en el Ministerio de Educación en Montevideo, obtiene la Medalla de Plata en el IV Congreso Panamericano de Arquitectura en Lima, Perú.
En 1948 viaja a Venezuela para radicarse en Caracas. Dos años después revalida su título de arquitecto en la Universidad Central de Venezuela y obtiene en el mismo año el primer premio en el Concurso Nacional «Ateneo de Valencia».
Trabaja en la Comisión Nacional de Urbanismo en los planos reguladores de Caracas, Maracaibo y el de la Isla de Margarita.
En 1951 con el arquitecto Martín Vegas inicia la firma VEGAS Y GALIA, en la que trabajan juntos hasta 1958.
En 1953 funda, conjuntamente con otros 23 profesores, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, donde laboró por 33 años consecutivos.
Durante su larga carrera recibió los siguientes premios y distinciones: Concurso Internacional Vivienda Unifamiliar en Colinas Bello Monte (Primer Premio); Cuatricentenario de la Fundación de la Ciudad de Caracas (Mención de Honor); Mención de Honor en la IV Bienal Nacional de Arquitectura, por el Parque Los Caobos; Premio Nacional de Arquitectura en V Bienal de Arquitectura por Seguros Orinoco; Premio Municipal en la VI Bienal de Arquitectura por Edificio Banco Metropolitano y el Primer Premio en la III Bienal de Arquitectura de Quito. Igualmente ha sido honrado con la Orden Carlos Raúl Villanueva otorgada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela, la Orden Andrés Bello y el Doctorado Honoris Causa UCV en el 2008.
Galia murió en Caracas el 10 de enero de 2009 por lo que también acaba de cumplirse el 10º aniversario de su fallecimiento.
ACA

1959• Durante el gobierno de Rómulo Betancourt, la Gobernación del Distrito Federal, dentro del Plan de Infraestructura Escolar, culmina la nueva edificación del Grupo Escolar Vista Alegre, ubicado en la Av. Uslar con Calle 3 de la urbanización Vista Alegre, el cual fue inaugurado en el mes de noviembre de ese mismo año. La primera directora del nuevo plantel educativo fue Doña Lola Gómez López.
Este grupo escolar había sido creado el 7 de diciembre de 1938, durante el Gobierno de Eleazar López Contreras con el nombre de Escuela Granja “Bella Vista”.
En 1942, el gobierno de Isaías Medina Angarita le dio el nombre del educador Matías Núñez en reconocimiento de su labor docente.
Matías Núñez (1890-1932), nacido en Cumaná, estado Sucre, había sido en el oriente del país uno de los maestros de mayor relieve a principios del siglo XX y se le recordaba por haber fundado en 1908, en Barcelona, el Colegio de Varones.
HVH