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VALE LA PENA VOLVER A LEER

1. Portada de la primera edición en inglés de El Manantial.

A propósito de los 80 años de El Manantial de Ayn Rand.

The Fountainhead (El Manantial en su traducción al español), desde su aparición en 1943, se convirtió en un libro que, proveniente de la literatura, por la trama que sigue y los temas que toca fue leído con avidez por los arquitectos de la época produciendo un importante impacto en el pensamiento y quehacer profesional durante años.

Mucho se ha escrito a partir del momento en que Ayn Rand, seudónimo de la escritora Alisa Zinóvievna Rosenbaum (San Petersburgo, 2 de febrero de 1905-Nueva York, 6 de marzo de 1982), se valió de la obra para plasmar buena parte de su postura filosófica: el objetivismo, corriente que no admite coerciones que menoscaben la libertad individual, más allá del respeto a la libertad de los demás, y que la propia Rand expondrá como una filosofía formulada “para vivir en la tierra” y que “es, en esencia, el concepto del hombre como un ser heroico, con su propia felicidad como propósito moral de su vida, con el logro productivo como su actividad más noble y con la razón como su único absoluto”.

2. Ayn Rand y dos de sus libros de corte ensayístico traducidos al castellano. La virtud del egoísmo (1961) e Introducción a la epistemología objetivista (1979)

De manera concisa, tal y como recogemos de Wikipedia, Rand construye una metafísica basada en la realidad objetiva (“los hechos son los hechos, independientemente de los sentimientos, deseos, esperanzas o miedos de los hombres”); propugna una epistemología sustentada en la razón (“la facultad que identifica e integra las percepciones provistas por los sentidos de los hombres”), entendida “como único medio de percepción de la realidad del hombre, su única fuente de conocimiento, su única guía para la acción, y su medio básico de supervivencia”; defiende el concepto de “egoísmo racional” donde “el hombre -cada hombre- es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por sí mismo y para sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a otros. La búsqueda de su propio interés racional y de su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida”; y entenderá al capitalismo laissez-faire como sistema político ideal: “un sistema en el cual los hombres tratan unos con otros no como amos y esclavos, sino como comerciantes, mediante intercambio libre y voluntario, en beneficio mutuo. Es un sistema en el cual ningún hombre puede obtener ningún valor de otro mediante el uso de la fuerza física, y ningún hombre debe iniciar el uso de la fuerza física contra otros”.

3. Ediciones recientes en castellano de las tres novelas más importantes de Ayn Rand. Los que vivimos (1936), El Manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957)

Por tanto, El Manantial, su trama, sus personajes y los diferentes roles que asumen no puede entenderse sin conocer la manera como Ayn Rand construye su polémico y radical andamiaje filosófico. De tal manera, la novela se revela como “una oda al individuo frente a la masa,…una defensa del individualismo frente al colectivismo, del egoísmo racional frente al altruismo, de la integridad frente a la inexistencia de dignidad, de la autorrealización personal frente al sacrificio por los demás, de la razón frente al misticismo, del desarrollo del ingenio frente a la mediocridad, de la expresión del amor a través de la aportación de valor y la mutua admiración frente a las historias de amor basadas en la necesidad”, como se expone en el blog Desde fuera de la pecera en su entrega del 2 de mayo de 2014 titulada “El Manantial de Ayn Rand o de la historia de un hombre libre enfrentándose a la masa”.

La elección por parte de Rand de la arquitectura como universo en torno al cual aglutinar el argumento de la obra, debido a su indudable potencia como símbolo de progreso, su cruce de expresión artística y función práctica y su dialéctica indudable de arte por encargo, hicieron de ella el vehículo ideal para el conflicto ideológico que su autora deseaba construir a partir de sus postulados objetivistas.

4. Gary Cooper interpretando a Howard Roark en la película El Manantial (1949) de King Vidor basada en el libro de Ayn Rand.

Howard Roark, arquitecto que no terminó la carrera por no compartir los criterios que esgrimían sus profesores y que reivindica al hombre creador que razona por sí mismo, es el protagonista del libro. Desde su profesión, a la que ama, encarnará los valores propugnados por Rand (traducidos en independencia, integridad, honestidad, justicia, productividad y orgullo), y luchará indoblegable contra una sociedad en la que el ego -en el sentido de la autorrealización- se anula a favor del grupo. Roark, hombre de gran fortaleza -física y mental-, que toda su vida estuvo relacionado de alguna manera con la construcción, ya sea ejerciendo de albañil hasta llegar a hacerlo de arquitecto, que sigue su camino, que no es políticamente correcto, simplemente quiere edificar sus ideas. “No quiere construir para satisfacer el deseo de los clientes, sino que quiere tener clientes para poder construir. Tiene su propio criterio y no está dispuesto a mostrar en sus construcciones copias del pasado. Concibe la arquitectura como una disciplina que debe cumplir la función de generar calidad de vida en los clientes -una función útil- y que debe, a su vez, ser una continuación coherente de la personalidad del que habita el espacio. Sus construcciones son producto del uso que hace de la razón para lograr esos objetivos, y por tanto, no van recargadas de adornos inútiles que no cumplen ninguna función como puedan ser columnas dóricas de adorno, cornisas, o algún resto del pasado griego. Si alguien intenta incluir en sus proyectos este tipo de cuestiones, Howard es implacable y se niega a realizarlo. No gasta ninguna energía en dar sus explicaciones o convencer al cliente; ‘sólo’ rechaza el proyecto y sigue su camino”, acotan en Desde fuera de la pecera.

5. Howard Roark (Gary Cooper) y Peter Keating (Kent Smith) en una escena de la película El Manantial.
6. Fotograma de la película intervenido señalando el tipo de arquitectura que planteaban Howard Roark y Peter Keating.

Su contraparte dentro de la trama de la novela la constituirá Peter Keating, estrella del mundo de la arquitectura de Nueva York, rico y famoso. Graduado con honores complaciendo a sus profesores, al contrario que Roark, no quiere tener clientes para construir sino para lograr el reconocimiento público, pasando la arquitectura a un segundo plano. Si Roark encarna de manera ejemplar, íntegra y no espectacular a través de su individualismo los ideales de la modernidad, construyendo un estilo relacionado con un modo de hacer y no con una herencia de lenguajes y formas, Keating se vende al mejor postor y acepta realizar mediocres edificios eclécticos y espectaculares llenos de concesiones al pasado. Se beneficia del trabajo de Roark quien desarrolla proyectos a su nombre con tal de verlos finalizados siempre que se siga al pie de la letra sus planteamientos que sólo busca verlos hechos realidad. Un punto culminante dentro de la trama lo constituye el momento en que Roark diseña un proyecto de viviendas encargado por Keating que sufre numerosas modificaciones sin que éste haga nada por detener a quienes las incorporan. Finalmente, una vez construido el conjunto en tales condiciones, Roark lo dinamitará asumiendo todas las consecuencias.

7. Los personajes de la novela y sus intérpretes dentro del reparto de la película.

Otros personajes que complementan el elenco de la novela son: Ellsworth Toohey, influyente crítico de arquitectura, encarnación del altruismo (en el que Roark no cree) y quien desde su tribuna elabora estrategias que van a favor de la masa y en contra del individuo e impone sigilosamente pensamientos, modas, valores y todo aquello que fomenta la uniformidad y la mediocridad en lugar del mérito y la excelencia. Considerado el villano de la obra, Toohey tendrá siempre a Roark en la mira de sus malintencionadas intervenciones. Gail Wynard, magnate dueño del periódico Banner y de otras muchas empresas, rico y muy inteligente. Pasó de condiciones de vida miserables, casi indigentes, en los suburbios de Nueva York, a controlar gran parte de los medios impresos de la ciudad. Mientras Wynand comparte muchas de las cualidades de Roark, su éxito depende de su habilidad para complacer a la opinión pública, un defecto que finalmente lo lleva a su caída. Dominique Françon, eje de la trama amorosa, considerada por Rand como «la mujer para un hombre como Howard Roark”, aunque lo admira y se entrega a él terminará casándose con Keating. Es la hija de Guy Françon, un arquitecto exitoso pero poco creativo. Ha sido testigo de cómo grandes creadores o grandes hombres y mujeres han sido hundidos por la masa, han sido perseguidos por ser excelentes en su trabajo, han sido comprados o chantajeados por gente como Gail Wynard.

El libro, que Ayn Rand dedicó a su esposo Frank O’Connor, gran apoyo afectivo y moral a lo largo de su exitosa y a veces difícil carrera de escritora, se estructura en cuatro partes que llevan los nombres de los personajes principales. La primera de 15 capítulos se denomina Peter Keating; la segunda, también de 15 apartados lleva por nombre Ellsworth M. Toohey; la tercera con 9 episodios se llama Gail Wynard; y la cuarta y última se dedica al protagonista principal Howard Roark con 20 secciones. La obra verá su primera edición en español en 1958.

8. Posters promocionales de la película en castellano y en inglés.

El Manantial amplió en 1949 su influencia aún más gracias a la producción de Warner Bros Pictures en blanco y negro de la película del mismo título, protagonizada por Gary Cooper acompañado por Patricia Neal, Raymond Massey, Kent Smith, Robert Douglas, Henry Hull, Ray Collins, Moroni Olsen, Jerome Cowan y dirigida por King Vidor, con guion de la propia Rand quien logró controlarlo minuciosamente de una forma completamente desacostumbrada en Hollywood, donde los estudios se toman todo tipo de libertades con los guiones originales. Bien realizada, fiel a lo esencial de la trama argumental de la novela y con énfasis en elementos que acentuaban las tesis objetivistas de su autora, el filme, que no cubrió del todo sus expectativas, sin embargo, apuntaló una obra de referencia para liberales y conservadores, que compartían sus profundas lecciones filosóficas sobre el poder del individuo frente al conformismo de las masas.

9. Diseños de Edward Carrere presentes en la película de la mano de Howard Roark. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Tienda, granja, fábrica y residencia.

Rand intentó incorporar la participación de Frank Lloyd Wright (de quien se dice existen muchas similitudes con el protagonista) para la creación de las propuestas de los edificios que saldrían en el largometraje. Los elevados honorarios que Wright exigió hicieron imposible su inclusión, lo cual provocó que recayera la responsabilidad de elaborar los diseños que vemos en el film en el director artístico Edward Carrer, quien logró dotarlos de características y elementos de la arquitectura racionalista como son los voladizos, los muros cortina, los materiales industriales, así como la escasa ornamentación, la asimetría o la planta libre.

Después de 80 años y ya en pleno siglo XXI no sería descabellado rescatar de El Manantial buena parte de los principios que a partir de sus personajes y sus actuaciones mantienen plena vigencia y son susceptibles de formar parte de cualquier discusión que involucre tanto la enseñanza con el ejercicio de la arquitectura. Preguntas como ¿qué significa la integridad?, ¿qué es ser coherente?, ¿qué implica tener una práctica profesional ética? o disquisiciones sobre el peso de la libertad individual y su sumisión a lo que se impone desde lo colectivo, del papel que juegan la creación y la innovación o el impacto que en todo ello pueda tener la globalización y la preocupación por el cambio climático, quedan en el aire para quienes se aventuren a leer las más de 750 páginas de un libro que, luego del rechazo recibido por una docena de editoriales antes de ser finalmente publicado, se convirtió rápidamente en un best-seller habiéndose vendido más de 6,5 millones de copias en todo el mundo.

Ayn Rand todo un personaje público y “la pensadora liberal más influyente de todos los tiempos”, a pesar de su éxito como escritora (su obra La rebelión de Atlas -1957- es el segundo libro más vendido en los Estados Unidos después de la Biblia), siempre fue poco valorada por los amantes de la gran literatura.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://en.wikipedia.org/wiki/The_Fountainhead

2. https://es.wikipedia.org/wiki/Ayn_Rand y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

3 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

4. https://arqa.com/destacados-uruguay/el-manantial-1949.html, https://www.elespectadorimaginario.com/el-manantial/ y https://www.carrilloarquitectos.com/el-manantial-fountainhead/

5. https://www.elespectadorimaginario.com/el-manantial/

6. https://elpezvolador.wordpress.com/2009/08/10/el-manantial-de-ayn-rand-i/

7. https://www.lavanguardia.com/peliculas-series/peliculas/el-manantial-24650

9. https://cinefagosmuertos.wordpress.com/2019/06/11/el-manantial-la-forma-sigue-a-la-funcion/

LA NOTICIA DE LA SEMANA

El hogar de la discordia

Elsa Fernández-Santos


Tomado de El País (ICON)

28 de abril de 2017

En un momento de El Manantial (1949), la película de King Vidor en la que Gary Cooper interpreta a un arquitecto inspirado en parte en Frank Lloyd Wright, todo el mundo le repite el mismo mantra: “Cede, cede…”.
Pero él se aferra a sus convicciones, a su ideal de un mundo nuevo y perfecto. Más de medio siglo después, Jeff Bridges se pone el traje de otro tozudo y tenaz proyectista, el alemán Mies van der Rohe, para narrar la agria polémica que rodeó a un hito de la historia de la arquitectura: la casa Farnsworth. La icónica vivienda enfrentó al arquitecto y a la propietaria, Edith Farnsworth, interpretada ahora por Maggie Gyllenhaal.
En su lucha con el arquitecto, la dueña de la espectacular mansión destapó sus tormentos: “En esta casa, con sus cuatro muros de cristal, me siento como un animal al acecho, siempre alerta, siempre inquieta”, dijo.
La poética de los espacios frente a la prosaica realidad, la armonía y la belleza frente al lastre de la escobilla del baño o el portarretratos familiar.
En el maravilloso documental Koolhaas houselife, Guadalupe, la mujer extremeña encargada de limpiar la mítica Casa Burdeos, resumía el choque de trenes pormenorizando los problemas cotidianos de limpiar una obra maestra. El propio Koolhaas, sorprendido con la película, declaró: “Aquí chocan dos sistemas, una concepción platónica de la limpieza con una concepción platónica de la arquitectura”.
Guadalupe luchaba contra las goteras como, según admitió Sáenz de Oiza, los inquilinos de Torres Blancas, en Madrid, lucharon contra sus angostas cocinas o contra el exceso de curvas a la hora de poner una simple estantería.
O, más recientemente, la fálica torre Agbar de Barcelona, obra de Jean Nouvel y símbolo de esa arquitectura-viagra tan potente por fuera como desastrosa por dentro: sus oficinistas se quejaban de demasiada luz, persianas que no se cerraban y, para colmo, sin vistas.
La historia de la casa icónica diseñada por Mies van der Rohe aparecerá próximamente en la gran pantalla, con el actor ganador de un Oscar Jeff Bridges representando al famoso arquitecto modernista.
La película seguirá la relación entre Mies y su cliente, Edith Farnsworth, durante el diseño y construcción de la vivienda con forma de caja de vidrio.
La película todavía no tiene una fecha de lanzamiento, pero Bridges ha sido confirmado para representar a Mies, mientras que Maggie Gyllenhaal ha sido elegida para el papel de Farnsworth.

Farnsworth encargó la casa en 1945 como un escape donde podía dedicarse a sus aficiones, relajarse y disfrutar de la naturaleza.
Su relación con Mies comenzó siendo amable, y, al parecer romántica, pero su asociación se descompuso y dio lugar a una batalla legal sobre los costos de construcción de la casa.
Farnsworth House se considera un importante ejemplo del estilo internacional y una de las obras más veneradas de Mies. Se construyó entre 1946 y 1951.

Nota:

Para los interesados en conocer otro episodio de las complejas relaciones que se dan entre arquitecto y cliente, referido en este caso a Le Corbusier y Eugénie Thellier de La Neuville,
esposa de Pierre Savoye (propietarios de la legendaria Villa), recomendamos ampliamente leer
Las horas claras (2013)de Jacqueline Goldberg, Premio XII Concurso Anual Transgenérico 2012, otorgado por la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana.

ACA