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VALE LA PENA CONOCER

1. Foto satelital de la manzana de San Francisco en la actualidad.

La manzana de San Francisco: un palimpsesto urbano en el corazón de Caracas.

Iván González Viso

La historia de esta manzana única del centro de Caracas se revela como un potente crisol donde se funden las tensiones entre la conservación y la transformación, entre la memoria y el progreso, entre la naturaleza implacable y la resiliencia humana. Un relato condensado que ilumina las complejas capas históricas que han dado forma al corazón de la capital venezolana.

¿Puede una sola manzana, incrustada en el corazón de Caracas, narrar las complejas tensiones urbanas que históricamente moldearon el centro de la capital venezolana? La respuesta parece residir en la historia de una de sus manzanas fundacionales: aquella que albergó el antiguo convento de San Francisco. Un enclave cuya trayectoria, desde la génesis misma de Santiago de León de Caracas, se erige como un microcosmos de las dinámicas urbanísticas y sociales que han marcado la ciudad.

2. Plano de Santiago de León de Caracas. Juan de Pimentel, 1578.
3. Detalle del plano de Santiago de León de Caracas. Juan de Pimentel, 1578, resaltando la manzana donde se ubicarían la iglesia y el convento de San Francisco.

Desde aquel primer trazo de Juan de Pimentel en 1578, el convento franciscano ya ocupaba un lugar estratégico al suroeste de la plaza mayor. La llegada de los primeros frailes en 1565 culminaría en 1586 con la construcción del primer claustro.

4. Vista del Templo de San Francisco con el monasterio a la derecha (c.1851). Dibujo de Federico Lessman.

En 1593, se levantaría la iglesia de San Francisco, anexa al convento bajo la dirección del maestro Alarife Antonio Ruiz Ullán. Esta edificación no solo se erigió como un centro de fervor religioso, sino que también redefinió las relaciones con su entorno al congregar a la feligresía. La relevancia del convento se perpetuó en la cartografía de los siglos XVI y XVII, figurando consistentemente en los planos de la ciudad.

Sin embargo, la solidez de su presencia se vio repetidamente amenazada por la furia telúrica que históricamente ha sacudido Caracas. Los terremotos, especialmente el devastador de 1812, exigieron labores de reconstrucción para preservar su estructura.

En paralelo a estos embates naturales, el panorama social, económico, político y religioso de la Venezuela colonial experimentaba una profunda transformación con el auge del movimiento independentista. Este proceso culminó en 1821 con el decreto de supresión de los conventos masculinos. No obstante, no sería hasta 1837 que la comunidad franciscana se vería directamente afectada, cediendo su espacio para acoger a la Universidad, la Biblioteca y el Colegio Independencia. La iglesia, sin embargo, mantuvo su función para honrar a los héroes de la independencia y para las celebraciones litúrgicas cotidianas. La clausura de los conventos abrió un abanico de nuevas posibilidades para el edificio, que se adaptó como sede de la Universidad Central de Venezuela y como espacio para actividades del Congreso.

En 1840, el arquitecto Olegario Meneses emprendió la tarea de adecuar el espacio para su nuevo cometido universitario, proyectando la parte sur con un patio abierto y arcadas clásicas, marcando una nueva etapa en la vida del antiguo convento. Estas transformaciones no fueron exclusivas de este edificio. Numerosas estructuras del casco central de Caracas sufrieron destinos similares, evidenciando una valoración del patrimonio colonial por su ubicación estratégica, su potencial de uso y sus cualidades espaciales intrínsecas.

Paradójicamente, a pesar de su desaparición como centro religioso, la presencia urbana del conjunto arquitectónico se afianzó aún más en la memoria colectiva con la consolidación de un sistema de nomenclatura de esquinas basado en hechos históricos, edificaciones emblemáticas o leyendas urbanas. Este sistema, formalizado en el plano de 1843 de Ángel J. Jesurum, legó el nombre del convento-iglesia a la «esquina de San Francisco», bautizando así una manzana delimitada por las esquinas de San Francisco, Mercaderes, Pajaritos y la Bolsa. La plantación de una ceiba hoy centenaria frente al antiguo convento en 1866 añadió un nuevo hito que reforzó aún más la importancia de esta esquina en el imaginario caraqueño.

5. Fachada del convento de San Francisco en 1872, cuando se iniciaron los trabajos del Capitolio. Al extremo izquierdo aparece la ceiba como un árbol en crecimiento.
6. Vista norte-sur de uno de los bulevares guzmancistas: a la derecha el Capitolio y al fondo la fachada colonial del templo de San Francisco medio escondida por la ceiba que ya es un árbol frondoso.

Tras la designación de Caracas como capital de la República, la necesidad de un cambio de imagen se hizo patente, materializándose durante el periodo de Antonio Guzmán Blanco. En 1872, bajo su mandato, se ordenó la demolición de las construcciones adosadas al lado norte del antiguo convento de San Francisco, dando paso a un proyecto de renovación urbana influido por el modelo francés. El objetivo era crear una nueva fachada acorde a las ideas de transformación que consolidarían el entonces llamado Bulevar Guzmán Blanco, impactando significativamente la estructura de la capital venezolana.

7. Plano topográfico de Caracas capital de los EE.UU de Venezuela. Estevan Ricard, 1874.
8. Detalle del plano de Caracas de 1874 donde se muestra la nueva fachada norte de la Universidad proyectada por Juan Hurtado Manrique.
9. La fachada de la Universidad en la época de Guzmán Blanco. Aún puede verse la estatua ecuestre del «Ilustre Americano» en la plazoleta.
10. En línea con la fachada de la Universidad, Hurtado Manrique proyectó en 1878 en la esquina de La Bolsa el edificio que luego albergaría lo más importante de la Exposición del centenario del natalicio del Libertador de 1883 denominándose «Palacio del Centenario». Más tarde pasaría a ser la sede de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para integrarse al Palacio de las Academias cuando la CSJ ocupó su actual sede en la esquina de Dos Pilitas. La torre sirvió de observatorio de la Universidad. La foto fue tomada antes de la intervención de Alejandro Chataing en 1911.

Esta intervención fue publicitada como un logro gubernamental en el plano topográfico de Estevan Ricard de 1874. Paralelamente, se proyectó frente a la manzana del convento el Palacio Federal Legislativo, buscando generar un nuevo espacio urbano para la ciudad. El ingeniero Juan Hurtado Manrique (1837-1896) fue el encargado de esta operación, concentrándose entre 1873 y 1875 en la creación de la nueva fachada norte de la Universidad. Esta comprendía una torre neogótica de 35 metros y cuatro cuerpos, coronada por una flecha octogonal, y el edificio del Museo Nacional, también de estilo neogótico. Este importante conjunto urbanístico, opuesto al Palacio Legislativo, se complementó con un bulevar arbolado y la estatua ecuestre de Guzmán Blanco. Asimismo, se remodelaron los jardines interiores del convento, incorporando un trazado diagonal y esculturas en homenaje a Vargas y Cagigal. Posteriormente, en 1883, Hurtado Manrique se ocupó de trabajos internos de ampliación del Museo Nacional y de la adecuación del conjunto para la exposición del Centenario del Natalicio del Libertador. El espacio se preparó para exhibir los avances técnicos, agrícolas y artísticos del país, en un intento por replicar las exposiciones universales que se celebraban en Europa desde 1851.

11. Planta del Palacio de Exposición del centenario del natalicio del Libertador Simón Bolívar (también llamada la «Exposición Nacional»), 1883.
12. Aspecto del lado sur de la Universidad entre las esquinas de Pajaritos y Mercaderes. Añadiduras posteriores transformaron en patio esta entrada.

A comienzos del siglo XX, en 1911, la manzana experimentó una nueva transformación con la inserción de la Biblioteca Nacional, obra del arquitecto Alejandro Chataing (1873-1928), como parte de las “Obras del Centenario” de la Independencia de Venezuela.

13. Corredores y patio del convento de San Francisco, hoy Palacio de las Academias. Foto: Luis Felipe Toro s/f.

Chataing conservó la fachada neogótica de Hurtado Manrique, pero construyó un edificio completamente nuevo en cuanto a materiales, complementando otras intervenciones en los espacios universitarios. Chataing demostró un hábil manejo de los materiales, introduciendo el hormigón armado, elementos de estructura metálica y una ligera cubierta metálica en la sala de lectura. Ganador del proyecto por concurso, logró, mediante la cubierta translúcida y las rejas acristaladas, una iluminación uniforme en el interior, emulando salas de lectura como la de la Biblioteca Nacional de París. Considerado un edificio de estilo beaux-arts, la sala de lectura ocupaba un lugar central, rodeada por el depósito de libros. El hormigón se erigió como la solución para lograr un marco rígido capaz de sostener la estructura metálica. El carácter de esta arquitectura, que experimentaba nuevamente con el cemento, no dependía directamente del sistema constructivo, sino de la luz cenital y de la colección de libros visible entre los pilares de soporte de la gran cubierta, evocando la sala de lectura de la Biblioteca del Congreso en Washington. Cabe destacar que las “Obras del Centenario” fueron esenciales para el desarrollo de nuevas técnicas en la arquitectura venezolana.

14. Residencia San Francisco (1930), ubicada en la esquina de Pajaritos, edificación que comparte pared con la Iglesia de San Francisco, regentada por la Compañía de Jesús desde 1922, año en que regresaron a Caracas. Este edificio de vivienda, de tres pisos y doble «azotea», fue proyectado por el Hermano Coadjutor Luis María Gogorza y Soraluce, S.J. (1875-1947), con la participación del H. Cecilio Irigoyen. Foto tomada aproximadamente en 1954 cuando ya había sido realizado el Centro Simón Bolívar.

El regreso de la Compañía de Jesús a Caracas en 1922, con el objetivo de regentar la iglesia, planteó la necesidad de construir una nueva edificación en el interior de la manzana, en su lado oriental cercano a la esquina de Pajaritos. Para ello, en 1930, el Hermano Coadjutor Luis María Gogorza y Soraluce, S.J. (1875-1947), con la participación del H. Cecilio Irigoyen, construyeron al sur y adyacente a la Iglesia de San Francisco la Residencia San Francisco, un edificio de viviendas de tres pisos y doble azotea.

15. Nueva sede del Museo Boliviano. Esquina de Pajaritos (entre la avenida Sur 2 y la calle Oeste 6, al Sur del templo de San Francisco). Carlos Raúl Villanueva (1931-1936). Los relieves alegóricos de la fachada son obra del artista plástico venezolano Francisco Narváez.
16. Detalle del “Plano de Caracas Monumental”. Ramón Sosa B. (1936).

Con el significativo aumento de los ingresos petroleros a partir de 1935, que representaban casi el 70% de las divisas del país, se desató un acelerado proceso de modernización que también afectó a la manzana de San Francisco. Entre 1934 y 1936, se construyó el Museo Boliviano, proyectado por Carlos Raúl Villanueva. Un edificio entre las esquinas de San Francisco y La Bolsa con un patio interior destinado a albergar la colección de objetos del Libertador, cuya creación había sido ordenada por un decreto de Juan Vicente Gómez en 1911. Inaugurado el 19 de abril de 1936 por el Presidente Eleazar López Contreras, el edificio de estilo art déco irrumpió en la esquina sureste de la manzana con un nuevo lenguaje que se extendería a otras manzanas del centro de la ciudad.

A principios de los años cuarenta, Caracas experimentaba un rápido crecimiento hacia la periferia, extendiéndose hacia el este y rompiendo el esquema de centralidad que se había mantenido durante siglos. Paralelamente, el casco fundacional sufría grandes transformaciones fruto de presiones demográficas, sociales y económicas, permitiendo a nuevas empresas constructoras demoler antiguas edificaciones para construir nuevas tipologías atadas la temprana modernidad arquitectónica. En 1943, el arquitecto español exiliado en Caracas, Rafael Bergamín, proyectó y construyó a través de su empresa Velutini y Bergamín C.A. un edificio residencial y comercial en la esquina suroeste de la manzana, la esquina de Mercaderes. Este edificio de planta irregular y corte modernista, con patios interiores y un volumen de tres cuerpos verticales, definió la esquina con su cuerpo más alto de forma curva y seis plantas, integrándose al conjunto urbano de la manzana con un lenguaje que se extendería a otras áreas del centro de la ciudad.

17. Edificio residencial y comercial, esquina de Mercaderes. Fachada en la esquina. Velutini y Bergamín C.A. Caracas, 1942.

A pesar de la importancia histórica de la manzana y del antiguo convento, ellos no escaparon a la vorágine por modernizar la ciudad, pues en 1956, el edificio fue mutilado para adaptarse a la inserción de las nuevas torres del Centro Simón Bolívar, que se convertirían en el nuevo emblema de la capital.

18. Render del proyecto (2007) para la restauración, ampliación y reciclaje del Edificio Sede del Antiguo Museo Boliviano, ubicado en la esquina de Pajaritos. Alessandro Famiglietti Siu. La obra se concluyó en 2008.

De esta forma, la manzana se fue transformando progresivamente con intervenciones de renombrados arquitectos, a los que se sumó posteriormente Luis Malaussena en 1953, quien realizó modificaciones en la Iglesia, cambiando los techos, colocando vigas de carreto y renovando el pavimento de mármol y los altares. Luego, con el traslado de la Universidad Central de Venezuela al moderno campus proyectado por Carlos Raúl Villanueva en terrenos de la antigua Hacienda Ibarra, el antiguo convento pasó a tener un nuevo uso como sede del Palacio de las Academias, incorporándose también en su interior espacios para la Corte Suprema de Justicia. Ya en el temprano siglo XXI, en 2007, Alessandro Famiglietti tuvo la oportunidad de rehabilitar y dotar de un nuevo programa al antiguo Museo Boliviano de Villanueva, incorporando un núcleo de circulación transparente bajo una lógica contemporánea, devolviéndole su valor urbano a la esquina de Pajaritos.

19-1. Evolución de la ocupación de la manzana de San Francisco en el tiempo. Planta del Convento y el Templo, período de la Colonia (siglo XVI). A. Claustro (1586): 1. Primer cuerpo. Patio, 2. Segundo cuerpo. Patio. B. Templo: (1593): 1. Nave Central, 2. Altar Mayor, 3. Sacristía, 4. Altar de la Capilla de la Tercera Orden, 5. Altar del Santo Niño de Belén, 6. Altar de Nuestra Señora de la Soledad.
19-2. Evolución de la ocupación de la manzana de San Francisco en el tiempo. Planta de la exposición del Centenario de Caracas, 1883, período Republicano (siglo XIX). A. Universidad Central (nueva fachada 1873—1875): 1. Patio Vargas, 2. Patio Cagigal, 3. Patio Sur (1840), 4. Escalinata (1840), 5. Busto de Bolívar (1840), 6. Salón del Consejo Médico, 7. Salón de Pinturas, 8. Aulas, Salón Colegio de Ingenieros, 10. Salón Colegio de Abogados, 11. Corral de la Universidad, B. Templo C. Palacio del Centenario (1873): 12. Salón Floricultura, 13. Corral de animales, 14. Patio, 15. Salón Bolívar, Salón de Bellas Artes, 17. Salón Occidental, 18.Salón Sur, D. Capitolio: 19. Senado, 20. Cámara de, Diputados, 21. Bulevar Este, 22. Bulevar oeste, 23. Estatua ecuestre.

Con las intervenciones de Hurtado Manrique, Chataing, Villanueva, Bergamín y Famiglietti, la manzana de San Francisco mantuvo su escala, pero adquirió nuevas lecturas formales con piezas y estilos diversos, que respondieron a la presencia monumental del Palacio Federal Legislativo, y la construcción del Centro Simón Bolívar.

Si bien a Hurtado Manrique y a Chataing se les puede atribuir gran parte de la imagen patrimonial e icónica que hoy tiene la manzana de San Francisco en el imaginario caraqueño, esta pieza urbana, lejos de sostenerse bajo una visión puramente patrimonial, es hoy el resultado de múltiples “capas de escritura” aplicadas sobre la misma “superficie” urbana.

19-3. Evolución de la ocupación de la manzana de San Francisco en el tiempo.. Planta que reconstruye la manzana de San Francisco período actual (siglo XX). A. Palacio de las Academias, B. Templo, C. Palacio del Centenario, D. Biblioteca Nacional (1911), E. Residencia San Francisco (1930), F. Museo Boliviano (1934—1936), G. Edificio Residencial y comercial (1943), H. Ampliación Museo Boliviano (2007).
20. Resumen y situación actual de la ocupación de la manzana del antiguo Convento de San Francisco.

En ella tanto el antiguo convento como la iglesia de San Francisco se perciben atrapadas entre dos tiempos históricos: el de finales del siglo XIX, donde se promovió el estilo francés, y el de mediados del siglo XX, donde primó la forma moderna. En ella son visibles los profundos cambios edilicios que experimentó Caracas durante más de 400 años.

Nota

Este texto fue adaptado por su autor para el boletín Contacto FAC tomando como base el ensayo «La manzana del Convento de San Francisco de Santiago de León de Caracas: microcosmos de tensiones urbanas y visiones arquitectónicas», que forma parte del capítulo I del libro Las vidas de San Francisco: arquitectura, patrimonio y ciudad de Rodrigo Pérez de Arce y Emilio de La Cerda (editores). Ediciones UC, Centro UC, 2023.

IGV

Procedencia de las imágenes

1. Captura de Google Earth.

2, 3, 7 y 8. Irma De-Sola Ricardo. Contribución al estudio de
los planos de Caracas. La ciudad y la provincia 1567-1967
, 1967.

4, 5, 6, 9 y 12. Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani. Caracas a través de su arquitectura, 1969

10. Caracas Antigua (https://www.facebook.com/story.php?story_fbid=524222100669446&id=100092449826410)

11 y 15. Colección Iván González Viso.

13. Archivo de Fotografía Urbana. Foto: Luis Felipe Toro s/f.

14 y 18. Colección Crono Arquitectura Venezuela

16. CCS. Caracas del valle al mar. Caracas monumental (https://guiaccs.com/planos/de-pueblo-ciudad-caracas-monumental/).

17. Henry Vicente. Arquitecturas desplazadas. Rafael Bergamín y las arquitecturas del exilio español en Venezuela. (Tesis doctoral). Universidad Politécnica de Madrid (2014).

19-1, 19-2 y 19-3. Iván González Viso. «La manzana del Convento de San Francisco de Santiago de León de Caracas: microcosmos de tensiones urbanas y visiones arquitectónicas», en Rodrigo Pérez de Arce y Emilio de La Cerda (editores). Las vidas de San Francisco: arquitectura, patrimonio y ciudad de . Ediciones UC, Centro UC, 2023.

20. Iván González Viso (elaboración propia); y Captura de Google Earth.

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 191

Cuando en 1930 el Benemérito Juan Vicente Gómez viaja a Caracas a inaugurar la remodelación del Panteón Nacional, realizada de acuerdo al proyecto de Manuel Mújica Millán (1897-1965), ya habían transcurrido 55 años desde el momento en que el presidente Antonio Guzmán Blanco había puesto en servicio, en lo que fue la antigua iglesia de la Santísima Trinidad, un lugar para albergar los restos de personajes ilustres del país y muy particularmente para recibir los del Libertador.

1. Izquierda: Ferdinand Bellerman, 1845. Ruinas de la iglesia de la Santísima Trinidad luego del terremoto de 1812. Derecha: Iglesia de la Santísima Trinidad, antes de ser convertida en Panteón Nacional según proyecto de José Gregorio Solano concluido por Juan Hurtado Manrique (circa 1875).

El relato que se recoge en https://iamvenezuela.com/2016/05/panteon-nacional/ sobre el devenir de la iglesia y su conversión en mausoleo, establece que se trataba de una modesta edificación “construida entre 1744 y 1783 por iniciativa del maestro de obra Juan Domingo del Sacramento Infante (1710-1780), un pardo libre quien destinó 36 años de su vida y todos sus recursos a la construcción del templo original; el Coronel Juan Vicente Bolívar y el Marqués del Toro donaron solares para la obra”. Inaugurada en 1781 y consagrada en 1783 “la iglesia quedó destruida parcialmente debido al terremoto de 1812, y se vio reducida a escombros hasta que se reconstruye con las limosnas de los fieles”.

Durante el lento proceso de reconstrucción del templo, dirigido por varios ingenieros, se registra cómo “pernoctaron en 1842 los restos del Libertador, procedentes de Santa Marta, Colombia, antes de ser trasladados a La Catedral”, y cómo en ella también fueron sepultados, en 1851, los restos del marqués del Toro y más tarde, los de José Gregorio Monagas, Andrés Ibarra y Ezequiel Zamora, todo lo cual influyó (además de su singular localización dentro de la ciudad) en su selección para el destino que finalmente se le dio como Panteón Nacional, mediante decreto promulgado el 27 de marzo de 1874 por Guzmán Blanco.

2. Vista del Panteón Nacional después de la remodelación de 1910 a cargo de Alejandro Chataing

Tras el decreto se impulsa la terminación definitiva de la obra y en particular “de sus fachadas en base al proyecto que para la iglesia había diseñado el ingeniero José Gregorio Solano en los años 1853-1858. Los trabajos fueron conducidos por los ingenieros Julián Churión, Juan Hurtado Manrique, Tomás Soriano y Roberto García, inaugurándose la obra el 28 de octubre de 1875”, muy cerca de cumplirse los 45 años de muerte de Bolívar. “No obstante, la verdadera consagración del edificio se efectuó el mismo día de San Simón un año más tarde (28.10.1876), cuando se trasladaron desde la catedral los restos del Libertador. Estos fueron colocados en un sarcófago de madera con revestimientos de plata y oro, realizado en estilo neogótico por el artista francés Emile Jacquin. Se trasladó asimismo desde la catedral la estatua del Libertador hecha en 1842 por el escultor italiano Pietro Tenerani. El sarcófago y la estatua fueron ubicados en el espacio que correspondía al presbítero de la iglesia, es decir, en el lugar del altar”, tal y como se reseña en https://www.venezuelatuya.com/historia/panteon_nacional.htm.

3. Panteón Nacional, modificaciones de Alejandro Chataing, 1911
4. Acto de inauguración de de la remodelación realizada al Panteón Nacional en 1910

Posteriormente, en 1910, en ocasión de la celebración del centenario de la Independencia de la República, el Presidente Juan Vicente Gómez instruye al Ministerio de Obras Públicas (MOP) que convoque un concurso para remodelar integralmente el Panteón Nacional. El proyecto ganador del arquitecto Alejandro Chataing (1873-1928), condujo a una reforma general del edificio concluida en 1911 que implicó la modificación de las fachadas y la ornamentación exterior e, internamente, se complementó con la colocación de un cielo raso al techo de la nave principal y artesonados de madera en las laterales. El dibujo de la fachada principal de la propuesta presentada por Chataing es la imagen que hemos escogido para ocupar nuestra postal del día de hoy con la que despedimos este año 2019.

5. 1930.Remodelación del Panteón Nacional a cargo de Manuel Mujica Millán con motivo de la conmemoración del centenario de la muerte del Libertador. Arriba izquierda: foto del proceso de avance de las obras. Arriba derecha: vista exterior. Abajo: dos tomas del espacio interior

Es Gómez, luego de haber promovido la anterior reforma, quien también ordena a través del MOP, una segunda en 1927 con la finalidad de ser terminada en 1930 en conmemoración del centenario de la muerte del Libertador, encargándosele el proyecto, según ya hemos apuntado, a Manuel Mujica Millán quien también dirigió la obra junto a los ingenieros Edgar Pardo Stolk, Hernán Ayala y Guillermo A. Salas. Con el proyecto de Mujica Millán se logra magnificar las proporciones de la edificación, así como cambiar el aspecto neogótico de la misma producto de la intervención anterior de Chataing, por uno de aspecto neobarroco. “Internamente, fueron realizadas correcciones en los arcos y las columnas. El antiguo sarcófago de madera que contenía los restos del Libertador fue sustituido por uno de bronce, diseñado por el escultor español Chicharro Gamo y colocado sobre un basamento de mármol. La parte superior de las naves y los tímpanos fueron cubiertos por las pinturas de temas alegóricos e históricos de Tito Salas”, en total 17 pinturas o plafones que representan pasajes de la vida y obra de Simón Bolívar, y son escenas que a su vez conforman un programa iconográfico destinado a representar valores patrios.

De la intervención de Mujica dejó constancia el periodista Víctor Manuel Rivas en El Universal el 12 de noviembre de 1930, recogida en Caracas a través de su arquitectura (1969). Rivas en conversación con el arquitecto nos transmite que para éste “ha habido cierto receso en la persecución del arte criollo para las construcciones nuestras marcado por un afán de fabricación exótica, que por razones de clima, luz y demás condiciones del trópico, no cuadran suficientemente bien en estos medios. (…) Venezuela no sólo posee su estilo peculiar, sino que cuenta con materias primas excelentes para la construcción y decoración arquitectural, tales como el cascote (material aglomerado), y la cal. Todos estos elementos fueron acuciosamente solicitados para la construcción del Panteón Nacional. Las dos torres laterales fueron inspiradas por las dos torres de la Catedral de Coro, en donde adivinó el arquitecto una evolución del estilo español antiguo exigida por las condiciones ya dichas acerca del medio. De manera que el nuevo edificio ostenta una arquitectura venezolana, modernizada convenientemente por razones de estética”.

6. El Panteón Nacional dentro del proyecto para el Foro Libertador (1980-83) de los arquitectos Tomás y Eduardo Sanabria
7. Vista del Panteón Nacional y el Mausoleo del Libertador (circa 2013)

El Panteón desde entonces ha sido objeto de sucesivas atenciones y cuidados no todos ajustados a las normas atinentes a su condición de monumento histórico. Sus alrededores formaron parte de la propuesta del Foro Libertador, realizada por Tomás José y Eduardo Sanabria cuya construcción entre 1980 y 1983, además de alterar la perspectiva desde la que se aprecia la obra, originó una plaza concebida en dos partes: la alta diseñada para realizar actos oficiales y culturales; y la baja de carácter pasivo posee vegetación con bancos para el descanso. Más recientemente, previa exhumación de los restos del Libertador en 2010, el área norte fue intervenida con la incorporación de un mausoleo de 54 metros de altura (ocho metros más que la torre más alta del Panteón), de 2.000 metros cuadrados de superficie, con una capacidad para recibir hasta 1.500 personas que incorporó un espacio público adicional. La estructura fue hecha con cerámica blanca, acero ensamblado en talleres del país, láminas traídas de Suiza, cerámicas de España, granito negro de Suráfrica y acero corten de Estados Unidos. Su diseño estuvo a cargo de Francisco Sesto, Lucas Pou, Gilberto Rodríguez y Orlando Martínez Santana, causando en su momento una encendida polémica que quedó registrada en https://iamvenezuela.com/2016/07/mausoleo-del-libertador-anexo-del-panteon-nacional/, artículo que cierra de la siguiente manera: “En una visita realizada por a comienzos de 2016 por IAM Venezuela se pudo constatar que la edificación se encuentra en buen estado de conservación. Sin embargo, una fuente que prefirió mantenerse anónima señaló que durante la lluvia entra el agua y el féretro del Libertador debe protegerse de las goteras”. Hoy, a tres años de esa visita valdría la pena saber las verdaderas condiciones que presenta la controversial obra que minimizó y dejó reducido a hall de acceso el monumento que le dio origen.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 3 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

1 y 5 arriba derecha. https://iamvenezuela.com/2016/05/panteon-nacional/

2 y 5 abajo. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

5 arriba izquierda. https://www.pinterest.com/pin/384917099384872092/,

6. http://guiaccs.com/obras/foro-libertador-plaza-panteon/

7. https://es.wikipedia.org/wiki/Pante%C3%B3n_Nacional_de_Venezuela

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 53

Afirmar que en 1894 el arquitecto Alejandro Chataing (Caracas, 1873-1928) gana el concurso para la realización de las fachadas del Mercado Municipal de San Jacinto amerita llevar a cabo varias acotaciones.
En primer lugar, aclarar que las fuentes que respaldan dicha afirmación no ahondan en detalles, lo cual nos ha obligado a profundizar la indagación encontrándonos con una serie de lagunas que dan pie para especular sobre si, a pesar de que “entonces los concursos se celebraban con cierta regularidad” (como afirma Juan Pedro Posani), estamos en presencia del primero realizado en el país del que se tenga registro, probablemente convocado bajo condiciones bastante limitadas.
Lo segundo es que se puede afirmar con certeza, tal y como documenta Mariana Iribarren en De Catedral a San Jacinto. Una sede para el mercado principal en la Caracas del siglo XIX (2010), que en 1895 es Juan Hurtado Manrique (1837-1896) quien asume la realización del proyecto del Mercado Principal de Caracas, el cual se inaugura en septiembre de 1897, ya fallecido quien fuera uno de los más importantes ingenieros-arquitectos del siglo XIX venezolano. También se tiene conocimiento que un joven Chataing colaboró con Hurtado en el diseño del Arco de la Federación (1895), por lo que para el momento en que Hurtado asume el proyecto del Mercado con seguridad ya el ingeniero Chataing se encontraba entre sus principales colaboradores dentro del Ministerio de Obras Públicas (MOP), dando sus primeros pasos como arquitecto que lo convertirán posteriormente en “el gran constructor del régimen” de Cipriano Castro, tal y como lo calificara Mariano Picón Salas. Tampoco sería descabellado afirmar que fuera al interior del MOP donde se realizara el concurso mencionado al principio de estas líneas, y que fuera Chataing quien llevara las riendas del proyecto y se encargara de finalizar la realización y supervisión de la obra del propio Mercado en vista de que Hurtado vivía sus últimos años.
Tal vez la mayor controversia pueda estar en la fecha en que se supone fue hecho el concurso para las fachadas del Mercado (1894) -año previo a la asunción del proyecto por parte de Manrique- y el verdadero momento en que se lleva a cabo la ejecución del diseño de Chataing, pudiéndose también especular (ante la falta de documentación que lo corrobore) que hayan sido realizadas posteriormente cuando en 1928 se llevaron trabajos de refacción del edificio en tiempos de Gómez. El detalle está en que para entonces es Chataing quien vivía sus últimos días.
Lo cierto es que la construcción de aquel moderno mercado, dio pié a Iribarren para repasar buena parte de los procesos históricos y urbanos del siglo XIX venezolano siguiéndole la pista a su peregrinar previo junto a mercaderes y parroquianos y a las “diversas etapas de remiendos, ampliaciones, reconstrucciones, normativas y regulaciones realizadas por diferentes administraciones gubernamentales a la fábrica colonial del convento, que al final será demolida para dar paso a un novedoso edificio de techumbre de acero importado de Bélgica”, dejándonos al final con el amargo sabor de su desaparición en 1942 a pesar de que “parte de su alma de acero, nacida en Bélgica, fue a parar a los mercados de Catia y Guaicaipuro”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. https://iamvenezuela.com/2019/05/alejandro-chataing-pieza-clave-de-la-arquitectura-en-la-venezuela-de-entresiglos/

1948• Eliminación progresiva del Mercado de San Jacinto

Eliminación progresiva del Mercado de San Jacinto.jpg

1948•  Progresivamente se va eliminando el Mercado de San Jacinto, el cual había pasado de ser con el tiempo un mercado a cielo abierto durante gran parte del siglo XIX, localizado en los terrenos en donde estuvo el Convento y la Iglesia de los Padres Predicadores Dominicos demolida en 1966, a ocupar el edificio construido e inaugurado en 1896, diseñado por el ingeniero Juan Hurtado Manrique (1837-1896), utilizando una estructura de hierro especificada para su proyecto, traída desde Bélgica.
En 1953 se desarmó esta estructura, demolió el edificio, reciclándose las columnas, vigas, parte de la cubierta y las rejas, utilizándolas para construir el Mercado de Catia.

HVH