El trabajo de Andrés Jaque ha supuesto una transformación radical de la forma en que la arquitectura se entiende, se comunica y se practica. El impacto es global, aunque especialmente notable en la arquitectura española. A través de la microhistoria, su trabajo desvela arquitecturas aparentemente omitidas en las historias de la arquitectura, sus archivos y sus plataformas operativas. Si los grandes relatos se han centrado en obras, personajes y acontecimientos que confirman la relación entre la disciplina y las estructuras de poder, Jaque insiste en el protagonismo de agentes, humanos y no humanos, que operan en la vida cotidiana y son fundamentales para entender las políticas espaciales contemporáneas. Mies y la gata Niebla es la primera publicación que recoge los ensayos de Andrés Jaque y la plataforma que fundó en 2003, Office for Political Innovation, desde la que opera.
Ediciones 1:100 en el nº 61/62 de su serie Revistas presenta a lo largo de 160 páginas una recopilación de notas, opiniones, documentación, fotografías, croquis, planimetría y entrevistas, que abarcan un total de 6 obras e invitan a cada uno de los lectores a profundizar en los proyectos del arquitecto alemán. Transcribimos a continuación la nota editorial preparada por el arquitecto Sergio E. Daniszewski.
“Debemos dominar las fuerzas que se han desatado y estructurarlas de acuerdo a un nuevo orden, un orden que permita a la vida disponer de un espacio para desarrollarse en libertad”.
Ésta es una de las frases que Ludwig Mies van der Rohe entonó en una ponencia en Berlín en el año 1928 y que podría aunar los conceptos que practicó en el ejercicio profesional y académico durante toda su vida.
Por su rol como director en la Bauhaus, la aplicación de la tecnología, la construcción del espacio, su mobiliario, sus célebres frases… si tendríamos que encontrar un personaje que reúna en sus obras los principales conceptos de la arquitectura moderna, seguramente, la gran mayoría pensaríamos en Mies.
El pabellón de Barcelona (1928) fue el punto de partida para desarrollar esta publicación, la importancia de esta pequeña obra como catalizador físico de un pensamiento único e innovador camino al desarrollo de un Espacio Universal, un cambio radical en cuanto a la forma de concebir el espacio.
Difícilmente se podrá encontrar otra obra que agrupe todos (o casi todos) los conceptos fundamentales de la arquitectura moderna: estructura independiente, relación interior/exterior, materialidad y flexibilidad.
A partir de esta obra, los elementos constructivos sustentantes se alejaron del espacio interior en sus proyectos para siempre. Después de su paso por la Bauhaus en 1930, y sobretodo posteriormente residiendo en los Estados Unidos, comenzaron los encargos que permitieron seguir la línea de estos conceptos y explotarlos al máximo.
La casa Tugendhat (1928), la Farnsworth (1946), el Crown Hall (1950) y la Neue National Gallerie (1962) complementan al Pabellón de Barcelona en esta edición especial donde exponemos los más importantes proyectos de Mies van de Rohe con material de archivo exquisito. A su vez, incluimos las palabras de especialistas en la obra de Mies que dan foco sobre los puntos destacados de su trayectoria.
Estoy convencido que a lo largo de estas páginas todos podremos recorrer un camino por muchas de las obras de arquitectura más sobresalientes del siglo XX. Para esta casa editorial es un placer y un honor poder acercarles esta completa publicación y seguir enriqueciendo sus bibliotecas con la selección de obras de Revista 1:100.
Quiero resaltar el apoyo de la Fundación Mies van der Rohe y de Miriam Giordano que a lo largo de este proceso colaboraron para lograr reunir todo lo necesario para presentar este documento. A su vez, agradecer especialmente a Octavio Mestre por sumar sus experiencias y fotografías de viaje. Todo nuestro equipo quiere dedicar este trabajo editorial al arquitecto y diseñador industrial Ricardo Blanco, quien falleció en septiembre último y que confió en este proyecto desde el inicio en el año 2005, compartiendo sus conocimientos con todos nosotros.
El Pabellón Mies van der Rohe se convierte en una maqueta blanca
Turistas con caras de confusión y ademanes circunspectos, deambulan delante del Pabellón Mies van der Rohe. Han llegado con paso decidido, pero de pronto se han parado en seco como si no supieran bien qué hacer. Las miradas que intercambian tras comparar la realidad con las imágenes de sus móviles están llenas de interrogantes. ¿Dónde están el acero, el travertino romano, el mármol verde de los Alpes y el ónice dorado del Atlas? Todo es blanco, uniforme, inmaculado, como si se hubiera transformado en una maqueta a tamaño real. Tan sólo el vidrio, la escultura de Georg Kolbe que se refleja en el agua del estanque y la vegetación a su alrededor, se han salvado de la desmaterialización del pabellón, una de las construcciones más icónicas del siglo XX, operada por la pareja de arquitectos Anna & Eugeni Bach, finlandesa ella y catalán él.
Su intervención Mies missing materiality se resume en un único gesto, recubrir toda superficie con vinilo blanco. “Queremos sugerir más que pontificar”, aseguran los arquitectos. Así como el montaje se desarrolló bajo los ojos de los visitantes, también el desmontaje, el día 27 de noviembre, se planteará como una performance “para potenciar el momento de la recuperación del pabellón en todo su esplendor”, según Anna Ramos, directora de la Fundación Mies van der Rohe.
Como es lógico pasado el primer momento de sorpresa la gente va formándose su opinión. Los hay que lamentan la visita fallida, pero por lo general demuestran curiosidad e interés y aceptan la fatalidad que los ha hecho llegar a Barcelona durante los 11 días de la intervención. “Por eso hacemos intervenciones radicales pero cortas”, indica la directora. Para reducir el posible impacto negativo de la propuesta Ramos ha potenciado la comunicación y creado una estructura informativa que funciona como una especie de mirador, para que los visitantes puedan conocer las motivaciones y los detalles de la intervención y admirarla cómodamente desde el exterior. “Al despojar el pabellón del carácter único, que lo ha convertido en un icono del movimiento moderno, la obra plantea una reflexión sobre la materialidad y la primacía de la visión en la fenomenología de la arquitectura”, concluyen Anna & Eugeni Bach, que han conservado también la especial cámara colocada por el artista alemán Michael Wesely, a mediados de septiembre. Este aparato va captando durante un año, día y noche, de forma ininterrumpida, la imagen del espacio central de la obra de Mies y la condensa en una fotografía con un tiempo de exposición de 365 días, en la que estará reflejada también su transitoria pérdida de materialidad.
En un momento de El Manantial (1949), la película de King Vidor en la que Gary Cooper interpreta a un arquitecto inspirado en parte en Frank Lloyd Wright, todo el mundo le repite el mismo mantra: “Cede, cede…”. Pero él se aferra a sus convicciones, a su ideal de un mundo nuevo y perfecto. Más de medio siglo después, Jeff Bridges se pone el traje de otro tozudo y tenaz proyectista, el alemán Mies van der Rohe, para narrar la agria polémica que rodeó a un hito de la historia de la arquitectura: la casa Farnsworth. La icónica vivienda enfrentó al arquitecto y a la propietaria, Edith Farnsworth, interpretada ahora por Maggie Gyllenhaal. En su lucha con el arquitecto, la dueña de la espectacular mansión destapó sus tormentos: “En esta casa, con sus cuatro muros de cristal, me siento como un animal al acecho, siempre alerta, siempre inquieta”, dijo. La poética de los espacios frente a la prosaica realidad, la armonía y la belleza frente al lastre de la escobilla del baño o el portarretratos familiar. En el maravilloso documental Koolhaas houselife, Guadalupe, la mujer extremeña encargada de limpiar la mítica Casa Burdeos, resumía el choque de trenes pormenorizando los problemas cotidianos de limpiar una obra maestra. El propio Koolhaas, sorprendido con la película, declaró: “Aquí chocan dos sistemas, una concepción platónica de la limpieza con una concepción platónica de la arquitectura”. Guadalupe luchaba contra las goteras como, según admitió Sáenz de Oiza, los inquilinos de Torres Blancas, en Madrid, lucharon contra sus angostas cocinas o contra el exceso de curvas a la hora de poner una simple estantería. O, más recientemente, la fálica torre Agbar de Barcelona, obra de Jean Nouvel y símbolo de esa arquitectura-viagra tan potente por fuera como desastrosa por dentro: sus oficinistas se quejaban de demasiada luz, persianas que no se cerraban y, para colmo, sin vistas. La historia de la casa icónica diseñada por Mies van der Rohe aparecerá próximamente en la gran pantalla, con el actor ganador de un Oscar Jeff Bridges representando al famoso arquitecto modernista. La película seguirá la relación entre Mies y su cliente, Edith Farnsworth, durante el diseño y construcción de la vivienda con forma de caja de vidrio. La película todavía no tiene una fecha de lanzamiento, pero Bridges ha sido confirmado para representar a Mies, mientras que Maggie Gyllenhaal ha sido elegida para el papel de Farnsworth.
Farnsworth encargó la casa en 1945 como un escape donde podía dedicarse a sus aficiones, relajarse y disfrutar de la naturaleza. Su relación con Mies comenzó siendo amable, y, al parecer romántica, pero su asociación se descompuso y dio lugar a una batalla legal sobre los costos de construcción de la casa. Farnsworth House se considera un importante ejemplo del estilo internacional y una de las obras más veneradas de Mies. Se construyó entre 1946 y 1951.
Nota:
Para los interesados en conocer otro episodio de las complejas relaciones que se dan entre arquitecto y cliente, referido en este caso a Le Corbusier y Eugénie Thellier de La Neuville, esposa de Pierre Savoye (propietarios de la legendaria Villa), recomendamos ampliamente leer Las horas claras (2013)de Jacqueline Goldberg, Premio XII Concurso Anual Transgenérico 2012, otorgado por la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana.
La torre de Mies van der Rohe que nunca fue construida en Londres
Jack Self
Tomado de Plataforma Arquitectura
14 abril de 2017
Traducido por Nicolás Valencia
En la década de 1960, James Stirling le preguntó a Ludwig Mies van der Rohe por qué no había diseñado visiones utópicas para las sociedades del futuro, como el Broadacre City de Frank Lloyd Wright o el Cité Radieuse de Le Corbusier. Mies respondió que no estaba interesado en fantasías, sino en «volver bella la ciudad ya existente». Cuando Stirling citó esta conversación décadas más tarde sería en el contexto de la audiencia de una consulta pública en Londres, tratando desesperadamente de salvar el único diseño de Mies van der Rohe en Reino Unido del rechazo de los órganos municipales de planificación. No pudo ser posible: la propuesta nunca se construyó y los dibujos fueron guardados en un archivo privado. Ahora, por primera vez en más de treinta años, el proyecto Mansion House Square de Mies es presentado al público en la exposición Mies van der Rohe and James Stirling: Circling the Square, en el Royal Institute of British Architects (RIBA). Y tras superar la meta en una campaña de Kickstarter, también se publicará un libro a cargo de REAL Foundation. Descrito en su momento por el Príncipe Carlos como un «gigante muñón de vidrio» y por Richard Rogers como «la culminación de la trayectoria de un maestro de la arquitectura», la elegante torre de bronce de Mies sigue siendo controversial, a cinco décadas de su diseño. Un elemento clave del proyecto fue la creación de una gran plaza pública al este del predio, adyacente a la residencia del Alcalde de Londres. En algunos aspectos, este espacio era el principal atributo del proyecto. Mies tomó un peligroso cruce de calles en torno al Banco de Inglaterra y lo racionalizó perfectamente con un único movimiento. Debajo del enredo de la trama medieval hubo una casi invisible grilla romana, que los edificios neoclásicos ya habían intentado revivir durante el siglo XX. Mies agregó un pliegue a la Queen Victoria Street (una de las calles diagonales que lleva al Banco de Inglaterra), cuyo producto fue un nuevo cuadrado casi perfecto geométricamente.
A fines de los años 30, Mies fue forzado a cerrar Bauhaus y escapó de la Alemania nazi. Como resultado, hay una profunda ruptura en su obra en dos periodos, definidos por el antes y después de emigrar a Estados Unidos. La importancia de la Mansion House Square es que fue uno de los dos proyectos concebidos para Europa entre el final de la Segunda Guerra Mundial y su muerte en 1969. Mies fue extremadamente exigente en relación a los encargos que recibió, y podemos asumir que su torre en Londres debería estar junto a la Neue Nationalgalerie en Berlín como un mensaje directo al viejo continente. La propuesta para Londres es única en su carrera: una sorprendente lección sobre cómo la arquitectura racionalista del Movimiento Moderno debería abordar los antiguos contextos urbanos de Europa.
Cuando Mies visitó Londres a mediados de los años 60, inmediatamente se dio cuenta que el módulo base de su rascacielos estaba desalineado con respecto al adyacente edificio diseñado por Edwin Lutyens. Se ampliaron las proporciones del módulo y se ajustó la altura de los pisos de modo que las líneas horizontales entre las estructuras envolviesen la plaza como una gran habitación urbana. La gran sensibilidad de Mies sobre el contexto que rodea a sus obras es una constante a lo largo de su carrera, desde la Casa Riehl (1907) hasta la Mansion House Square, sesenta años más tarde. No hay fantasías utópicas en el pensamiento de Mies. Trabajó casi exclusivamente en edificios individuales o pequeños conjuntos, usando una precisión increíble para armonizar sus diseños en sus contextos urbanos. No escribió manifiestos, sino que los construyó. Su ambición no fue ser revolucionario, sino reformista. En otras palabras, Mies intentó transformar y replantear lo que ya había sido construido, en vez de imaginar una tabla rasa (que en todo caso siempre es una ficción). En conversación con Stirling, Mies habría dado por concluido el tema de las utopías con una observación que es inmensamente arrogante, o bien, extrañamente humilde: «Si los arquitectos no son felices añadiendo al contexto existente, es porque son incapaces de adaptar su propio estilo lo suficiente como para combinar y armonizar».
1961• En el mes de julio, con el auspicio del Servicio de Información de la Embajada de los EEUU, se inaugura en la Sala de Exposiciones de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV la muestra fotográfica Mies van der Rohe.
HVH
Nos interesan temas relacionados con el desarrollo urbano y arquitectónico en Venezuela así como todo lo que acontece en su mundo editorial.