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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 281

Desde que hizo su aparición en 1987 hasta que luego de 34 números dejó de salir en 1998, la revista ESTILO se convirtió, sin lugar a dudas, en toda una referencia como publicación dedicada al mundo cultural en Venezuela.

Fundada por Carlos Eduardo Plaza director-editor entre el nº 1 y el 6, pasando a ser sólo editor a partir del nº 7 cuando la revista es adquirida y dirigida por Caresse Lansberg, ESTILO mostró desde su salida una marcada vocación por abarcar la mayor cantidad de ámbitos, un claro interés por innovar y una tangible inclinación por abrir sus puertas a un significativo número de colaboradores.

Si nos detenemos  por un momento a observar el primer número de la revista (que junto a toda la colección se puede consultar y descargar en https://fundacionculturalestilo.com), cuya portada que engalana nuestra postal del día de hoy fue diseñada por Gerd Leufert, se puede notar por parte de Antonio Quintero (su director de arte) un énfasis muy claro por colocarse a tono con un momento en que el diseño gráfico venezolano estaba sintonizado en cuanto a modernidad y contemporaneidad con otras partes del mundo. Inspirada en la revista Interview de Andy Warhol, la revisión de la primera entrega de ESTILO es toda una invitación a penetrar en un universo apabullante, confuso a veces, en el que conviven de igual a igual los contenidos y la propaganda en medio de una vorágine que no ofrece descanso.

1. Página de contenido del nº 1 de la revista ESTILO.

La página que funge de índice muestra a las claras lo que señalamos: allí se intenta diferenciar, en dos columnas, los anuncios de lo que es el trabajo aportado por los colaboradores buscando darle al lector cierta orientación que no estamos seguros que encuentre. Serán en definitiva las páginas 18 y 19 donde el joven Quintero declare sin tapujos lo que significó conceptualmente el reto de dirigir artísticamente la revista cosa que no tranquiliza del todo.

No obstante, el interés puesto desde el primer al último número de ESTILO por darle cabida al arte contemporáneo, la arquitectura, el diseño utilitario, la moda, el diseño industrial y la fotografía sin dejar de lado el diseño gráfico que fue su motivo más esencial, permite a través de ella, como ya hemos señalado, reconocer el valor de lo acontecido desde finales de los años 1980 a finales de los 90.

Para corroborar lo dicho, el propio nº 1, que se vendía a Bs. 95 pudiéndose optar por una suscripción de tres números a Bs. 255 y de seis a Bs. 510, ofrece, junto a los 25 anunciantes, la posibilidad de encontrarnos con notas o artículos tan diversos como: “El arte de invertir en arte”, “Antonio Quintero. Gráfico”, “Portafolio Jorge Cruz D.”, “Eddy Pérez. Músico”, “La América de Rískez”, «Mariangélica Ayala. Actriz”, “And&And. ¿Totalmente irresponsable?”, “Diseño y cultura industrial”, ¡Monumento! ¿Monumental?(texto sobre arquitectura escrito por Francisco Bielsa), “Adriana y Luz Urdaneta. Bailarinas”, “Desfile Ángel Sánchez”, “Comic”, “Portada/Gerd Leufert”, “Estilográfica”, “Estilarte” y “Algo por el estilo. Boris Izaguirre”. Este repaso permite confirmar cómo son la fotografía, el texto y el diseño los que se conjugan como recursos expresivo-visuales volcados sobre la página en blanco, aprovechando respectivamente sus valores artísticos, tipográficos e ilustrativos.

A través del tiempo ESTILO logró, pese a transitar diversas etapas y variar su línea editorial, diseño y formato, alcanzar una identidad gráfica propia y contar, como se indica en la web ya citada, con “un equipo de producción y redacción integrado por profesionales del periodismo y la edición. El grupo de colaboradores se componía de reconocidas personalidades del mundo de las artes visuales y la cultura. Así como tuvo corresponsales en distintas ciudades del mundo, como Nueva York, Bogotá, París. Muchos curadores, fotógrafos, periodistas y artistas fueron publicados por vez primera en ESTILO. (…) La circulación de ESTILO fue nacional e internacional. En su momento fue presentada, en distintas ferias de arte, como ATFI 92, en Bogotá, Art Miami 93, ganando nuevos lectores en otros países. Siempre estuvo presente en la FIA venezolana”. Llama por otra parte la atención cómo a partir del nº 9 el nombre de la revista estuvo acompañado de la palabra “nuevo” hasta el 19 cuando la portada sufre un ligero retoque.

Compuesta por secciones fijas sobre las distintas áreas que abarcaba, en cada número de ESTILO se exploraba un tema central, que ocupaba una cuarta parte del contenido. “Este tema central tenía un editor invitado que determinaba junto al consejo editorial la orientación del mismo. Así, por ejemplo, se dedicaron números a la fotografía, el arte conceptual, la ecología, arquitectura, el erotismo, y la gastronomía, entre otros temas. Su publicación fue generalmente trimestral, con excepción del año 1995 en el que fue bimestral”.

2. Portada y página de contenido del nº 12 de la revista ESTILO.
3. Páginas interiores del nº 12 de la revista ESTILO.

Son memorables, por ejemplo, los números 12 y 18 donde la arquitectura fue el tema central. El 12, publicado en 1992, cuya concepción gráfica y diseño estuvo a cargo de Carlos Eduardo Plaza, que contó con la asesoría editorial de William Niño Araque y el apoyo de la Fundación Museo de Arquitectura facilitando gran parte del material gráfico, le permitió a Niño publicar “La Escuela de Caracas. Reflexiones para una primera aproximación a la Arquitectura Contemporánea en Venezuela”, a Alejandro Pozo, acompañado de retratos realizados por Alexander Apóstol, entrevistar 10 arquitectos u oficinas de arquitectura pertenecientes a la “generación intermedia” señalada por Niño en su texto (Carlos Gómez de Llarena y Moisés Benacerraf; Max Pedemonte; Manuel Delgado; Jorge Rigamonti; Felipe Delmont; Federico Vegas; Helene de Garay; Gorka Dorronsoro; Díquez, González y Rivas; y Oscar Bracho y Eva Arredondo); presentar a Nelson Garrido “Arquitectura tradicional, una visión fotográfica”; y a los editores ofrecer “Tips de Arquitectura-Reseña internacional”.

4. Portada y página de contenido del nº 18 de la revista ESTILO.
5. Páginas interiores del nº 18 de la revista ESTILO.

El nº 18 con portada ilustrada por una fotografía de Paolo Gasparini, tomó como excusa la realización en abril de 1993 del VI Seminario de Arquitectura Latinoamericana (SAL) en Caracas, dedicándole al evento y sus protagonistas buena parte de la edición. La coordinación estuvo a cargo, de nuevo, por William Niño Araque con la colaboración de María Teresa Novoa, Martín Padrón, Alberto Sato, Henrique Vera y José Balbino León, el apoyo de la FAU UCV, la Fundación Museo de Arquitectura y las fotografías de Alexander Apóstol. Aparecieron en aquel número los textos “Las ciudades invisibles” de Alberto Sato, “Diálogo posible en un banquete barroco” de Martín Padrón y “El espacio dentro del espacio” de María Teresa Novoa; las notas “Lucio Costa: un premio a América” y “Epístola filatélica”; la sección “Encuentros” donde una serie de arquitectos latinoamericanos confrontan, examinan y comparan sus posiciones en torno a la Arquitectura Latinoamericana, diseccionada en torno a los temas: Identidad del Caribe, Ciudad, Tecnología, Identidad Latinoamericana, Educación (estudiantes y docentes) y Difusión; y, para finalizar, “Ciudades de América Latina. Selección múltiple”: “cinco ciudades fotografiadas por Paolo Gasparini, cinco textos de escritores que las habitan, un panorama arbitrario para armar una imagen casual de las urbes latinoamericanas”.

ESTILO no sólo fue reflejo de una época sino también fue un elemento que contribuyó a definirla dentro de sus límites como publicación independiente. Hasta la edición número 20, la aparición de cada una era celebrada con fiestas y presentaciones. Ya después se fue ajustando a los tiempos que corrían y a la evolución de su propuesta editorial en la que se consolida como registro de la actividad del arte en Venezuela, fue territorio para museos, galeristas, críticos, curadores, fotógrafos, artistas plásticos y escritores manteniendo su espíritu de vanguardia”, según se recoge en la web de la Fundación Cultural que lleva su nombre empeñada desde 1998 en “preservar el trabajo que realizaron la Fundación CALARA y la Revista ESTILO durante las últimas décadas del siglo pasado y ponerlos a la disposición de estudiantes, investigadores, artistas, y público en general. Igualmente, registra la actividad del programa radial de entrevistas, Arte con ESTILO, en el cual distintas personalidades de la cultura conversan en profundidad sobre su trayectoria y visión creadora”.

La revista obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Cultural el año 2000 luego de haber dejado de circular hacía dos años, reconociéndose así, con justicia, una importante labor acumulada.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. https://fundacionculturalestilo.com

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 273

Luego de diez años de sostenido trabajo traducido en la salida con regularidad de la revista entre rayas, el arquitecto Jesús Yépez a la cabeza del Grupo Editorial Entre Rayas, C.A. (GEer) decidió darle vida a un proyecto concebido en mayo de 2002, cuando apareció el nº 41 dedicado al tema de Arquitectura Interior, que consistía en lanzar una segunda publicación periódica en este caso especializada en divulgar los temas de diseño, decoración, revestimiento, equipamiento y mobiliario. “Catorce meses después -y gracias al sólido apoyo recibido tanto de las empresas patrocinantes como de los articulistas- esa idea se materializa con el nombre de entreSPACIO”, comentará Yépez en el “Editorial” del nº 1 cuya portada ilustra nuestra postal del día de hoy.

Pese a estar atravesando “los tiempos más difíciles de la historia contemporánea de Venezuela”, la aspiración del GEer a través de la revista no era otra que crecer y recorrer un largo camino en pro de divulgar lo mejor que se realiza en las áreas que interesaban tanto de nuestro país como de otras partes del mundo.

Diseñada por Rozana Bentos, montaje electrónico de Estrógeno/GEer, dirección de fotografía de Andrew Álvarez y asistencia editorial de Alexandra Dávila, las 58 páginas entreSPACIO reproducidas a todo color por Impresos Minipres, C.A. se organizaron con base en tres secciones: Proyectos, Productos y Personajes, a las que “progresivamente se incorporarán más”, entre las cuales se intercala a modo de separación la publicidad.

Páginas 6 y 7 correspondientes al Sumario y Editorial del nº 1 de la revista entreSPACIO

El apartado de “Proyectos” de este primer número estuvo integrado por las obras Discoteca Loft del arquitecto Juan Ignacio Morasso y las Oficinas Uniglobe Candes del arquitecto Omar Seijas. “Productos”, la sección más nutrida, cuyas reseñas se dejaron a cargo de las empresas que los comercializan, incluyó: la Silla Mirra (creada por Herman Miller en unión con la firma alemana Studio 7.5, comercializada en Venezuela por Decodibo, S.A. y Modusistema, C.A.); Kitchinettes Teka (Teka Andina, S.A.); My home Bticino (Ticino de Venezuela, C.A.); El diseño industrial = simplicidad, funcionalidad y forma (artículo a cargo del T.S.U. Miguel José Maestre); Tecnología con belleza y diseño (Industrias Venezolanas Philips, S.A.); Galería de productos (hasta un total de 35 que incluyen: 19 tipos de lámparas, apliques y luminarias, 2 sofás, y diversas piezas de diseño que van desde relojes, ceniceros-papeleras y alfombras hasta joyas); No-Contact Jacket (abrigo femenino diseñado por Adam Whiton y Yolita Nugent, www.no-contact.com); y Sprit (silla de oficina diseñada por Busa & Lauretti).

Páginas 36 y 58 correspondientes a las secciones Producto y Personaje, respectivamente, del nº 1 de la revista entreSPACIO

El capítulo “Personajes” lo ocupa el breve texto “Bajo la sombra de Gaudí” elaborado por el arquitecto Carlos Teodoro Itriago con motivo de la exposición del mismo nombre abierta hasta el 12 de marzo de 2003 en la Galería Reference en El Raval, Barcelona, y que agrupó a cinco fotógrafos (Paul Boswell, Txema Durán, Santiago Adeye, Natalia Berneda Costa y Carlos Teodoro Itriago) “que se propusieron el proyecto común de fotografiar la obra de Gaudí con luz nocturna natural, para resaltar aún más la plástica de su obra”.

La revista fue presentada el 17 de julio de 2003 en el marco de la celebración del Día del Arquitecto con la asistencia de más de 250 personas de acuerdo a la reseña publicada en https://www.analitica.com/entretenimiento/presentado-el-primero-numero-de-la-revista-entrespacio/ donde se señala, además, que “este evento, organizado por la revista entre rayas, contó con el patrocinio de las siguientes empresas, quienes, a pesar de la difícil situación que vive el país apuestan por la pronta recuperación del mercado de la construcción: Bticino, Laminova, Lafarge Cementos, Deco Abrusci Toldos y Persianas, Philips, Unifedo Interamericana, Teka Andina, Total Office, Hunter Douglas de Venezuela, Modusistema, Autodesk, Falinca, Decorando en la Web, Sugaca, Graphic Signs, ilab Estudio Gráfico, Arq-Links.com y Cybercentrum”.

Logo de entreSPACIO utilizado en las redes sociales

El proyecto que giró en torno a la revista entreSPACIO contempló la creación de una cuenta en twitter (@entreSpacio) y otra en Facebook (Revista entreSpacio) así como una dirección de correo electrónico (entrespacio@gamail.com). También se planteó como pauta dentro del programa de radio que se emite “todos los martes de 9 a 10 a.m. (hora de Venezuela) por la emisora virtual www.enlaredradio.com”.

Como parte del empuje inicial apareció el nº 2 de entreSPACIO en noviembre de 2003 en cuyo editorial Jesús Yépez anunciaba, junto a la buena acogida que la publicación había tenido entre arquitectos, diseñadores, decoradores y empresas, y “bajo la filosofía de las publicaciones de GEer: sin prisa pero sin pausa”, que se había trazado para el 2004 un camino de crecimiento “en todos los aspectos posibles: más páginas, más secciones, más ejemplares, una periodicidad trimestral y sobre todo, la valiosa participación de profesionales con sus proyectos destacados y las empresas patrocinantes, tanto a nivel nacional como internacional”.

Portadas de los números 2 y 4 de entreSPACIO

Sin embargo, a diferencia de entre rayas la continuidad de entreSPACIO no ha podido consolidarse. De esa discontinuidad da cuenta la propia página www.entrerayas.com donde al abrir hoy la pestaña EntreSpacio nos encontramos con un resumen de sus características (similares a las que ya hemos reseñado) en la que se señala una periodicidad semestral y que “hasta la fecha se han editado cuatro números de la revista. Se prepara la edición No. 5 dedicada a Arquitectura de Oficinas”. Si tenemos en cuenta que el número 4 salió en julio de 2009 (con criterios de diseño gráfico algo diferentes a los empleados en los dos primeros ejemplares) es fácil notar la acumulación de una considerable demora que no dudamos puede atribuirse a la severa crisis que atraviesa el país y a un asunto de establecer prioridades por parte del GEer.

También al revisar al día de hoy las cuentas de entreSPACIO nos ncontramos que la de twitter registra como último movimiento el fechado el 14 de junio de 2011, la de facebook el 8 de junio de 2018 (con interesante contenido y espaciosos intervalos entre una publicación y otra) y el último enlace con www.enlaredradio.com también el 14 de junio de 2011. Presumimos que los contenidos que había ofrecido publicar entreSPACIO los ha asumido en parte la revista entre rayas (la cual, contra viento y marea ha logrado mantenerse) a la espera de tiempos mejores que todos aspiramos lleguen más temprano que tarde para lograr su reactivación, así como como la de tantas otras cosas que ivernan a todo lo largo y ancho del país.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 265

Gracias al descubrimiento hecho por nuestro asiduo lector y amigo Lesmes Castañeda en una ya desaparecida librería de publicaciones usadas de Las Mercedes, llegó a nuestras manos, digitalizado, este número 1 (abril-mayo junio), de la revista Artes del año 1952, verdadera reliquia para curiosos.

Dirigida por Diego de Viana e impresa en el taller gráfico Cromotip, con portada sencilla en blanco donde aparece únicamente la caligrafía con que se escribe su nombre, se descubre en este ejemplar de Artes, además de su aparente periodicidad trimestral, que está integrada por siete secciones: Cultura, Teatro, Arquitectura, Pintura, Música, Letras y una especie de misceláneos que titulan como “Kaleidoscopio”. Como se ve, abarcaba, al menos de inicio, casi todo el espectro de la cultura y las bellas artes.

De los dos artículos de Cultura uno titulado “Holanda cultural” estuvo firmado por Su excelencia Hendrick Riemens, Ministro de Holanda, y el segundo, “Educación primaria”, fue escrito por Eduardo Picón Lares; los de Teatro, “Lawrence Olivier y su Hamlet” y “Hacia el porvenir”, llevaron la firma de Ernesto Estrada; la sección de Pintura conformada por los textos “Joyas de arte de Venezuela” y “Vida artística” estuvo a cargo de Gastón Diehl; el escrito sobre Música “Variaciones sobre Chopin” lo elaboró Israel Peña; la sección de Letras contó con cuatro artículos y tres firmas: “Relicario” y “Alfonso de Lamartine” de René Durand, “Las dos retretas” de Eduardo Arroyo Lameda y “Ella va a misa” de Roberto Picón Lares; y Kaleidoscopio recoge los artículos “El paisaje y su flora” de Tobías Lasser y “La televisión” de James Angus.

Lamentablemente no contamos con la totalidad de la revista para saber el sesgo e inclinaciones de los textos aparecidos. Sin embargo, entre los colaboradores se encuentran verdaderos especialistas en sus respectivas áreas lo cual habla muy bien del alto nivel que se esperaba alcanzar con la publicación.

De lo anterior puede dar fe el hecho de que el artículo sobre Arquitectura, titulado “Luz, estructura y forma”, haya sido escrito nada más y nada menos que por Carlos Raúl Villanueva siendo ello un verdadero descubrimiento ya que, según tenemos entendido, no forma parte de ninguna de las antologías publicadas sobre el Maestro. También se podría afirmar que se trata de uno de sus primeros textos breves después de la aparición del libro La Caracas de ayer y de hoy, su arquitectura colonial y la Reurbanización de “El Silencio” (1950) y un poco anterior (casi simultáneo) del muy conocido ensayo “El sentido de nuestra arquitectura colonial” incluido en la Revista Shell en junio del mismo año 1952.

En “Luz, estructura y forma”, cuya extensión es de una sola página, Villanueva establece el paralelismo existente entre la arquitectura gótica y la arquitectura contemporánea en cuanto a la utilización de las técnicas propias de cada época para lograr cubrir convenientemente los espacios y a la vez permitir que la luz los bañe y “los haga vibrar”. A pesar de contar con materiales muy distintos, a la hora de resolver el mismo problema (el de cubrir e iluminar espacios) en ambos casos se apela al mismo principio: “eliminar la estructura de muros cargantes que limitan, a causa de la estabilidad, la entrada de la luz solar y a adoptar una estructura orgánica basada en el punto de apoyo que concentra las cargas sobre ciertos elementos y permite abrir totalmente el espacio facilitando la entrada triunfal de la luz”.

Para finalizar, concluye Villanueva: “Conviene también comparar similitudes de expresión en la organización del espacio exterior, en la unidad de conjunto y, sobre todo, en la forma como expresión rigurosa y fiel de la estructura”.

Fotos y dibujos que acompañan el texto «Luz, estructura y forma» de Carlos Raúl Villanueva

Ahora bien, tanto o más interesantes que el texto son las fotos y sobre todo los dibujos que lo acompañan. Así, aparecen una imagen de Notre Dame de París (siglo XII) y otra de Notre Dame de Raincy de Auguste Perret de 1921-22 que explican por si solas el breve discurso elaborado por Villanueva. Adicionalmente se presentan una serie de pequeños bocetos que exponen la evolución histórica con relación al tema tratado en lo relativo, por un lado, al muro como elemento portante versus el punto de apoyo y, por el otro, la concordancia absoluta entre la estructura, la forma y los materiales utilizados en cada época.

Por las características del trazado y la caligrafía, los dibujos son bastante similares al muy conocido “Elementos plásticos en defensa contra los elementos” de “El sentido de nuestra arquitectura colonial”, no existiendo dudas de que se trata de la misma mano del Maestro que se muestra prácticamente en el mismo momento.

Por lo que nos ha informado Lesmes, la revista Artes, al menos llegó hasta el número 7 ya que en su poder también se encuentra un ejemplar doble (números 6-7) en el que aparecen dos artículos de arquitectura: uno de Albert Harkness quien para ese momento era el agregado cultural de la embajada de Estados Unidos en el país y otro de Villanueva dedicado a la nueva ala del Museo de Bellas Artes.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 257

La revista El Farol aparece por primera vez en Caracas el mes de junio de 1939, tal y como reza en la portada de su nº1 que hemos reproducido para ilustrar nuestra postal del día de hoy. Surge como órgano divulgativo de una empresa petrolera pero también se mostró desde sus inicios como una publicación de corte cultural que sin duda llenó un vacío ante la ausencia de variedad de opciones de ese tipo en el país.

Cuando la Standard Oil of New Jersey de Venezuela y la Lago Petroleum Corporation deciden lanzar El Farol sólo circulaban como revistas que podían tener alguna vocación cultural: Élite, fundada en 1917, de carácter variado, única que dejó por fuera contenidos políticos en la época gomecista e introdujo la fotografía de acontecimientos, nuevo concepto de reportaje gráfico en Venezuela; Pitorreos y el semanario humorístico Fantoches creados en 1918 y 1923, respectivamente, que mantuvieron siempre el humor como arma de doble sentido que no cesaba de criticar al régimen, lo que a la primera le valió el que tuviera una duración de tan sólo un año tras ser censurada y cerrada por el gobierno del Benemérito; Cultura Venezolana, publicada por primera vez en 1920, revista de información cultural, científica y filosófica, de sencillo formato con propósitos diferentes a la crítica política desarrollada en la época; y la más importante de todas, la Revista Nacional de Cultura que empieza a circular en 1938 después de la muerte de Gómez y cuyo director fundador Mariano Picón Salas le imprimió una vocación claramente dirigida al mundo intelectual y artístico.

Al momento de la aparición de El Farol Venezuela estaba saliendo del largo período que tuvo a Juan Vicente Gómez como controlador del poder y ya Eleazar López Contreras había dado los primeros pasos para lograr encaminar la reinstitucionalización del país. Aunque El Farol, dado su corte corporativo, si bien evadió siempre las manifestaciones de tipo ideológico en su contenido, logró dar cabida en medio de ese ambiente, por un lado, a la exaltación y difusión de los valores tradiciones venezolanos y, por otro, a ofrecer a una diversidad de artistas la oportunidad de ilustrar sus portadas.

Será a partir de 1943 que la revista sea asumida por la Creole Petroleum Corporation (que, como se sabe, surge de la fusión de la Lago Petroleum y la Stándard Oil of Venezuela) hasta finales de 1975 cuando aparece su último número, cuando ya era inminente la nacionalización de la industria que se decretaría el 1 de enero de 1976. Fue una publicación de circulación interna subsidiada para su distribución gratuita que además podía ser adquirida por el público en general a través de una suscripción. En sus inicios se producía mensualmente, desde 1955 se comenzó a publicar bimestralmente y finalmente, a partir de 1963, se editó trimestralmente llegando a alcanzar un tiraje que oscilaba entre 30.000 y 50.000 ejemplares. Sus medidas se mantuvieron en el tiempo, siguiendo un formato aproximado de 31 x 23 cms.

Otra característica de la revista es que utilizaba el color en la parte exterior (portada y contraportada) mientras en la tripa se empleaba una impresión a blanco y negro, lo cual va a variar hacia la década de los 50 cuando se incorporan diversas tonalidades en el interior de la misma. Las imprentas a cargo de la reproducción de los ejemplares estaban sujetas a los requerimientos específicos que los editores demandaban. Otro detalle interesante es que las obras artísticas que ocupaban la portada lo hacían en su totalidad, clara señal de que primaba la forma sobre el texto. Únicamente se superponía el logotipo que daba nombre a la revista y la fecha de salida.

Tal y como señala Ariana Elizabeth García Balbi en “Relación entre las Artes Plásticas y el diseño gráfico a través de las portadas de la revista El Farol (1939 -1975)”, trabajo con el que obtuvo la Licenciatura en Arte (2012), “La Litografía y Tipografía del Comercio fue la encargada de imprimir las primeras tapas de El Farol, porque era una de los pioneras en realizar reproducciones a cuatro colores con la técnica litográfica. Luego en 1949 se comienza a imprimir en Unión Gráfica y finalmente en 1954 la reproducción estuvo a cargo de Cromotip mediante la técnica de off-set, este taller se consideraba, para la época, como el de mejor calidad. (…) Notamos una variación en el empleo del tipo de papel utilizado, que puede explicarse según las necesidades y los requerimientos específicos de cada portada. En este sentido, para las tapas y contratapas se empleaban papeles estucados, con los cuales se lograban colores más vivos y se brindaba un acabado sedoso, tanto al tacto como a nivel visual. Además, sus propiedades materiales le otorgaban a la reproducción de imágenes, como las obras de arte, mayor calidad. Con el paso del tiempo se utilizaron papeles satinados de mayor densidad.”

El número 1 de El Farol estuvo organizado en secciones: sociales, cultura, literatura, nuevo personal y seguridad industrial, entre otras. Presentó en la portada una obra del artista plástico venezolano Tomás Golding, que muestra una imagen de carácter figurativo de una playa caribeña en la que aparecen dos mujeres saliendo de su vivienda y dirigiéndose a realizar su faena cotidiana. La carátula no ofrece mayores complicaciones en cuanto a su diagramación más allá de la sutileza y ubicación proporcionada de la identificación (arriba a la izquierda) en un lugar que no afecta lo que la protagoniza. Sin embargo, como apunta Sean Nesselro de Moncada en “PANORAMA PETROLERO: El regreso de Cruz-Diez a El Farol”, artículo aparecido en las memoria de las I Jornadas Internacionales de Estudios sobre Revistas Culturales Latinoamericanas, Buenos Aires, 8-9 de mayo de 2017, con el primer número se “estableció una plantilla que definiría la primera década de la revista: fue una fantasía de un paraíso tropical y primitivo, la cual fue no sólo un programa visual tan como una misión ideológica” precisando que: “A Nelson Rockefeller, miembro de la junta directiva de la Creole, le impresionó esta fantasía cuando viajó a Venezuela en 1937 para reconocer las actividades de la compañía”.

Será la propia Nesselro de Moncada quien complemente: “El número inaugural de El Farol fue publicado en respuesta a una crisis internacional de relaciones públicas, resultado de la reciente expropiación de las reservas petroleras mexicanas en 1938 y una campaña de huelgas petroleras en Venezuela, en las cuales la clase trabajadora demandaba un aumento del salario, mejores condiciones laborales, y el derecho a la creación de un sindicato. En un momento de tumulto tanto regional como global, las compañías petroleras como la Creole tuvieron que justificar su presencia en países como Venezuela, la Creole lo hizo a través de la creación de una revista con la que se comprometía por ‘el bienestar del país’, en las palabras de Nelson Rockefeller. Con El Farol los ejecutivos de la Creole fabricaron una plataforma en la que se podían unir (conceptual y literalmente) las operaciones de la industria petrolera con la historia, la cultura, y la identidad de la Venezuela moderna. En este sentido, este primer número de El Farol abre con unas ‘Palabras Preliminares’, en donde se articula la estrategia formulada por Rockefeller: ‘aspiramos a recoger en nuestras páginas las palpitaciones más intensas del alma nacional, y…ratificamos…lo sincero de nuestra patriótica devoción’. El contenido de este primer número –y de todos los números de la revista– combinan relatos de las nuevas operaciones y campos petroleros de la compañía, con artículos sobre la historia y cultura del país, mezclando así los intereses de la industria con un emergente sentido de ‘patriótica devoción’.”

1. Cuatro portadas de la revista El Farol ilustradas por artistas pláticos venezolanos. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Arturo Lares, agosto de 1943; Héctor Poleo, agosto de 1946; Rafael Rivero, noviembre de 1946; y Carlos Cruz-Diez, diciembre de 1946.

Para Sagrario Berti en “Alfredo Armas Alfonzo, El Farol y Ricardo Armas”, texto de 2014 aparecido en http://sagrarioberti.com/alfredo-armas-alfonzo-el-farol-y-ricardo-armas/, el período 1948-1958, cuando Alfredo Armas Alfonzo trabajó en la revista, “es decisivo en la historia económica y sociocultural del país y consideramos que con El Farol se comienza a edificar el imaginario de identidad nacional. En sus páginas se difunde la idea de modernidad y progreso, representado en: fotos de extracción de hidrocarburos, gerentes de la industria o cifras de productividad petrolera. Estos temas están enlazados con reportajes sobre: el origen de la arepa, pesebres, carnaval, cultura afro-venezolana, restos y tiestos prehispánicos, comunidades indígenas o paisajes. Según el profesor Miguel Tinker Salas, en El Farol: ‘las costumbres de los llaneros, la forma de vida de los andinos, y las expresiones culturales de los orientales dejan de ser simples testimonios culturales regionales aislados y pasan a formar parte de un repertorio amplio que refleja una cultura nacional’. Este conjunto de prácticas sociales y culturales fue cobrando importancia y, para esta generación (incluye a Armas Alfonzo) y otras empezó a definirse lo que implicaba ser un venezolano”.  

Con el tiempo, las portadas de El Farol, como ya se anunciaba con la inclusión de la pintura de Golding en el nº 1, le abrieron paso a la presencia de jóvenes artistas venezolanos. Entre otros, Arturo Lares ocupará la portada de agosto de 1943, Héctor Poleo la de agosto de 1946 y Rafael Rivero la de noviembre de 1946. También en su contenido “entre los años treinta y cuarenta, aparecieron artículos sobre el Salón de Arte Venezolano y otros pintores como Héctor Poleo, Rafael Monasterios y Mateo Manaure… . Pero quizás aún más notable fue la contratación de artistas locales como empleados de la revista. Entre ellos estaba Carlos Cruz-Diez, quien se unió al personal de la revista en los años cuarenta como ilustrador y, eventualmente, como Director Artístico. Se conoció el diseñador norteamericano Larry June, quien había llegado a Caracas dos años antes a la invitación de la Creole para trabajar en el equipo de El Farol. Asumió responsabilidad por el plano de la revista y, según su pupilo Cruz-Diez, llevó una actitud alegre a la tipografía. Con la llegada de Cruz-Diez y June, y el lanzamiento de la publicación hermana Nosotros en 1946 –que adquirió la mayoría de las secciones de sociales, deportes, y promociones de los empleados de la Creole– El Farol empezó a definirse como una publicación cultural además de un órgano empresarial.”

Cruz-Diez, lejos aún de su compromiso con la abstracción, asumiría en aquel entonces para dos portadas ilustraciones de carácter decididamente figurativo inspirados “en parte por el florecimiento del realismo social en el hemisferio”, como señalará Nesselro de Moncada. Más adelante diseñaría la carátula del número 150 (febrero de 1954), dedicado a la metamorfosis de Caracas bajo el Nuevo Ideal Nacional de Marcos Pérez Jiménez, con base a una fotografía de la nubes de Calder ubicadas en el interior del Aula Magna de la Ciudad Universitaria de Caracas y, ya plenamente comprometido con la abstracción, el paradigmático número “El Farol: La calidad de la vida 1” de 1974.

2. Dos portadas del El Farol diseñadas por Carlos Cruz-Diez. Izquierda: nº 121, junio 1949. Derecha: nº 150, febrero de 1954.
3. El Farol 166 (septiembre–octubre 1956), diseño de Gerd Leufert
4. El Farol: La calidad de la vida 1 (1974), diseño de Carlos Cruz-Diez

A pesar de lo señalado, la dirección artística propiamente dicha de la revista no estuvo formalizada hasta 1957, pese a que en el número 97 de 1947 se hace mención tangencialmente de Luis E. Mejías Donzella como responsable de dicha actividad. Es el año 57 el momento en que aparece por primera vez mencionado el creativo a cargo de la revista, lo cual se mantuvo hasta el último número. Como primer director artístico estuvo Gerd Leufert desde 1957 hasta 1959 (período en que diseñó la carátula de varios números). A partir del 59 Nedo Mion Ferrario (Nedo M.F.) se encargaría del área (y del diseño de diferentes portadas) hasta 1973. Luego en 1974, de regreso a la revista, Cruz-Diez asume la dirección creativa y un año después Oscar Vásquez se encargará de esta labor hasta finalizar la edición de El Farol con el número 252 en 1975. A lo dicho cabría añadir que desde la partida de Cruz-Diez a París en 1955, de la mano de Gerd Leufert y Nedo M.F., ambos recién llegados a Venezuela procedentes de Europa, El Farol va de la mano con la “continua legitimación del diseño abstracto», marcando así un período que podría calificarse de “modernista”. En aquellos años Mateo Manaure ocupará la portada de la entrega de julio-agosto de 1957.

La arquitectura, también se manifiesta en El Farol durante los años 50 y 60. Sin ser demasiado exhaustivos hemos detectado que: en 1955, nº 161, diciembre, Fruto Vivas publica por primera vez el artículoEl campesino, arquitecto por la gracia de Dios”. Después en 1961, (nº 192, enero-febrero), ejemplar prácticamente monográfico, aparecen:Creación de ciudades y Leyes de Indias” de Carlos Raúl Villanueva, “La casa colonial, sus orígenes y desarrollo” de Carlos Manuel Möller, “Riqueza y pobreza  de los templos coloniales” de Graziano Gasparini, “Nuestras fortificaciones coloniales” de Jerónimo Martínez Mendoza, “La vivienda en las áreas industriales” de Julián Ferris y “La arquitectura en Venezuela” de Diego Carbonell. En 1963, nº 205, abril-junio, Villanueva publica “Santa Teresa y el Teatro Municipal”; en 1966, nº 217, W.J. Alcock “El problema de la recreación en la Caracas del futuro”; y en 1967, nº 222, Miguel Casas Armengol, Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Zulia, “Situación actual y perspectivas de la universidad venezolana”.

Con esta nota dedicada a El Farol quisimos dejar constancia, aunque sea breve, del que sin duda es un ícono dentro de la historia editorial del país.

ACA

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Postal, 2, 3 y 4. https://publicaciones.espigas.org.ar/index.php/espigas/nesselrode_panorama

  1. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

¿SABÍA USTED…

… que en agosto de 1959 aparece el primer número de la revista SVA?

1. Portada del número 1 de la revista SVA

En 1959, cuando ya tenía 14 años de creada la Sociedad Venezolana de Arquitectos y sus oficinas funcionaban en el piso 9 de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, aparece el que será su órgano divulgativo: la revista SVA.

Después de A, hombre y expresión (1954) e Integral (1955), SVA será la tercera publicación periódica dedicada a la difusión de la arquitectura que aparecerá en el país. Así, como reza en su primer número, se buscaba que fuese “…un medio de consulta, de información, que lleve en su contenido, material que ayude en sus especificaciones a todos los profesionales en el ejercicio”. La Comisión de la Revista, encargada del ejemplar inaugural, estaba integrada por los arquitectos Augusto Dünzelmann, Mariano Goldberg y Hasso Olbrich. Ramón Losada sería el diagramador y la portada fue diseñada por el para entonces estudiante Jorge Castillo.

2. Fotos del brindis realizado en la sede de la Sociedad Venezolana de Arquitectos, ubicada en el piso 9 de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, el día del lanzamiento del número 1 de la revista SVA

Aquel número estuvo dedicado fundamentalmente a mostrar y reforzar aspectos vinculados con las actividades realizadas por el ente gremial, tal y como lo refleja su contenido: “Nota histórica de la S.V.A., por Heriberto González Méndez, pp. 5-8 (que incluía un facsímil del acta de fundación); “Entrevista a la Junta Directiva 1958-59”, p. 9; “Organigrama de la S.V.A.”, p. 10; “Equipos de trabajo, julio 1958-julio 1959”, p. 11; “Edificio sede”, p. 12 (ponencia presentada por la S.V.A. a la Primera Convención Nacional de Arquitectos); “Los equipos de trabajo en los organismos de planeamiento y vivienda: su estructura y coordinación”, pp. 12-13 (Ponencia de la S.V.A. y la FAU al Primer Congreso Venezolano de la Vivienda); “Primera convención Nacional de Arquitectos”, pp. 16-21; y “¿Qué debe ser la revista S.V.A.?”, pp. 24-25.

3. Documento fundacional de la Sociedad Venezolana de Arquitectos del 4 de julio de 1945 y foto de los siete firmantes tomada ese mismo día en las instalaciones del Colegio de Ingenieros de Venezuela.

La “Nota histórica” de González Méndez nos ubica en el momento en que la SVA se crea el 4 de julio de 1945, llevándose a cabo su acto de instalación en la sede del Colegio de Ingenieros de Venezuela, edificación proyectada por Luis Eduardo Chataing (1906-1971), quien junto a Rafael Bergamín (1891-1970), Cipriano Domínguez (1904-1995), Enrique García Maldonado (1905-1990), Heriberto González Méndez (1906-1992), Roberto Henríquez (1905-1990) y Carlos Raúl Villanueva (1900-1975) serán los siete profesionales encargados de echar a andar el ente gremial. La primera Junta Directiva de la Sociedad estuvo compuesta por Carlos Raúl Villanueva (Presidente), Luis Eduardo Chataing (Vicepresidente) y Heriberto González Méndez (Secretario) y, casi de inmediato, se sumarán a la entidad Luis Bello Caballero, Erasmo Calvani, Carlos Guinand Sandoz, Gustavo Guinand Van der Walle, Luis Malaussena, Leopoldo Martínez Olavarría, Manuel Mujica Millán, Guillermo Pardo Soublette, Willy Ossott, Germán Ponte, Guillermo Salas, Rafael Seijas Cook, Luis A. Urbaneja, Gustavo Wallis y Pedro A. Yánez, retrato de la primera generación de arquitectos modernos venezolanos.

No estaría de más recordar los fines que acompañaron a la creación de la Sociedad (“Dar impulso al estudio y desarrollo de la Arquitectura; cultivar la ética profesional; establecer vínculos de unión entre sus miembros y propender a la defensa y mejoramiento de la profesión”), para darnos cuenta que se asumía de manera prioritaria el impulsar definitivamente el desarrollo de los estudios de arquitectura un tanto alicaídos desde la creación de la Escuela en 1941, que tomarán un nuevo y definitivo impulso en 1946 dando como resultado el egreso de la primera promoción en 1948. Tampoco es casual que su sede se fijase en el edificio de la FAU una vez inaugurado en 1957, luego de haber iniciado sus actividades en una casa frente a la iglesia de Las Mercedes, haberse mudado a un nuevo local en el piso séptimo del Bloque 1 de El Silencio y trasladado entre 1953 y 1956 al Centro Simón Bolívar, con motivo de la organización de IX Congreso Panamericano de Arquitectos de 1955.

4. Poster preparado con motivo de la celebración de la Primera Convención Nacional de Arquitectos en los espacios de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.
5. Dos páginas interiores del número 1 de la revista SVA donde se recoge pormenorizadamente el desarrollo de la Primera Convención Nacional de Arquitectos. Las fotografías de la derecha corresponden al día de la instalación de la Convención en el Auditorio de la FAU UCV.

Por otro lado, el evento que ocupa mayor número de páginas del nº 1 de la revista SVA, la Primera Convención Nacional de Arquitectos, constituye la piedra angular que posteriormente permitirá al gremio emprender compromisos mayores. Celebrada en el Auditorio de la FAU UCV entre el 6 y 12 de diciembre de 1959 e inaugurada por el Presidente Rómulo Betancourt, en la revista se adelantan la orientación general de la Convención y el temario ya que una cobertura mayor incluida el acta final se publicará en el nº 2-3 extraordinario de septiembre-diciembre. Fungieron como parte del equipo organizador los arquitectos Julián Ferris, Guido Bermúdez, Juan Andrés Vegas, Carlos Raúl Villanueva y Pedro Lluberes. Los temas tratados fueron: Función Social del Arquitecto, Labor Profesional y Formación Universitaria.

También da cuenta la revista de dos ponencias presentadas en diferentes eventos: una en conjunto con la FAU UCV para el Primer Congreso Venezolano de la Vivienda realizado en Maracay entre el 12 y el 19 de abril de 1959 y otra para la ya mencionada Convención Nacional de Arquitectos.

En una especie de editorial ubicado al final del número, en “¿Qué debe ser la revista S.V.A.?”, se exponen las expectativas y aspiraciones que se tienen con su lanzamiento.

6. Portada del número 1 de la revista CAV del Colegio de Arquitectos de Venezuela (diciembre de 1966) y de la separata que traía en su interior donde se recogen los índices de los 20 números de la revista SVA aparecidos entre 1959 y 1965.

Como ya se avizoraba, desde su primer número la revista SVA cumplió un importante rol en la promoción y difusión de un conjunto de actividades de intercambio profesional que colaboraron a la consolidación de la identidad del gremio, pero además, paulatinamente, sirvió de vitrina para mostrar obras y proyectos realizados en el país, así como también concursos de arquitectura, trabajos académicos destacados, artículos de reflexión y crítica, exposiciones y reseñas hemerográficas, siendo hoy en día lo acumulado en sus 20 números aparecidos entre 1959 y 1965 una referencia importante de consulta.

Como dato relevante, el ya señalado número extraordinario 2-3 de septiembre-diciembre de 1959, reportaba un importante tiraje de 2.000 ejemplares de circulación gratuita, cosa que se mantuvo hasta que en 1966 se convirtió en la revista del Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) creado ese mismo año. Los editores de la revista CAV, reconociendo la importante senda marcada por su predecesora, elaboraron para su número 1 un valioso Índice de materias y de autores de todo el material publicado en la SVA.

ACA

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1 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela

2, 3, 5 y 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 249

El de la revista UNO A UNO (1:1) es otro caso de un esfuerzo llevado adelante por un valioso grupo de profesores e investigadores que hizo vida académica en una importante universidad nacional, que encontró en ese medio la vía para presentarse, darse a conocer y dejar plasmadas una serie de reflexiones relacionadas con las actividades que llevaban a cabo. También se trata de una muestra más de una publicación que sólo logró salir una vez, lo cual aumenta su valor como testimonio del trabajo que, dentro de las dificultades permanentes que han acompañado la vida académica venezolana, se ha venido haciendo desde hace mucho tiempo.

Aparece UNO A UNO por primera y única vez en abril de 1998 editada por el director del Centro de Estudios del Espacio Arquitectónico (CEEA) de la Escuela de Arquitectura de la FAU UCV, Isaac Abadí, su fundador y pilar fundamental. Incluye también la revista textos del propio Abadí, Humberto Cavallín, Luis La Scalea y Gabriel Rodríguez, integrantes del equipo del Centro en aquel momento. El diseño gráfico fue realizado por Álvaro Martín, la impresión por Italgráfica, tuvo un tiraje de 500 ejemplares y se ofrecía mediante una suscripción anual (sujeta a cambios) por un monto de 3.500 bolívares para Caracas, 4.000 para el interior del país y 10$ para el exterior más gastos de envío.

En esta edición se expone que la revista “es un publicación periódica de dos números al año, dirigida a difundir trabajos teóricos y fácticos, así como algunos ensayos y material informativo, dentro del área del conocimiento del espacio arquitectónico con especial énfasis en la Arquitectura y la Psicología Ambiental. Además se edita un suplemento arbitrado destinado a publicar trabajos de investigación en el área”, lo cual nos habla de un ambicioso proyecto acorde con las expectativas y estructura de CEEA. También se establecen los requisitos para la publicación de trabajos tanto en la revista como en el suplemento.

El nº 1 de UNO A UNO, con un total de 28 páginas, estuvo estructurada con base en el siguiente contenido: Editorial; Historia; Estructura funcional; Actividades (Investigación, Docencia y Extensión); y Prospectivas.

Del Editorial se recoge el esfuerzo que significó la conversión del antiguo Laboratorio de Experimentación Espacial (LEE) en CEEA lo cual justifica en buena parte la aparición de la publicación. Además se aclara que “los objetivos de la revista son dar a conocer los avances en la investigación acerca del espacio arquitectónico en lo referente a la evaluación de su calidad espacial y carácter y sus condiciones de habitabilidad, principalmente la modelación a escala real (1:1), así como el desarrollo de las habilidades del diseñador”. Como órgano de divulgación de las diversas actividades realizadas en el CEEA, UNO A UNO también ofrecía publicar “traducciones de artículos de difícil obtención,… extractos bibliográficos de temas de interés,… y los mejores trabajos realizados por los alumnos que asisten a cualesquiera de las materias que se dictan en el Centro.”

Interesante por demás es leer la Historia que derivó en la creación de CEEA que aparece en las páginas 8 y 9 de UNO A UNO, en la cual se señala como primer antecedente como Laboratorio de Estudios Espaciales con modelos a escala real, el surgido a comienzos de los años 70 en Wageningen, Holanda, al que siguieron la creación de lugares similares en Suecia, Suiza, Italia y otros países europeos, dedicados fundamentalmente a la investigación y adscritos en su mayoría a universidades o instituciones oficiales relacionadas a la construcción y la arquitectura.

Sin embargo, será en 1979, como parte de su Tesis Doctoral, cuando el profesor Isaac Abadí, miembro del personal docente y de investigación de la FAU UCV, tras haber tenido la oportunidad “de realizar experiencias docentes en el Laboratorio de Experimentación Arquitectónica en Lausanne, Suiza, apreciando las enormes posibilidades que un instrumento como ése ofrece en una escuela de arquitectura”, comenzará a materializar, producto de dicha experiencia, el Laboratorio de Experimentación Espacial (LEE) en la FAU UCV.

Páginas interiores de de la revista UNO A UNO (1:1)

Puesto en marcha en 1983 y dedicado desde entonces a la docencia, la investigación y la extensión, el LEE, ya era miembro asociado de importantes entes dedicados a divulgar e investigar sobre la materia, había colaborado con el CONAVI en el desarrollo de investigaciones de viviendas de áreas reducidas y mantenido relaciones con el Instituto de Psicología de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV, con el Instituto de Urbanismo y el de Desarrollo Experimental de la Construcción de la propia FAU y con la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET). Producto de su crecimiento, luego de diez años de funcionamiento, se transforma en 1996 en el CEEA “para así poder atender los cambios necesarios para cubrir las demandas de docencia, investigación y extensión, además de flexibilizar su funcionamiento y facilitar el acceso a otras fuentes de financiamiento.”

Dependiente de la Dirección de la Escuela, el CEEA se estructuró con base en una Coordinación Académica “responsable de la política, gerencia, control y ejecución de las actividades y proyectos, y que está conformada por un Coordinador General y un Comité Académico”, y tres unidades operativas “subordinadas a la Coordinación Académica …: una Unidad de Investigación y Extensión, una Unidad de Docencia y el Laboratorio de Experimentación Espacial”.

Como buen primer número de una revista perteneciente a un centro eminentemente académico, el que hoy nos ocupa se dedica en su mayoría a presentar, con el acompañamiento de ilustrativas fotos, las actividades que allí se llevan a cabo, donde destacan 4 líneas de investigación en los campos de la Arquitectura y la Psicología Ambiental, que giran alrededor  de su interés principal, el espacio arquitectónico: Habilidades básicas del diseñador (Instrumento de medición de la habitabilidad de diseño espacial y Modelo para el desarrollo de habilidad de diseño espacial); Investigación acerca del espacio arquitectónico (Gramática espacial, Carácter de los espacios, Calidad espacial y Evaluación espacial); Normativa de habitabilidad en espacios residenciales; y Desarrollo de modelos (Validez ecológica del modelo a escala real).  

También se detallan las diversas asignaturas de pregrado dictadas por profesores adscritos al Centro: Teoría de la arquitectura -obligatoria- (Gabriel Rodríguez), Estudio de la forma construida en arquitectura -electiva- (Moisés Snitcovsky), Teoría de la proyectación -electiva- (Enrique Vila), Psicología ambiental -optativa- (Luis La Scalea), Habilidad de diseño espacial -optativa- (Lesmes Castañeda y Edwing Otero) y Gramática espacial -optativa- (Edwing Otero). Sobresale, en particular, la realización de hasta 13 publicaciones  entre 1987 y 1997 por los miembros de su personal docente y de investigación.

Cierra la revista con una sección denominada “Prospectiva” donde se expresa: “Además de las descritas en las áreas de docencia, investigación y extensión el CEEA está proyectando actualmente una edificación que contempla una sede nueva junto con otros institutos de la UCV, tales como el CENDES, IDEC, Instituto de Urbanismo, CENAMB y Fundación UCV. Esa nueva sede del CEEA prevé un laboratorio con capacidad para simular espacios  de hasta 350 m2 y dos pisos de altura lo cual va a permitir ampliar el campo de las investigaciones integrando disciplinas como estructura e instalaciones en tipologías de vivienda, educacionales, recreativas e industriales”, proyecto que finalmente no cuajó.

El espacio que le fue asignado inicialmente al LEE, luego “heredado” por el CEEA, al extremo este de lo que eran los antiguos talleres de composición ubicados en el ala norte del edificio de la FAU, el cual en cierta medida, a diferencia del resto del ala, sufrió muy pocas intervenciones y se adaptó perfectamente a las actividades que en el Centro se realizaban, ofreció las posibilidades inicialmente de llevar a cabo las actividades docentes y posteriormente, mediante una cuidadosa intervención, ofrecer a sus investigadores las condiciones necesarias para realizar sus tareas.

Hoy en día, lamentablemente, aquel sólido proyecto armado hace ya 25 años ha dejado de funcionar de acuerdo a los planteamientos que le dieron origen y sustento. El valioso material que formaba parte fundamental en el dictado de las clases de pregrado que allí se impartían (bloques de plástico comprados con gran esfuerzo en el exterior que a modo de piezas de lego le permitían a los estudiantes construir espacios a escala natural y darse cuenta de las diferentes percepciones que ellos transmitían), está hoy en día subutilizado registrándose también la pérdida de parte de él.

Como suele ocurrir con proyectos que dependen del equipo fundador, a pesar del esfuerzo permanente por lograr conformar una generación de relevo con alta dedicación, una vez éste se alejó de la institución por diversas razones, el CEEA, coordinado después de Abadí por Francisco Martín (2003) y luego por Luis Mejía (2010), comenzó a decaer a partir de 2008 para lo cual se sumó la crisis presupuestaria y los insuficientes aportes que provenían del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV.

ACA

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Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad