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UN EPÍLOGO PROVISIONAL

La semana pasada, cuando en la nota “Otro aniversario del nacimiento de Carlos Raúl Villanueva” hicimos el recuento de las exposiciones y muestras en la que se ha mostrado su obra a través del tiempo y a lo largo del mundo, dejamos fuera, por aquello de centrarnos en el hecho de que durante los últimos años su figura había alcanzado la autonomía merecida y necesaria, su presencia en la más reciente exposición organizada por el MoMA (29 de marzo al 19 de julio de 2015) titulada Latin America in Construction: Architecture 1955-1980, donde en el capítulo Venezuela el Maestro aparece de nuevo acompañado, en esta ocasión de profesionales más jóvenes que él (Tomás José Sanabria, Jorge Castillo, Federico Beckhoff, Jorge Romero Gutiérrez, Pedro Neuberger, Dirk Bornhorst, Jesús Tenreiro, Daniel Fernández-Shaw, Jorge Rigamonti, Jimmy Alcock y José Miguel Galia), cuya obra sin duda también ha trascendido y en ocasiones ha alcanzado la maestría del principal arquitecto venezolano.

La muestra, cuyo campo temporal se inicia justamente donde lo dejó Latin American Architecture since 1945 (abierta también en el MoMA entre 1954 y 1955 de la que se conmemoraron en 2015 sus 60 años), donde Villanueva representó en solitario a nuestro país, ofreció materiales históricos entre 1955 y 1980, y tuvo como curador a Barry Bergdoll, Patricio del Real como asistente de curaduría, Francisco Liernur como co-curador y Carlos Eduardo Dias Comas como curador invitado, quienes junto al departamento de arquitectura y diseño del museo recorrieron varios países latinoamericanos (Chile, Brasil, Perú, Cuba, México, Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico) en búsqueda de los temas clave de la época: el papel del sector público en la provisión de vivienda, la concepción de nuevos tipos de campus universitarios, la respuesta de la arquitectura y el urbanismo a los conceptos de “desarrollo” o la necesidad de una arquitectura que acompañase las políticas de modernización e industrialización, representados en fotografías raramente vistas (antiguas y recientes), dibujos arquitectónicos, modelos y clips de películas, dejando además para la posteridad un completo catálogo. Tampoco dijimos al finalizar la nota de la semana pasada que hasta ahora las exposiciones de Villanueva han pecado en su gran mayoría de descriptivas y han estado centradas en mostrar con la mayor cantidad de recursos posibles su obra tal cual es. Importantes trabajos de investigación realizados en los últimos años ofrecen a futuro, para quienes creen que el tema de Villanueva no está agotado, interesantes miradas que, contenidas en tesis y publicaciones, develan aspectos pocos conocidos u observados de su trayectoria. La fotografía, ya no la omnipresente de Paolo Gasparini sino la de quienes hoy se han dedicado a registrar momentos, detalles y aspectos imprevistos, también podría ser otro de los filones que enriquecerían la aproximación al Maestro. Ojalá, si ello ocurre, no quede por fuera el dibujo analítico y la visión crítica como recursos necesarios y complementarios de apoyo a lo estrictamente visual.

ACA