
La imagen que hoy protagoniza nuestra postal nos muestra una hermosa perspectiva dibujada en grafito y creyón blanco sobre papel sepia, realizada por Carlos Guinand Sandoz (Caracas, 1889-1963), como parte del proyecto para la Capilla del Colegio San José de Tarbes (La Florida) alrededor de 1958, obra terminada de construir en 1961.
Guinand, quien junto a Carlos Raúl Villanueva, Manuel Mujica Millán y Luis Malaussena, pertenece a un grupo pionero en cuanto a darle entrada a la arquitectura moderna en el país se refiere, muestra dentro de su amplio currículum la participación entre 1950 y 1953 como profesor de la cátedra de acuarela y guache de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, justo en el período en que esta institución se estaba creando, quedando registrado, además, como uno de sus fundadores.
La biografía de Guinand recoge cómo desde su regreso al país en 1915, luego de cursar estudios superiores en el Technische Hochschule de Munich, manifiesta una clara inclinación por aproximarse a la defensa y conservación de la naturaleza, comenzando así una interesante periplo que lo llevará luego a proponer una arquitectura que utilizará formas neocoloniales y art-déco combinadas con un lenguaje académico, que derivará posteriormente hacia el modernismo. Hemos dicho periplo porque Guinand, quien se vincula entre 1915 y 1917 con la actividad agrícola, terminará cerrándolo con su designación en 1961 como presidente del Consejo Consultivo del proyecto “Parque del Este”, obra en la que se involucró intensamente (recordemos que diseña en este recinto el Planetario Humboldt) hasta que lo sorprendió la muerte.
Tampoco es de menor importancia señalar que Guinand, como Miembro de la Comisión Nacional de Urbanismo (1938), participó activamente en el proyecto del Plan Rector de Caracas, mejor conocido como «Plan Rotival», siendo invitado a concursar posteriormente (1941), al igual que Villanueva, en la primera oportunidad que se tuvo de ponerlo a prueba a través del proyecto de la Reurbanización de El Silencio.
Con el auxilio del libro de José Luis Colmenares titulado Carlos Guinand Sandoz (1989) y del catálogo de la exposición “Wallis/Domínguez/Guinand. Arquitectos pioneros de una época”, organizada por la Galería de Arte Nacional entre junio y septiembre de 1998, con la curaduría de Carmen Araujo Suárez y William Niño Araque, podemos precisar que la Capilla del Colegio San José de Tarbes de La Florida, tema que hoy nos ocupa, pertenece al momento en que Guinand preside la firma Guinand y Brillembourg C.A. (creada en 1955), y formó parte de un proceso que se inicia con otra capilla diseñada en 1957 para la misma congregación religiosa en su sede principal de El Paraíso, por lo que es muy difícil desvincular ambas realizaciones.

Lo común entre ambas, además del lenguaje utilizado, lleno de resabios academicistas propios de la transición que muestra la primera arquitectura moderna venezolana, es la presencia de un esquema compositivo que combina y articula un volumen cúbico con un elemento vertical que corona con el campanario. Temas tales como el manejo de la transición entre el interior y el exterior a través del uso de corredores y marquesinas, y la concepción de un espacio interior absolutamente moderno, resuelto con limpieza desde el punto de vista estructural e iluminado a través vitrales de proporción alargada son otras de sus semejanzas.
Sin embargo, el enclave que le tocó en suerte manejar en la capilla de La Florida (una pequeña colina que salva una altura promedio de cinco metros sobre el nivel de la calle), llevó a Guinand a prefigurar una propuesta de mayor impacto visual sobre el entorno urbano, que se aleja aún más del lenguaje académico, aproximándose decididamente a los códigos propios del neoplasticismo. Para ello basta analizar la decisión de colocar, en este caso, el volumen vertical del campanario hacia una esquina ya no tanto articulado sino más bien fusionado con el cuerpo principal.
Así mismo, la manera como se ha salvado el desnivel para llegar al edificio, la manera como se resuelven los accesos y el revestimiento con piedra de la colina modificada, nos hablan de una clara promenade manejada con sensibilidad y maestría que incorpora la monumentalidad como atributo de una obra de pequeña escala.
Carmen Araujo Suárez y William Niño Araque afirman, y no podemos menos que coincidir con ellos para cerrar, que se trata “de una de las capillas más limpias, claras y funcionalmente acabadas de la arquitectura venezolana”.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal y 1. Galería de Arte Nacional. Wallis/Domínguez/Guinand. Arquitectos pioneros de una época, 1998