Gracias al atento seguimiento y amabilidad de uno de nuestros lectores, hemos de manifestar que en el Contacto FAC nº 103 de la semana anterior cometimos un pequeño gazapo.
Se trata del apellido de una de las tres personas que trabajaron con William Niño Araque en el Proyecto Museológico de LOS SIGNOS HABITABLES. Allí colocamos Zuleiva Rivas cuando lo correcto era haber escrito Zuleiva Vivas.
También habíamos omitido informar sobre la fecha de nacimiento y deceso de Niño Araque (1953-2010) cosa que hacemos en esta oportunidad, próximo a cumplirse el 19 de diciembre otro aniversario de su partida. Nuestro agradecimiento a quienes nos siguen por estar pendientes y nuestra satisfacción de que así sea para evitar caer en imprecisiones y, de hacerlo, poder enmendarlas.
Cuatro teatros comparten la sección inicial de este número de Summa+, presentando una suerte de pequeño panorama actual de la cuestión, al menos en lo que se refiere a salas de concierto y teatro, aceptando el rango de flexibilidad que pueden tener este tipo de espacios. Podría considerarse como el más singular al Teatro Shakespeariano de Dansk, obra del arquitecto italiano Renato Rizzi, situado en el mismo emplazamiento y con la misma disposición de su centenario antecesor. Su particularidad consiste en la posibilidad de utilizar tanto un escenario central rodeado por galerías, como la posibilidad de utilizar un escenario tradicional sobre el fondo de la sala. Cuenta, además, con un techo móvil, que permite disfrutar los espectáculos a cielo abierto.
El Teatro Regional del Bío Bío de Smiljan Radic en Concepción, Chile, y el Foro Boca de Michel Rojkind en Veracruz de México, tienen emplazamientos muy diferentes al teatro polaco, ya que se ubican sobre los márgenes costeros de dichas ciudades, permitiendo una radical renovación del paisaje urbano, aportando tanto un equipamiento de escala urbana de gran calidad, capaz de albergar diversas expresiones artísticas, como unas formas icónicas que dan nueva identidad a sitios antes descuidados. En el caso de Concepción, una forma sintética, pero de misteriosa envolvente que se vuelve traslucida por la noche. En el caso de Veracruz, una serie de formas monolíticas, cuya acumulación evoca rocas, si no fuera por sus formas facetadas que marcan nítidas sombras bajo el sol mexicano.
En el caso del Complejo L’Atlántida ubicado en la ciudad de Vic, compuesto por un auditorio y una escuela de música y firmado por Josep Llinàs, la obra se encuentra emplazada entre la ciudad vieja y un sector externo más abierto al costado del río Meder. Por un lado, compone un nuevo frente urbano, y por el otro, se vincula a la escala de la edificación preexistente y el espacio urbano discreto de las calles tradicionales de la ciudad medieval. Su forma unitaria esconde patios que dan acceso a las salas y la escuela.
El pasado 17 de noviembre, días antes de iniciarse la XXI Bienal de Arquitectura de Quito (BAQ) 2018 (llevada a cabo entre el 19 y el 23 de este mes), apareció el nº 127 de la revista entre rayas que reúne los 25 proyectos participantes en dicho evento por Venezuela en las distintas categorías de confrontación, coordinados por el Arq. Jesús Yépez. Con esta edición la revista entre rayas publica por décimo tercera vez un número dedicado a la BAQ, lo que la convierte en referente único de la arquitectura venezolana en los últimos 24 años.
“LOS SIGNOS HABITABLES. Tendencias de la Arquitectura Venezolana Contemporánea”, abierta entre el 2 de diciembre de 1984 y el 10 de marzo de 1985, fue tal vez la primera gran exposición de arquitectura montada en el país fuera del ámbito que hasta ahora las había acogido de manera casi exclusiva: los espacios de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UCV. Con ella, una de sus más importantes instituciones museísticas, la Galería de Arte Nacional (GAN), da un importante paso tendiente a dar cabida a manifestaciones de una profesión que ya se había consolidado como protagonista en las transformaciones urbanas y en la manera de vivir experimentada en Venezuela durante décadas, ofreciéndole al ciudadano común la oportunidad de conocer la vida y obra de algunos de sus principales protagonistas.
Tomás José Sanabria, José Miguel Galia, Fruto Vivas, Jorge Castillo, Jesús Tenreiro y Gorka Dorronsoro fueron los arquitectos seleccionados por quien coordinó el proyecto museográfico destinado a representar el contenido del sugerente título que se le dio a la muestra: William Niño Araque (1953-2010), que contó en esta ocasión con el apoyo de Tahía Rivero, Ruth Auerbach y Zuleiva Vivas.
Curiosamente, este trascendental evento se dedica a mostrar la trayectoria y obra de un grupo de profesionales que, o bien se había formado o bien habían acumulado una importante producción a la sombra de Carlos Raúl Villanueva cuya figura, aunque presente, se intenta dejar por un momento de lado. Si Villanueva había forjado el camino para la definitiva irrupción de la arquitectura moderna en Venezuela y su reconocimiento a nivel internacional, llegaba la hora de darle cabida a una reflexión más “contemporánea”, reflejada en diversas “tendencias”, representadas a través de la selección hecha de los protagonistas escogidos. Para tener una idea de ello nada mejor que leer el extenso y ambicioso ensayo titulado “La arquitectura como arte” con que Niño Araque introduce el impecable y completo catálogo elaborado para la ocasión donde, a tono con algunos textos de arquitectura en boga a nivel internacional que empezaban a eclosionar en medio de la posmodernidad, empieza a plasmar no sólo una visión de la arquitectura en general, sino de la evolución seguida por la arquitectura venezolana en particular, hasta llegar al momento mismo en que se abre la exposición, dándole así soporte a la misma. El primer párrafo del citado texto creemos que ilustra bastante bien el sesgo que Niño Araque le quiere imprimir al recorrido que emprende: “Definitivamente, los efectos de la naturaleza, la técnica y la sociedad, no son suficientes para determinar o explicar la obra arquitectónica. La arquitectura es algo más que efectividad para el uso, la construcción o la adecuación al clima. Lo que convierte una construcción en una obra de arquitectura es la capacidad del arquitecto para expresar su modo de sentir a través del edificio, y que él trata de comunicar a los demás por medio de la forma. En fin, es su carácter de obra de arte lo que transforma una construcción en obra de arquitectura y la diferencia de un simple edificio”.
Añadiremos a modo de complemento que, paradójicamente, si bien la obra de Villanueva había copado la escena arquitectónica nacional durante más de cuatro décadas, no fue ella la que inauguró la presencia de la arquitectura venezolana en un importante museo capitalino. Debió esperarse hasta 1988 (cuatro años más luego de la apertura de LOS SIGNOS HABITABLES), cuando el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas montó por todo lo alto, de la mano de Paulina Villanueva, Maciá Pintó y Pedro Sanz, “Villanueva El Arquitecto” (la más completa e importante muestra antológica que sobre el Maestro se haya realizado hasta ahora), para que ello ocurriese.
De LOS SIGNOS HABITABLES quedó como producto referencial su Catálogo de 160 páginas producido, con la asesoría de Leszek Zawisza (y el apoyo del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas -CIHE- de la FAU UCV), por la Unidad de Diseño G.A.N. (Waleska Belisario, Carolina Arnal y Elizabeth Cornejo) e impreso por Editorial Arte con un tiraje de 1.000 ejemplares. Su valor estriba en que el material allí contenido, permitió aproximarse por primera vez con profundidad no sólo a la obra sino al pensamiento de los profesionales seleccionados.
Encabezado por el ya mencionado ensayo introductorio elaborado por Niño Araque, el Catálogo brinda la oportunidad de conocer la biografía y trayectoria de cada arquitecto a través de un texto biográfico, analítico e interpretativo que se acompaña con el despliegue del material gráfico y fotográfico que lo muestra, una entrevista que realiza el propio Niño Araque a cada uno (encabezada por un elocuente retrato) y una cronología de sus obras. Finaliza la publicación con otro recorrido cronológico en este caso dedicado minuciosamente a “la Arquitectura Contemporánea 1900/1983. Nacional e internacional” que, más allá del riesgo asumido tras cada intento de esta naturaleza, queda como un interesante cúmulo de datos y a la vez testimonio de la visión de quienes la elaboraron.
Más allá de las limitaciones e imprecisiones en cuanto a la copiosa información que encierra, quizás lo más llamativo del Catálogo sean las entrevistas realizadas, sin inhibiciones, a la medida de cada protagonista, en medio del clima distendido que ofrecía la posmodernidad, ocasión aprovechada para develar y deslastrarse de toda una serie de prejuicios previamente instalados dentro de la interpretación crítica de nuestra realidad construida.
LOS SIGNOS HABITABLES, como ya se ha dicho, marca un antes y un después en cuanto a la presencia de la arquitectura como parte de la opinión pública venezolana al permitírsele incursionar dentro de un territorio que hasta entonces no había ocupado. También le abrirá la puerta a sucesivas exposiciones temáticas o sobre la obra de arquitectos sobre quienes existía alguna deuda en cuanto a su reconocimiento, que se darán durante el resto de la década y con mayor intensidad a lo largo de los ’90, dejando tras de sí un valiosísimo material producto de las curadurías realizadas y las indagaciones sobre las que se soportaron. También permitió el despegue de William Niño Araque como referencia en cuanto a una manera de ejercer la crítica la cual ponía en práctica como asiduo articulista y divulgador de la arquitectura venezolana dentro de la prensa nacional. Dicha labor la complementó en buena medida formando parte de la Galería de Arte Nacional y también como fundador e integrante de la Fundación Museo de Arquitectura, siendo el artífice de que la arquitectura empezase a ocupar desde entonces con mayor asiduidad los espacios museísticos.
Su tarea de ir mostrando “la excelente y variada calidad de nuestra producción arquitectónica” tiene su inicio justamente cuando asume el compromiso de montar LOS SIGNOS HABITABLES. Desde entonces Niño Araque logró desarrollar una disertación optimista, exagerada y seductora, difusa y ambigua, llena de redundancias poéticas cargadas de guiños fenomenológicos, donde si algo se hace notorio es su capacidad de emocionarse ante los edificios que trasluzcan “caribeñidad” y “tropicalidad”, dos categorías que va puliendo poco a poco con la finalidad de demostrar la existencia de una “posible” Escuela de Caracas, que para él había empezado a incubarse ya a partir de los años 70 del siglo XX de la mano de un selecto racimo de buenos arquitectos. Su empeño por alejarse de toda contaminación ideológica y académica que hasta el momento había signado la crítica arquitectónica y el darle mayor peso a una labor divulgativa cargada de voluntarismo y buenas intenciones, le permitieron crear un espacio donde la emotividad, el eclecticismo teórico y la condescendencia propios de su actuar permitirán siempre recordarlo.
Marc-Antoine Laugier resumió el origen de la arquitectura en una construcción arbórea y Gottfried Semper identificó en los paramentos de vegetal trenzado de una cabaña caribeña uno de los elementos fundamentales del habitar. La vegetación ha sido, por tanto, parte de la arquitectura desde sus orígenes y ha estado presente en diversas tradiciones constructivas que ahora están siendo incorporadas a la práctica contemporánea para sacar partido de sus cualidades térmicas, su facilidad de ejecución y su bajo impacto ambiental. Las lecciones vernáculas de las stugas suecas y los teitos asturianos encuentran su correlato en las cubiertas vegetales que, como en la California Academy of Sciences, de Renzo Piano, permiten sustituir en gran medida el aire acondicionado por la ventilación natural; las envolventes trenzadas de los mudhifs iraquíes o las quinchas peruanas son antecesores remotos de las fachadas de paja o algas encaminadas a reducir la factura energética, como en el proyecto Solar Leaf de Hamburgo (Alemania), de Arup; y los métodos constructivos de los puentes colgantes de raíces arbóreas propios del sudeste asiático han sido puestos al día con las estructuras portantes con árboles vivos propuestas desde el grupo de investigación alemán Baubotanik. De la tradición vernácula a la innovación contemporánea, este libro explora las implicaciones técnicas y teóricas del papel que las plantas han desempeñado en la configuración del espacio habitado.
El departamento restaurado de Le Corbusier abre sus puertas al público
Por Niall Patrick Walsh
Traducido por Mónica Arellano
23 octubre, 2018
Tomado de Plataforma arquitectura
La Fundación Le Corbusier celebra su 50 aniversario con la inauguración de un departamento restaurado originalmente diseñado por el famoso arquitecto. El estudio en Nungesser-et-Coli en París fue diseñado por Le Corbusier en 1931 para sí mismo y se completó en 1934.
El departamento se sometió a dos años de restauración luego de su inclusión como sitio clasificado como patrimonio mundial en 2016 y ahora está abierto al público.
Desde su creación en 1968, la Fundación Le Corbusier se ha dedicado a «la conservación, el conocimiento y la difusión de la obra de Le Corbusier» mediante la apertura al público, la conservación de obras arquitectónicas, la búsqueda del estatus de patrimonio mundial, la curaduría de exposiciones, publicaciones y el suministro de información, así como al apoyo financiero para la investigación relacionada con el arquitecto.
Al celebrar su 50 aniversario, la fundación dio a conocer la renovación completa del departamento Nungesser-et-Coli de Le Corbusier en París. Diseñado en 1931, el apartamento fue la casa de Le Corbusier desde 1934 hasta su muerte en 1965. Ubicado en la parte superior del llamativo edificio Molitor, el departamento de 240 metros cuadrados ofrece vistas a Boulogne y París.
Habiendo alcanzado el estatus de patrimonio mundial clasificado en 2016, la Fundación le dio al departamento dos años de cuidadosa restauración, para mejorar las condiciones térmicas, reemplazar los materiales degradados, restaurar la decoración policromada y clasificar el archivo.
El apartamento ahora está abierto al público los lunes, martes y sábados en 24, rue Nungesser et Coli, 75016, París.
ACA
Nos interesan temas relacionados con el desarrollo urbano y arquitectónico en Venezuela así como todo lo que acontece en su mundo editorial.