… que en 1998, tras una pausa de más de 11 años, se realiza la IX Bienal Nacional de Arquitectura, obteniendo el Gran Premio Bienal CAV la Abadía Benedictina de San José, ubicada en Güigüe, estado Carabobo, proyectada por el arquitecto Jesús Tenreiro Degwitz (1936-2007)?

La Bienal Nacional de Arquitectura de 1998, por el hecho de congregar obras represadas a los largo de más de una década, se convirtió en un evento de notable repercusión dada la calidad y diversidad de los proyectos presentados.

Tuvo la particularidad de ser la primera en la que el trabajo ganador del gran premio y su autor no se hacían acreedores automáticamente del Premio Nacional de Arquitectura en virtud de que desde 1987 el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) comenzó a galardonar anualmente, no por una obra aislada sino por toda una trayectoria, a los más destacados arquitectos del país. De hecho, Jesús Tenreiro ya había sido seleccionado para el mismo en 1991.
A la Bienal 1987-1998, que se autocalificó como la de “La arquitectura venezolana de fin de siglo”, concurrieron 137 proyectos y publicaciones seleccionados de un total de 270 trabajos y se otorgaron premios en 10 categorías, además del Gran Premio Bienal CAV, el cual correspondió a la Abadía Benedictina de Güigüe obra de Jesús Tenreiro Degwitz. Se montó en las instalaciones del Museo de Bellas Artes de Caracas bajo los auspicios del Colegio de Arquitectos de Venezuela y la Fundación MBA y contó con la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV y la Revista Inmuebles como entes colaboradores. La curaduría de la exposición estuvo a cargo de Martín Padrón y José Francisco Cantón y se pudo contar con un catálogo del cual se imprimieron 500 ejemplares.
El país, valga acotar, se encontraba sumido para aquel entonces en una profunda crisis moral, social, económica y política, a las puertas de un proceso electoral que dio como resultado la llegada de Hugo Chávez Frías.

La Abadía Benedictina de Güigüe, cuyo proyecto se concluyó en 1984 y su construcción en 1990, constituye un punto culminante dentro de la brillante trayectoria de Jesús Tenreiro y una de las obras de mayor relevancia de cuantas se haya realizado dentro de la arquitectura venezolana. De ello dan cuenta numerosas crónicas y escritos que resaltan la solidez del planteamiento formal y espacial, la acertada respuesta al lugar donde se enclava, la simbología que su arquitectura asimila de las exigencias de la tradición iniciada por San Benito allá por el siglo VI, la claridad con que es resuelto el programa, la adecuada reinterpretación de la noción de claustro, el noble y correcto uso de los materiales, su austera presencia que invita al silencio, la oración y el recogimiento, el confort de sus instalaciones y la clara separación y articulación entre los espacios públicos y privados. La propuesta se vió, además, enriquecida, por el estrecho contacto que se dio a lo largo de todo el proceso de proyecto entre el arquitecto y los que en definitiva serían los usuarios del edificio, ocupantes hasta entonces del monasterio localizado en San José del Ávila, Caracas.
ACA
Procedencia de las imágenes
1 y 2. https://zona-arquitectura.blogspot.com/2015/01/no-vayan-la-abadia-de-guiguevenezuela.html