
Archivos diarios: 10 de junio, 2018
Contacto FAC 80
LA RED HOTELERA NACIONAL

Hotel Cumanagoto
El Cumanagoto forma parte de las instalaciones para las que ya en 1953 el Ministerio de Fomento inicia los estudios preliminares con miras a su realización. Un año más tarde, el mismo organismo gubernamental deja constancia en su Memoria y Cuenta que “se contrató con los Arquitectos José Tomás Sanabria y Julio Volante, un proyecto a un costo de Bs. 122.000, para la construcción de un hotel en la ciudad de Cumaná, y con la Oficina Técnica Bernardo Nouel los trabajos de campo y pruebas de terreno a un costo de Bs. 70.000, para la construcción de una isla artificial en el Golfo de Cariaco, para asiento del referido hotel.”
Curiosamente este edificio, a pesar de lo señalado, no se encuentra registrado dentro del catálogo de la obra proyectada o construida de Tomás José Sanabria por lo que asumimos que en la medida que se adelantaron los trabajos de diseño (por razones que habría que indagar) fue Julio César Volante quien asumió en solitario los mismos, razón por la cual hoy se le atribuye su autoría. Tampoco se ha podido averiguar en qué momento preciso se abandona la idea de ubicarlo en la “isla artificial” mencionada y se decide finalmente su localización en la Av. Universidad, Sector San Luis, Cumaná, estado Sucre. Sin embargo, en la Memoria y Cuenta de 1955 ya se habla más bien de “… estudios de selección de terrenos para los Hoteles que se están planeando, que son, aparte de Barinas, los de San Cristóbal … Cumaná (Estado Sucre) y Santo Domingo…”.
Del repaso de las rendiciones de cuenta gubernamentales se desprende, también, que el Cumanagoto es uno de los últimos edificios construidos por el régimen perezjimenista perteneciente a la Red Hotelera Nacional cuya finalización, a cargo de la ya señalada Oficina Técnica Bernardo Nouel a un costo estimado de Bs. 6.550.280,48, data de 1958. Tardó, por tanto, al menos dos años en terminarse, tiempo si se quiere dilatado para la media que privaba en la época, en virtud de que ya en 1956 se afirmaba: “Para la próxima etapa está prevista la terminación del Hotel ‘Santo Domingo’, en el Estado Mérida; el ‘Hotel Guaicamacuto’, en el Departamento Vargas del Distrito Federal; el Hotel ‘Cumaná’, en la Capital del Estado Sucre, encontrándose igualmente en proyecto, hoteles para Puerto La Cruz, Maturín, Calabozo y Gran Sabana”.


Como ya señaláramos en el Contacto FAC nº 71 del 08-04-2018, el finalmente bautizado como hotel Cumanagoto (a veces nombrado previamente como “hotel ‘Cumaná”), cuya administración es tomada por la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU), asume junto al Trujillo, al Miranda, al Maracay, al Guaicamacuto, a El Tamá, al Bella Vista e incluso al Humboldt, “… la tipología imperante a nivel internacional compuesta de un volumen prismático que destaca en altura conteniendo las habitaciones al que se articulan una serie de cuerpos bajos donde se congregan las actividades recreacionales y de servicio complementarias”. También, acompañado en este caso del Guaicamacuto (Litoral Central) y el Bella Vista (Isla de Margarita), forma parte de los únicos hoteles de playa levantados dentro de la política emprendida por el gobierno de dar impulso al turismo nacional.


El programa original del hotel estuvo conformado por 42 habitaciones y dos suites todas con vista al mar y amplios balcones, distribuidas dentro de un edificio de 4 pisos, acompañadas de los respectivos servicios de apoyo y áreas recreativas, cifra que empieza a quedarse corta debido a la alta demanda de usuarios que origina su excelente ubicación y ambientación. De tal manera, en fecha tan temprana como 1960 ya se registra en la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento cómo “la Administración anterior acordó la construcción de un ala nueva en el Hotel Cumanagoto. En cumplimiento de dicho acuerdo, esta Corporación construyó, mediante licitación, un nuevo cuerpo de 4 pisos con 48 habitaciones, para dos y tres camas, con sala de baño y aire acondicionado, y también realizó otras reformas en varias dependencias de los servicios del hotel, tales como lavandería, cocina y depósitos”. Sin tener mayores detalles sobre el proyectista de esta primera ampliación (que presumimos pudo haber sido el propio Julio Volante y que consistió en convertir el proyecto original de una crujía en una de dos con habitaciones sin balcón), una segunda ampliación articulada a la primera por un pasillo, diseñada en este caso por Julián Ferris, termina de construirse en el año 1972, incorporando otro cuerpo de cuatro pisos, doble crujía y 73 habitaciones (7 suites, 33 que miran al mar y 33 que miran a la montaña), dotadas todas de balcones.
Para 1991 el informe elaborado por el FONDO DE INVERSIONES DE VENEZUELA titulado Privatización de los hoteles el Tamá, Cumanagoto, Trujillo y Miranda, recoge cómo para ese momento nos encontramos (con relación al Cumanagoto) en presencia de un conjunto clasificado como de cuatro estrellas, ubicado en un terreno de 8 hectáreas “con más del 40% del mismo aprovechable para expansiones mayores que le den una mayor capacidad y diversidad de servicios como para lograr una mayor categoría y una posible alta rentabilidad de la inversión”. Cuenta entonces con 9 locales comerciales, salones de conferencias (con capacidad para 400 personas), restaurant, tasca-bar con sus respectivos servicios de apoyo, a lo que se suma el área recreativa (piscinas, jardines, parque infantil y fuente de soda) y un amplio frente de playa. Se precisa que los dormitorios se encuentran en dos edificaciones de cuatro pisos: la primera con tres suites y 84 habitaciones (42 con vista al mar y 42 con vista a la montaña) y la segunda con 7 suites y 66 habitaciones (33 con vista al mar y 33 con vista a la montaña), dando un total de 160.

La administración del Cumanagoto ha pasado por varias etapas destacando el momento en que, al caer en manos de la empresa Interpuente y ésta declararse en quiebra en abril de 1981, el hotel se vio en la necesidad de cerrar sus puertas por un lapso de 5 años. Más adelante, la privatización emprendida en 1991 arrojó como resultado que en 1992 lo adquiriera la empresa Cumantur Inversiones, quien decide suspender de nuevo el servicio para emprender durante aproximadamente seis años obras que implicarán trabajos de demolición y reconstrucción, hasta que en 1998 reabre sus puertas completamente remodelado de manos de la operadora multinacional española Hesperia alcanzando la categoría de cinco estrellas. En 2005 y hasta hoy pasa formar parte de la cadena Premier International Hotels.

Los avatares sufridos en el tiempo por la planta física del Cumanagoto dificultan manejar con precisión los datos relativos al crecimiento y conformación definitiva que en la actualidad presenta y saber en manos de quiénes ha estado el proyectar y construir el total de 205 habitaciones, suites y villas que los operadores hoteleros manejan hoy en día para promocionarlo como destino turístico.

Sólo hemos podido encontrar que en 1992 la oficina del arquitecto Fernando Lugo, a solicitud del arquitecto Julio Volante, registra el haber realizado un proyecto para la renovación completa del hotel de 180 habitaciones y una propuesta de conjunto que incluye un campo de golf de 18 hoyos (par 3) y posibles ampliaciones, lo que nos hace pensar que aquí se encuentra el punto de partida y la clave para entender el cierre que se produjo en 1992 y permitió su renovada apertura en 1998. También se registra en 2002 la presentación de parte de la empresa Bolívar y Rodríguez Ingenieros estructurales de un presupuesto por 15.000 m2 (3. 409.000 $) solicitado por Arquitectura Volante, Monaldi & Asoc. que desconocemos si dio como resultado una nueva intervención. Como se verá, la accidentada historia del hotel Cumanagoto, tal vez más compleja pero no muy diferente a la de muchas instalaciones de la Red Hotelera Nacional, deja la sensación de encontrarnos ante una nueva demostración de lo visionario que resultó aquel plan que entendió el turismo como una industria fundamental para el país y, a pesar de ello, lo corto que se quedó y la poca repercusión alcanzada por la forma ordenada en que se abordó.
ACA
Procedencia de las imágenes
- Colección Crono Arquitectura Venezuela
2, 3, 4 y 5. De Ascençao J.M. “Arquitectura hotelera estatal en Venezuela: 1952-1958”, Trabajo de Grado de la Maestría en Historia de la Arquitectura, FAU UCV, 2005
6 y 7. https://venezuelatuya.com/hoteles/mostrarhotel.htm?Hotel+Paradise+Cumana&HOTCode=gG-y6qCnpWh
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 115

La quinta Silenia, sede del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV desde su creación en 1958, tuvo una corta vida (escasamente un año) como vivienda unifamiliar. Ubicada en la urbanización residencial La Floresta, es diseñada por el arquitecto colombiano radicado en nuestro país desde 1950 Carlos Celis Cepero (1925) con la colaboración de los ingenieros Federico G. Cortés y Armando Fernández Esté.
Tal y como muestra el dibujo realizado por su creador, que podemos apreciar en la postal del día de hoy, la casa, de considerables proporciones, se ubica en la cota superior de un terreno en esquina dando su fachada principal hacia la avenida principal de La Floresta, circunstancia que le permite marcar con claridad tanto su acceso peatonal como vehicular. Como puede verse, la edificación está conformada fundamentalmente por dos volúmenes articulados que al separarse dan pie a la definición de su ingreso (cubierto con una ligero techo ondulado hoy inexistente cuyo lugar lo ocupa una pesada losa horizontal) e, interiormente, a la presencia de un patio en torno al cual se desarrolla la circulación y sobre el cual viven las principales dependencias. Destaca la manera como los materiales acompañan su contundencia formal donde el cuerpo ubicado a la derecha (el norte en este caso) es trabajado exteriormente por el artista Carlos González Bogen mediante un mural que lo recubre. También es de destacar la existencia en su interior de un vitral (obra igualmente de González Bogen) ejecutado con cristales de catedral por el artesano español Eugenio Robreño.
Cuando se termina la quinta Silenia (1957) ya Carlos Celis Cepero había acumulado, pese a su juventud, una importante experiencia. Mientras realiza sus estudios en la Universidad Nacional de Colombia -Bogotá- (1943-1949), logra construir en esa ciudad el edificio Ricardo Murcia (1946), encabeza la comitiva (en la que también se encontraba Augusto Tobito) de la Sociedad Colombiana de Arquitectos y del gobierno nacional que guía la visita de Le Corbusier a Bogotá entre el 16 y el 24 de junio de 1947 importante (impulso para la planificación moderna de la ciudad), y vive los convulsos acontecimientos que se derivaron del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
Una vez en Venezuela (1950), Celis trabaja en el Ministerio de Obras Públicas hasta 1951 y participa en 1952 en la reorganización de la Sala Técnica del Banco Obrero (BO) que derivó en la creación del Taller de Arquitectura de dicho organismo (TABO) el cual, como se sabe, contó con Carlos Raúl Villanueva como Arquitecto Consultor y con Celis como su jefe de sala por la que pasaron también Carlos Brando Paz, José Manuel Mijares, Guido Bermúdez, Víctor Mantilla Bazo, Eduardo Sosa Rodríguez y un grupo de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela.
La participación de Celis en el TABO junto a Villanueva da como resultado los proyectos de la Unidad de Vivienda Pedro Camejo, en Sarría (inaugurada en 1952), la Urbanización Ciudad Tablitas, Catia (1953) y la Unidad Residencial El Paraíso (1954), todos dentro del Plan Nacional de Vivienda (1951-1955). En 1950 Celis diseña su muy bien lograda casa de habitación (conocida como “Las Hormigas”, ubicada en la urbanización Las Palmas, Caracas) y en 1952, con la asesoría de Villanueva en la arquitectura y de Willy Ossott en el cálculo estructural, se termina la construcción del Edificio Shell Caribbean Petroleum Corporation, Maracaibo.
Otros trabajos del arquitecto que nos ocupa son: el proyecto para el Complejo Habitacional Los Ilustres, plaza Los Símbolos (1957); el Centro de Ingenieros, Mérida, estado Mérida (1959) proyectado en 1957 junto Eduardo Dagnino C. por la firma Tekto, C.A.; el edificio San Lorenzo, ubicado en la Urbanización Los Caobos, Plaza Venezuela (1972), diseñado junto a Ana Teresa Caraballo-Gramcko; y la Iglesia Nuestra Señora de los Desamparados, Puerto Píritu, estado Anzoátegui (1980). Celis, valga acotarlo, valida su título de arquitecto en la FAU UCV formando parte de la promoción nº 10 en 1960 y se jubila como docente de esa institución en 1984. La quinta Silenia, a través del tiempo ha sufrido, lamentablemente, una serie de modificaciones de parte de la entidad que la ocupa (que, por cierto, cumple este año 60 de creada). Dichas intervenciones, obligadas por la necesidad de incorporar nuevas funciones o abrirle paso al crecimiento de otras existentes se han hecho sin respeto alguno por el proyecto original. Su presencia exterior, sin embargo, conserva en buena parte la prestancia que la acompaña desde el momento mismo de su construcción.
ACA
ERRATA

No quisiéramos pasar por alto la posibilidad de enmendar un error cometido en la nota ya citada al señalar la fecha en que se realizó la exposición Carlos Raúl Villanueva y la Ciudad Universitaria de Caracas, abierta en la sede de la FAD (Fomento de las Artes y el Diseño) en Barcelona, España. Allí colocamos que dicha muestra estuvo abierta entre el 26 de marzo y el 13 de mayo de 2008 cuando en realidad fue en el 2009.
UN EPÍLOGO PROVISIONAL

La semana pasada, cuando en la nota “Otro aniversario del nacimiento de Carlos Raúl Villanueva” hicimos el recuento de las exposiciones y muestras en la que se ha mostrado su obra a través del tiempo y a lo largo del mundo, dejamos fuera, por aquello de centrarnos en el hecho de que durante los últimos años su figura había alcanzado la autonomía merecida y necesaria, su presencia en la más reciente exposición organizada por el MoMA (29 de marzo al 19 de julio de 2015) titulada Latin America in Construction: Architecture 1955-1980, donde en el capítulo Venezuela el Maestro aparece de nuevo acompañado, en esta ocasión de profesionales más jóvenes que él (Tomás José Sanabria, Jorge Castillo, Federico Beckhoff, Jorge Romero Gutiérrez, Pedro Neuberger, Dirk Bornhorst, Jesús Tenreiro, Daniel Fernández-Shaw, Jorge Rigamonti, Jimmy Alcock y José Miguel Galia), cuya obra sin duda también ha trascendido y en ocasiones ha alcanzado la maestría del principal arquitecto venezolano.
La muestra, cuyo campo temporal se inicia justamente donde lo dejó Latin American Architecture since 1945 (abierta también en el MoMA entre 1954 y 1955 de la que se conmemoraron en 2015 sus 60 años), donde Villanueva representó en solitario a nuestro país, ofreció materiales históricos entre 1955 y 1980, y tuvo como curador a Barry Bergdoll, Patricio del Real como asistente de curaduría, Francisco Liernur como co-curador y Carlos Eduardo Dias Comas como curador invitado, quienes junto al departamento de arquitectura y diseño del museo recorrieron varios países latinoamericanos (Chile, Brasil, Perú, Cuba, México, Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico) en búsqueda de los temas clave de la época: el papel del sector público en la provisión de vivienda, la concepción de nuevos tipos de campus universitarios, la respuesta de la arquitectura y el urbanismo a los conceptos de “desarrollo” o la necesidad de una arquitectura que acompañase las políticas de modernización e industrialización, representados en fotografías raramente vistas (antiguas y recientes), dibujos arquitectónicos, modelos y clips de películas, dejando además para la posteridad un completo catálogo. Tampoco dijimos al finalizar la nota de la semana pasada que hasta ahora las exposiciones de Villanueva han pecado en su gran mayoría de descriptivas y han estado centradas en mostrar con la mayor cantidad de recursos posibles su obra tal cual es. Importantes trabajos de investigación realizados en los últimos años ofrecen a futuro, para quienes creen que el tema de Villanueva no está agotado, interesantes miradas que, contenidas en tesis y publicaciones, develan aspectos pocos conocidos u observados de su trayectoria. La fotografía, ya no la omnipresente de Paolo Gasparini sino la de quienes hoy se han dedicado a registrar momentos, detalles y aspectos imprevistos, también podría ser otro de los filones que enriquecerían la aproximación al Maestro. Ojalá, si ello ocurre, no quede por fuera el dibujo analítico y la visión crítica como recursos necesarios y complementarios de apoyo a lo estrictamente visual.
ACA
