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“Los que hemos tenido la suerte de acompañar a Martín Vegas en un viaje, conocemos su manera de sentarse en el banco de una plaza y empezar a dibujar en una pequeña libreta de croquis lo que está viendo… sus libretas de croquis son ejemplo generoso de como nuestro ser entra en acción, y esta acción es lo que cuenta”.
Estas palabras de Federico Vegas, preceden a los maravillosos dibujos de su padre, el arquitecto Martín Vegas Pacheco (1926-2012), que fueron publicadas en el libro Croquis de viaje diseñado por John Lange en el 2012. Un sencillo tributo al final de su vida, que recoge parte de la exposición inaugurada el 20 de octubre de 2011 en la Sala TAC del Trasnocho Cultural, donde se mostraron libretas, bosquejos y fragmentos de su vida en algunos videos.
Croquis de viaje es una cuidada selección que en 190 páginas contiene el testimonio de la observación atenta de un viajero incansable y un arquitecto y dibujante excepcional quien a través de sus trazos nos acerca a su experiencia de observar el mundo con una mirada íntima. Vegas poseedor de una mano prodigiosa y una personalidad reflexiva, logró llenar de croquis y anotaciones cientos de libretas que íntimamente fue recopilando como un tesoro personal, apelando a la conjunción de la memoria, la percepción y representación como elementos fundamentales del arquitecto que viaja para maravillarse. Todo aquello que observa reaparece plasmado en el papel en hermosas acuarelas, trazos a lápiz y creyón, cargados de sentido que intentan plasmar “el lugar”, aquello que no se mide.


En los dibujos de Martín Vegas, cuidadosamente seleccionados por Federico Vegas y John Lange, todo adquiere la escala de un primer plano: rostros, calles, casas, monumentos, lugares cotidianos o paisajes donde la naturaleza se impone. Sus croquis más que desvelar los secretos de la práctica, (propios, por ejemplo, de algunos bocetos de Corbusier), son un empeño por fijar en la memoria la experiencia adquirida durante sus viajes interrogando al paisaje, a su arquitectura y sus habitantes, haciéndose acompañar de cortas reflexiones que evidencian su interés por el modelo de las ciudades europeas, la arquitectura vernacular, los pueblos venezolanos, su gente, el clima, la naturaleza, la vida urbana, el paso del tiempo, las lecciones del pasado y la civilización, entre muchos otros temas.


En cierta medida, Vegas valoriza el par dibujo/viaje como una dimensión que forma parte intrínseca de la educación del arquitecto y nos invita a salir a experimentar la realidad de primera mano, a recorrer el país y el mundo. A fomentar la curiosidad para adentrarnos en rutas desconocidas, nuevos aspectos de lo cotidiano y despertar aficiones e impulsos espontáneos.
El libro recuerda los innumerables registros de grandes arquitectos, para quienes, desde siempre, el apunte y el croquis de viaje han sido herramientas fundamentales dentro de su educación. Cabe recordar que jóvenes británicos del siglo XIX como John Soane, John Ruskin o Charles Rennier Mackintosh no concebían concluida su etapa formativa sin la realización de un viaje por Europa conocido como el “Grand Tour”. Llevar a cabo un importante itinerario también es asumido por Charles Édouard Jeanneret en 1911, cuando aún no se hacia llamar Le Corbusier, al realizar su célebre Viaje a Oriente; por Eric Gunnar Asplund quien en 1913 recorre Italia y el norte de África; por Alvar Aalto quien después de graduarse y antes de abrir su estudio profesional explora Europa durante 1921; y por Walter Gropius quien en 1928, tras renunciar a su cargo como director de la Bauhaus en Dessau hace otro tanto, por sólo mencionar algunos de los más conocidos.
Por otro lado, Croquis de viaje guarda una estrecha relación con dos publicaciones previas donde Martín Vegas junto a Ramón Paolini y Federico Vegas recorren el país por puro placer, para construir uno de los archivos fotográficos mas importantes sobre la arquitectura popular venezolana: Pueblos. Venezuela 1979-1984 (Fundación Polar, 1984), y Venezuelan Vernacular (Princeton Architectural Press, 1985).


Pueblos, un hermoso fotolibro impreso en Editorial Arte con textos de la curadora de arte Xiomara Jiménez, expone una mirada fotográfica hacia el mundo rural sustentada principalmente en las imágenes del arquitecto y fotógrafo Ramón Paolini acompañadas por las de Martín y Federico Vegas. El interés de este equipo de viajeros se concentró, según Xiomara Jiménez, en “divisar el lugar con mirada paisajística para luego ir en pos de retratos más próximos. De esta manera el repertorio dibuja un perfil de panorámicas, arquitectura, costumbres, creencias y faenas”. (https://prodavinci.com/sobre-el-fotolibro-pueblos-de-martin-vegas-ramon-paolini-y-federico-vegas/)
Venezuelan Vernacular, cuyo autor es Federico Vegas, introduce la mirada del escritor, como preámbulo a las imágenes a partir de un ensayo que busca fijar en el lector esa condición mas permanente de nuestra arquitectura, buscando acortar “la distancia entre dos extremos, entre lo vernacular o popular y lo civilizado o civilizatorio”. El libro muestra bellas tomas de paisajes, ciudades, calles, casas, ornamentos e iglesias, que nos permiten conocer algunos de los lugares que recorrió este trío de incansables viajeros por el interior del país: La Guajira, Carora, Los Roques, Páramo La Negra, Paraguaná, Laguna de Sinamaica, Pedregales, el Morro de Puerto Santo, San Juan de las Galdonas, Mucuquí, La Mesa, Choroní, Altagracia, Canoabo, San Isidro de Ceuta, Tucacas, San Rafael de Muchuchíes, Agua Larga, San Francisco de Tisnados, Mitare, Carache, Sinamaica, y El Tocuyo entre muchos otros.
En cierta medida, en las tres publicaciones se puede recoger lo que Xiomara Jimenez asevera en su reseña sobre Pueblos: que “el sentido de lugar adquiere un cierto espesor de experiencia viva, porque lo que transcurre de manera natural y cotidiana en esa geografía tan distinta a la de donde procede, se vuelve más inestimable”.
Los tres libros son evidencia de una historia compartida de vida y de viajes, que recoge la fascinación de Vegas Pacheco, Paolini y Vegas Pérez por la travesía la cual nos hace cuestionarnos sobre qué somos, de donde venimos y qué es este hoy en que vivimos. Viajes donde persiste la voluntad por llegar a un sitio para traducirla en dibujos, imágenes y palabras, que buscan revelar la hoy olvidada riqueza de los pueblos de Venezuela, como parte fundamental de nuestra herencia arquitectónica.

En cuanto a la figura de Martín Vegas Pacheco, bueno es reconocerlo, poco se ha escrito en profundidad. Sin embargo, Oscar Tenreiro -quien fue su alumno y ayudante en el Taller a su cargo en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo- narra en su Blog Entre lo cierto y lo verdadero en un artículo escrito a raíz de su fallecimiento publicado el 12 de agosto de 2012, que “Vegas era uno de los más claros representantes de una Venezuela vanguardista, que ocupaba un lugar en el mundo. Un arquitecto joven y mundano a partir de su experiencia en el Illinois Institute of Technology donde fue alumno del mítico Ludwig Mies Van der Rohe (1886-1969), arquitecto y diseñador industrial germano-estadounidense pionero de la arquitectura moderna”.
Por ello su labor docente estuvo muy vinculada a la filosofía docente de Mies, “donde prevalecía el dominio técnico del acero y el profundo conocimiento de los materiales que permitían rellenar el esqueleto metálico, donde era necesario conocer el problema técnico de las tolerancias dimensionales entre el acero y el concreto”. Elementos determinantes en el diseño, ensayados junto a José Miguel Galia en la magnífica Torre Polar, destacada en la primera edición de Latin american architecture since 1945 de Henry-Rusell Hitchcock, que hacía gala del espíritu modernizador del país.
Cuenta Tenreiro, que Vegas solía llevar a sus clases “dibujos a lápiz de partes de edificios, isometrías, donde se mostraban las distintas capas de materiales, los elementos metálicos, paredes dibujadas ladrillo por ladrillo, todo hecho con gran pulcritud y dominio técnico”.
Por otro lado, Tenreiro destaca que una de las grandes virtudes de Vegas Pacheco fue abrir oportunidades para la profesión. Como presidente de la Sociedad Venezolana de Arquitectos, Martín Vegas junto a Oscar González Bustillo fundaron en 1970 la Fundación para el Desarrollo de la Arquitectura (FUNDAR), ubicada en el sótano del Centro Comercial Chacaíto, cuyo objetivo fue crear un centro de información y promover la investigación en el área de la arquitectura y el urbanismo, la cooperación entre organismos públicos y privados, apoyar los estudios académicos y ofrecer créditos educativos a profesionales y estudiantes. FUNDAR, según Oscar Tenreiro se convirtió en un lugar de encuentro y un “un espacio de discusión excepcional”.



En cuanto a su obra arquitectónica, poco se ha indagado sobre lo que realizó individualmente fuera de su sociedad con Jose Miguel Galia. Su casa familiar, “Ladrillal” (1958) ubicada en la urbanización Chuao (hoy lastimosamente irreconocible), emerge como una de sus realizaciones más singulares y hermosas. Un ejercicio depurado de la forma, donde se percibe la exploración de un lenguaje que incorpora la influencia de la arquitectura de Mies.
Sobre esta obra en particular, Tenreiro comenta que “No era sin embargo de estructura de acero sino de concreto, material cuya superficie estaba intervenida a golpes de bujarda (aquí lo llamamos martillado) y tratado con algún tipo de barniz. Pórticos muy próximos, de dos pisos, que se sucedían en una planta estrictamente rectangular, con el ladrillo sólido como material de relleno y detalles de protección solar hacia la calle (el temido oeste del trópico) en aluminio de color natural. No exagero si digo que profesaba yo una admiración incondicional por esa casa, que se me antojaba modélica”. Y añade más adelante: “Siempre pensé que esa casa debía conservarse como monumento arquitectónico al igual que la de Graziano Gasparini, casi frente a ella”.
En resumen, parte de la historia de viajes de Martín Vegas se puede leer en en Croquis de Viaje, en Pueblos y en Venezuelan Vernacular. Su revisión y lectura, declaran y siembran la necesidad de acercarnos a conocer más nuestra realidad. Ellos representan apenas un pequeño capítulo de la importancia de nuestra herencia arquitectónica para Vegas Pacheco, quien, desprendido de posturas intelectuales y bajo una mirada íntima, dejó una profunda huella.
Martín Vegas Pacheco fue distinguido el año 1998 con el Premio Nacional de Arquitectura. De él hemos querido complementar esta nota con anécdotas sobre su faceta como docente y su obra individual, con el fin de despertar la necesidad de investigar en profundidad sobre su relevancia como parte de la segunda generación de arquitectos modernos en Venezuela.
IGV
Procedencia de las imágenes
Postal y 2. Martín Vegas. Croquis de Viaje, Sala TAC, 2011
3. Martín Vegas, Ramón Paolini y Federico Vegas. Pueblos. Venezuela 1979-1984, Fundación Polar, 1984
4. Federico Vegas. Venezuelan Vernacular, Princeton Architectural Press, 1985.
5. http://venezuelaehistoria.blogspot.com/2020/11/martin-antonio-vegas-pacheco.html y https://www.moma.org/calendar/exhibitions/2436/installation_images/19893
6, 7 y 8. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

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“Las Italias de Caracas” fue el nombre dado a la exposición nº61 montada en la Sala Trasnocho Arte Contacto TAC, ubicada en el Trasnocho Cultural del Centro Comercial Paseo Las Mercedes entre el 5 de julio y el 29 de julio de 2012.
La inauguración se realizó el 4 de julio, día del arquitecto en Venezuela, y contó con la presencia de una nutrida concurrencia que logró apreciar una impecable puesta en escena que tuvo a Hannia Gómez como curadora y redactora de los textos (con Valeria Ragonne como asistente), y a Frank Alcock como responsable de la museografía. La producción estuvo a cargo de la Sala TAC y DoCoMoMo Venezuela y la coordinación general le correspondió a Rosa Elda Fernández asistida por Lenny Briceño. Colaboraron con el montaje y la investigación documental los estudiantes de la FAU UCV que participaron en la pasantía ofrecida por DoCoMoMo Venezuela.
Con “Las Italias de Caracas” DoCoMoMo (Grupo de trabajo oficial de Venezuela para la Documentación y Conservación internacional de edificios, sitios y barrios del Movimiento Moderno, creado en 2010), dio un primer e importante paso que ha permitido ir registrando y documentando la huella dejada en la ciudad por diferentes oleadas migratorias que a lo largo del siglo XX vieron en Venezuela, un país de futuro donde poder asentarse y prosperar. De ellas, la italiana quizás haya sido la más numerosa y la que mayor incidencia haya tenido en su desarrollo urbano y su arquitectura.
Así, la exposición, junto a la investigación y registro que la acompañaron, buscó mostrar la relevante aparición de arquitectos y artistas de origen italiano en la conformación el paisaje construido de la ciudad a través de su obra. También ilustró la imperceptible presencia del diseño italiano en detalles que acompañan a muchos edificios e incluso en el interior de los hogares a través del mobiliario y utensilios que se usan a diario.

Para cumplir su objetivo, la muestra, a través de 25 paneles, contó con un importante despliegue fotográfico complementado por textos y estuvo enriquecida con la exhibición de muebles de época, objetos utilitarios y decorativos. Todo ello permitió al público conocer la influencia de arquitectos y artistas que con su propia sensibilidad creativa supieron exaltar el potencial paisajístico de Caracas a través de sus creaciones. Con las historias inéditas de un grupo de especialistas de renombre, con el maestro Gio Ponti a la cabeza de la lista, junto a Doménico Filippone, Nigra Montini, Graziano Gasparini, Antonio Lombardini, Ángelo Di Sapio, Juan Pedro Posani y muchos otros, Caracas amontonó imágenes y nomenclaturas de raíces peninsulares, bautizando calles y edificios con un carácter distintivo, muy bien documentadas en la exposición.
Como ya se insinúa del título escogido para la muestra, en Caracas se puede constatar no sólo el hecho de que ha sido varias ciudades a lo largo de su historia, sino también que en ella coexisten en su interior zonas que son reflejo de las diversas intervenciones que constructores, arquitectos y urbanistas han realizado dotándolas de un sello característico. Es en este sentido que la mano de la inmigración italiana se ha hecho presente en urbanizaciones, avenidas y edificaciones que con la mirada acuciosa de los curadores han podido ser develadas. La impronta cultural plasmada en costumbres, gastronomía y vocabulario sería una derivación del importante esfuerzo realizado.
Ante el hecho de que la mayor parte de las imágenes expuestas en la sala habían sido captadas recientemente, Hannia Gómez, vicepresidenta del capítulo venezolano de DoCoMoMo y curadora de la exposición expresó en su momento: “Nos interesan las fotos históricas, pero también las contemporáneas porque queremos mostrarle a la gente que éstas no son construcciones viejas sino edificios que están vivos, que habitan la ciudad”.



Cabe resaltar como parte del montaje, la elaboración de un impactante “Mosaico” que ocupó la pared oeste de la sala (con diseño gráfico de Sandra Carrillo con base en el aporte de un total de hasta 14 fotógrafos), y que habla de la presencia anónima de la cultura italiana en la ciudad: “… está construido con los murales, cornisas, pavimentos, arlequines, luminarias, rótulos, nombres, molduras, yeserías, almohadillados, frisos, spacatto, relieves, terracotta, estatuaria, relieves, herrerías, mármoles, plafones, cerámicas, barandas, ornamentos y mosaicos italianos de Caracas. Los edificios que lo componen no son monumentos históricos… pero pudieran serlo. No sabemos quién los hicieron… pero llegaremos a saberlo. Son el anónimo legado de un gran pueblo de constructores, que llegaron a esta ciudad e hicieron en ella otra ciudad. Hasta hoy invisible”, señalará Hannia Gómez en el texto que lo acompaña.
También el texto introductorio que recibía a los asistentes hace mención del empuje de la mano de obra italiana, destacando la manera como el anonimato no ha sido obstáculo para evidenciar la procedencia de quienes construían la ciudad: “Una multitud valerosa de trabajadores que vinieron a reconstruir sus vidas, y que, haciéndolo, lo primero que reconstruyeron fue su propia ciudad fragmentada. Fugitivos de los problemas de sus países, llegaron para llenar el valle de los fragmentos arquitectónicos y urbanos de sus recuerdos. El momento constructivo que el país vivía debido al boom petrolero, encontró en estos refinados arquitectos, experimentados ingenieros, sabios constructores, poéticos artistas y magníficos artesanos italianos la herramienta más eficiente para la transformación del entorno, aprendiendo de ellos, confiando en ellos… y también volviéndose un poco ellos”.

La exposición fue acompañada con la publicación de un estupendo catálogo que recoge todo el trabajo curatorial e investigativo desplegado, el cual fue diseñado por Antonio Huizi y Bettina Bottome, quienes también tuvieron a su cargo la diagramación de los paneles de soporte que llenaron la sala. La Galaxia fue la imprenta escogida para garantizar la reproducción de hasta 1000 ejemplares.
Programada para montarse en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo entre los días 30 de abril hasta el 27 de mayo de 2013, «Las Italias de Caracas» permitió sin duda, como bien señala Hannia Gómez en el texto introductorio, constatar cómo “El capítulo italiano de la herencia moderna de Caracas, en sus divinas hibridizaciones con la cultura local, cambió la psicología ambiental de la ciudad moderna, revelándole a la gente culturalmente el potencial escénico del lugar, la especificidad de los sitios, y enseñándolos a hacer una arquitectura más urbana. Sin sus Italias, el ambiente vital de Caracas nunca será el mismo”.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. https://www.ciefve.com/site/las-italias-de-caracas/
1, 2, 3 y 4. Las Italias de Caracas, catálogo de la exposición del mismo nombre, Trasnocho Cultural, Sala TAC, julio-agosto 2012

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La exposición itinerante “Rogelio Salmona: espacios abiertos/espacios colectivos” llega a Caracas el año 2010, con los auspicios de la Embajada de Colombia, la Fundación Rogelio Salmona y la Sala Trasnocho Arte Contacto TAC, como una de sus últimas escalas internacionales, tras haber sido montada por primera vez en 2006 e iniciado un periplo que la llevó a ser apreciada en 16 países de Europa, Asia y América y en las ciudades más importantes del mundo.
La muestra, realizada conjuntamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Cultura de Colombia, la Sociedad Colombiana de Arquitectos – Seccional Bogotá D.C. y Cundinamarca, el Banco de la República, las universidades Andes y Nacional de Colombia, y el apoyo de entidades privadas del campo de la arquitectura, contó con la curaduría de: Cristina Albornoz, Silvia Arango, Diana Barco, Ricardo Daza, Marta Devia, María, Elvira Madriñán, José Ignacio Roca y Tatiana Urrea.
El montaje reunió una selección de 21 proyectos con más de 200 objetos entre planos, dibujos, fotografías, maquetas, videos y facsímiles de dibujos realizados entre 1958 y 2006, que buscaban dar una visión amplia de más de cincuenta años de trabajo del arquitecto colombiano Rogelio Salmona (París,1929-Bogotá, 2007), quizás el más destacado profesional de ese país durante el siglo XX y uno de los más valorados en América Latina.


La temática que se encuentra tras el título que se le dio a la exposición se soporta en el hecho de que Salmona desde que comienza a ejercer la arquitectura en Colombia a finales de los años 1950, tras su formación como arquitecto combinada entre la Universidad Nacional de Colombia (donde cursó tres semestres debiendo interrumpir sus estudios en 1948), su posterior ingreso en el Taller de Le Corbusier en París (donde trabajó por casi diez años) y la culminación de sus estudios en la Universidad de Los Andes (donde obtuvo el título de arquitecto en 1962), fue desarrollando una obra en la cual la construcción del espacio colectivo ocupa un lugar preponderante, buscando de esta manera superar las limitaciones del funcionalismo y explorar alternativas diferentes para la arquitectura colombiana.
Esta preocupación por crear espacios públicos-democráticos-lúdicos, en los que la gente pueda reunirse, está presente tanto en sus proyectos urbanísticos, donde insiste en un modelo de ciudad abierta, como en sus proyectos institucionales, donde desarrolla nuevas expresiones de espacio colectivo y apropiable –como las cubiertas que se pueden recorrer–, y en el diseño de casas, en las cuales la vida cotidiana se organiza en torno a un patio central.
La posibilidad de apreciar tales valores dentro de la obra de Salmona llevó a los curadores de la muestra a establecer cinco categorías vinculadas a otros tantos ejes temáticos que buscaban evitar una aproximación estrictamente cronológica, para establecer correspondencias y vínculos entre obras realizadas en diferentes épocas y con programas diversos: Contra/propuestas urbanas, Traza y memoria, Composición y recorrido, Topografías y Extender el límite.

De acuerdo a lo expresado en el libro-catálogo de la exposición, Contra/propuestas urbanas permite valorar en Salmona sus “grandes proyectos urbanísticos innovadores en los cuales hay una voluntad de crear espacios que posibiliten un sentido de colectividad”, línea que conduce “a su ejemplo más paradigmático en las Residencias El Parque, un conjunto de edificios que se estructura en torno a plazoletas y recorridos, y que se integra de manera orgánica con el espacio público del contiguo Parque de la Independencia y con el resto de la ciudad”. Además de las Residencias El Parque en Bogotá (1965-70, también conocidas como Torres del Parque), en este segmento se muestran la Urbanización El Polo Club, Bogotá (1959-63), la Fundación Cristiana de la Vivienda, Bogotá (1963-65), el Desarrollo Urbano Timiza, Bogotá (1968-75) y la Urbanización Usatama, Bogotá (1967, sin construir).

“Traza y memoria incluye proyectos en los cuales Salmona incorpora referencias a la historia y a la memoria: recupera la memoria de la quebrada de San Francisco en la remodelación de la Avenida Jiménez, consolida la memoria de la Nación en el Archivo General, así como los referentes del claustro urbano y el patio, tipologías históricas que retoma desde una aproximación contemporánea, como es el caso de la Casa de Huéspedes de Colombia, en Cartagena”. Aquí se muestran fotografías, originales, dibujos, maquetas y videos de los siguientes proyectos: Recuperación de la Avenida Jiménez de Quesada, Bogotá (1998-2000), Renovación Urbana Nueva Santa Fe de Bogotá (1985-87), Archivo General de la Nación, Bogotá (1988-92) y Casa de los Huéspedes de Colombia, Cartagena (1980-82).

“Composición y recorrido presenta algunos de sus proyectos más interesantes, donde explora la simultaneidad y la sucesión de espacios en los cuales el usuario es invitado a descubrir la totalidad de las superficies, como techos y cubiertas, reconociendo el edificio al recorrerlo”. Para ejemplificar este eje temático dentro de la exposición fueron seleccionados: el Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán, Bogotá (1975-89), el Museo Quimbaya, Armenia (1984-85), el Colegio Gimnasio Fontana, Bogotá (1992-2005) y el Edificio de Postgrados de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá (1995-99).

“Topografías pone en evidencia una de las preocupaciones centrales en el trabajo de Salmona: la forma como el edificio se enfrenta al lugar en donde será construido, al adaptarse al terreno y sus características ambientales o al utilizar la arquitectura misma para construir el lugar y generar y controlar su topografía”. Se muestran aquí otros cuatro proyectos: Cooperativa Los Cerros, Bogotá (1961-63), Edificio Alto de los Pinos, Bogotá (1976-81), Casa en Rio Frío, Tabio (1997-2000) y Biblioteca Pública y Parque Virgilio Barco, Bogotá (1999-2002).

“Extender el límite reúne algunos de sus trabajos más recientes, en los cuales el arquitecto explora nuevos caminos o desarrolla con detalle los ya explorados, y expande aún más su repertorio de materiales, temas y recursos compositivos. En varios de sus proyectos recientes, Salmona abandona el ladrillo que le es característico, para experimentar con el concreto como material dominante…”. Tales son los casos de: la Casa Altazor, Bogotá (2002-04), la Casa Altos del Chicó, Bogotá (2001-03), el Centro Cultural Gabriel García Márquez, Bogotá (2004-06), el Centro para el desarrollo Cultural de Moravia, Medellín (2004-07) y el Centro Cultural Biblioteca y Conservatorio para la Universidad de Caldas, Caldas (2003-18).
La exposición, inaugurada el año anterior al fallecimiento del maestro colombiano, puede considerarse como el origen de lo que será a partir de 2009 la creación de la Fundación Rogelio Salmona (https://www.fundacionrogeliosalmona.org) cuya misión es “Conservar y Re-crear la obra, el pensamiento y las enseñanzas del arquitecto, mantenerlos vigentes, e Incidir en las políticas públicas propiciando espacios públicos y arquitectura respetuosa del contexto geográfico y sociocultural, para fomentar la convivencia y la formación ciudadana, y así una mejor calidad de vida. La Fundación concibe el espacio público como aquel que pertenece a todos los ciudadanos, propicia su libre expresión, contribuye decisivamente al mejoramiento de su calidad de vida y fortalece la construcción del tejido social”.

Las actividades iniciales de la Fundación derivaron en la convocatoria el año 2014 del primer ciclo del “Premio Latinoamericano de Arquitectura Rogelio Salmona: espacios abiertos/espacios colectivos”, que congregó 22 obras de todo el continente en las que se evidenciara la filosofía de la obra y trayectoria profesional del maestro colombiano, tendientes a enriquecer las urbes con una arquitectura donde los espacios abiertos contribuyeran a la consolidación de una arquitectura más participativa y democrática. En aquella versión del premio, que se ha repetido en 2016 y 2018, el jurado seleccionó al «Edifício Projeto VIVER, Sao Paulo Brazil de FGM Arquitetos, Fernando Forte, Lourenço Gimenes e Rodrigo Marcondes Ferraz».
Por otra parte, no debe dejar de señalarse que Salmona visitó en varias oportunidades nuestro país (una de ellas durante la celebración del VI Seminario de Arquitectura Lainiamericana -SAL- en abril de 1993), donde su obra ha sido estudiada y admirada y donde dejó importantes vínculos afectivos. La última ocurrió el año 2006 cuando se presentó en auditorio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.

Para Salmona, el compromiso ético del arquitecto en una sociedad llena de carencias está justamente en posibilitar una vida digna y un sentido de comunidad, a través de edificios entendidos como espacios abiertos y democráticos, en el sentido más amplio del término. Según sus propias palabras: “La ciudad es ciudadanía, con su gente, instituciones, monumentos, su cultura, su arquitectura y espacio público, y con la fisonomía que ha ido adquiriendo y construyendo en el tiempo es la gran propuesta civilizadora de la humanidad”.
Entre los múltiples reconocimientos de que fue objeto Rogelio Salmona en vida destacan: el Premio Nacional de Arquitectura otorgado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos en 1976, 1986, 1988 y 1990; Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia (1995); el Premio América de Arquitectura otorgado por los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (1995); el Premio Príncipe Claus (1998); el Premio Arquitecto de América de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos (1999); el Premio Medalla Alvar Aalto de la Asociación Finlandesa de Arquitectos (2003); la Condecoración Gran Orden Ministerio de Cultura, Ministerio de Cultura de Colombia (2006); la Condecoración a las Artes y Letras, en el Grado de Oficial, Gobierno Francés (2007); y el Premio de la Excelencia en Diseño Lápiz de Acero en la categoría Vida y Obra (2007).
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela
3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. https://www.fundacionrogeliosalmona.org/proyecto