TAL DÍA COMO HOY…

… 6 de noviembre, en 1825, nace Charles Garnier.

Jean Louis Charles Garnier, nacido en París tal día como hoy en 1825 y fallecido en la misma ciudad el 3 de agosto de 1898, encierra en su biografía todo el intenso, rico y polifacético debate que se dio dentro de la profesión y educación arquitectónica francesa durante el siglo XIX de la cual fue importante protagonista.

De origen humilde (llega al mundo y transcurre su infancia en la popular Rue Mouffetard), su familia, artesanos de profesión, se dedicaba al negocio de los carruajes. En particular, su padre, Jean André Garnier, originario de Sarthe, departamento de la región francesa de Pays de la Loire, había trabajado como herrero, carretero y carrocero antes de establecerse en París para trabajar en una empresa de alquiler de carruajes tirados.

La intuición de sus progenitores orientó al frágil y talentoso Charles (desde niño se manifestó como un dibujante muy dotado), a seguir un camino diferente al de continuar con el negocio familiar. Es así como ingresa en L’École Gratuite de Dessin de L’École de Medicine para luego, en 1840, trabajar con el arquitecto Leveil y casi de inmediato convertirse en aprendiz de Louis-Hippolyte Lebas. También se registra su participación como dibujante en el estudio de Eugène Viollet-le-Duc quien enseñó composición ornamental en L’École Gratuite de Dessin entre 1834 y 1850.

1. Ruinas y dibujos del templo de Aphaia en Egina, cerca de Atenas (comienzos del s.VI a.C).
2. Izquierda: Foro Trajano, Roma (107-112 d.C). Derecha: Templo de Vesta en Tivoli (siglo I d.C).

Garnier pasará luego a ser estudiante a tiempo completo de L’École de Beaux Arts de París a partir de 1842. Durante su estancia entre 1842 y 1848 concurrió dos veces al Grand Prix de Rome antes de lograr un primer premio a la edad de 23 años con su proyecto de fin de carrera titulado «Un conservatoire des arts et métiers, avec galerie d’expositions pour les produits de l’industrie» (Un conservatorio de artes y oficios con una galería de exposición para productos industriales), lo que le valió para obtener una pensión en L’Académie de France de Rome del 17 de enero al 31 de diciembre de 1849, cosa que pudo prolongar hasta 1852 gracias a los numerosos y ambiciosos envíos que iba haciendo donde puso a prueba su capacidad de trabajo. Entre ellas se encontraban las restauraciones del Foro Trajano y el Templo de Vesta en Tivoli. Durante su estancia en Grecia envió 11 hojas del Templo de Aphaia en Egina cerca de Atenas una restauración decididamente polícroma, según sus hallazgos, lo cual le proporcionó el tema de su presentación de cuarto año, exhibida en el Salón de París en 1857.

Como se nos muestra en https://www.ecured.cu/Charles_Garnier, antes de su regreso a Francia en 1955 “viajó por Turquía y visitó Constantinopla con el famoso literato Theophile Gautier; después se asentó en el reino de Nápoles y Sicilia. Conservó toda su vida los recuerdos de esta época, y su entusiasmo por la arquitectura sículo-normanda; vivía también de su capacidad de dibujar: y dibujó para el Duque de Luynes algunos de los monumentos angevinos de Nápoles como ilustración para un libro (nunca publicado)”. Y se añade cómo Garnier desde muy joven poseía “una imaginación fértil, inclinada al exotismo y la fantasía y que acrecentó con sus viajes; demostró una capacidad envidiable para ingeniar ornamentos y decoraciones”.

De regreso a París “por entonces carecía de relaciones y de clientes; y se mantuvo con pequeños trabajos administrativos al tiempo que intentaba darse a conocer con sus ilustraciones arquitectónicas…. Finalmente, en 1860, obtuvo el puesto de arquitecto en los distritos 5 y 6 de Paris, con un sueldo aceptable, que le permitiría vivir, pero que se consideraba incompatible con el trabajo particular”.

3. Antigua ópera ubicada temporalmente en la calle Le Peletier.
4. Plan esquemático de Haussmann para la Renovación de París. El sitio de la Ópera de Garnier está resaltado con un círculo rojo. Las nuevas calles propuestas están marcadas con una línea negra gruesa y las áreas rayadas representan nuevos distritos.
5. Planta del trazado de la avenida de la Ópera según la Ley de 1850.

Justamente en 1860 se le abrirán las puertas que le permitirían realizar una de las obras más trascendentes e influyentes dentro de la arquitectura francesa del siglo XIX, cuando se inscribió para participar en el concurso para el Gran Teatro de la Ópera de París, abierto en su primera etapa entre el 29 de diciembre de aquel año y 31 de enero de 1861.

El concurso se convocó con la finalidad de sustituir el antiguo teatro de la calle Le Peletier que se había construido como teatro temporal en 1821 cuyo acceso resultaba muy incómodo. Un intento de asesinato de Napoleón III en la entrada al recinto el 14 de enero de 1858, aceleró la realización de un nuevo teatro de ópera con una entrada separada y más segura para el jefe de estado. Se dice que el concurso fue idea de la Emperatriz, que esperaba lo ganara su arquitecto favorito: Eugène Viollet-le-Duc.

Garnier, uno de los 169 participantes en la primera fase del concurso cuyos trabajos fueron expuestos para consideración el jurado y el público en el Palacio de la Industria en febrero de 1861, alcanzó el quinto premio y fue uno de los siete finalistas seleccionados para la segunda fase. Para esta instancia, mucho más rigurosa que la primera, los concursantes debían revisar sus proyectos originales con base en un programa de 58 páginas, escrito por el director de la Ópera, Alphonse Royer, que los participantes recibieron el 18 de abril. Las nuevas presentaciones fueron enviadas al jurado a mediados de mayo, y el 29 de mayo resultó seleccionado el proyecto de Garnier (del que siempre se guardaron dudas sobre la posibilidad de su realización) por sus «cualidades excepcionales y superiores en la hermosa distribución de los planos, el aspecto monumental y característico de las fachadas y secciones».

6. Litografía de autor desconocido del Teatro de la Ópera de París en todo su esplendor.
7. Teatro de Ópera de París. Planta.
8. Teatro de Ópera de París. Secciones en perspectiva.

Como nos aclara Alejandro Hernández Gálvez en “El efecto Garnier” artículo publicado en https://arquine.com/el-efecto-garnier/: “Adolphe Lance, redactor de la Encyclopédie d’architecture pensaba que la mayoría (de las propuestas) se inspiraban demasiado en características de la arquitectura de la antigüedad. Lance, que había sido alumno de Viollet-le-Duc, no menciona el proyecto de su maestro quien, según Bouvier, venía trabajando en un proyecto que pudiera sintetizar sus teorías acerca de una arquitectura funcional. Pero el proyecto de Viollet-le-Duc no quedó ni siquiera entre los cinco finalistas…El 6 de junio de 1861, el conde Alexandre Walewski, encargado de la dirección de Bellas Artes del Imperio, le avisó a Garnier de su triunfo en una carta: ‘Señor, habiendo el jurado del concurso de la Ópera elegido por unanimidad el proyecto que usted presentó, le anuncio, que por decreto del día de hoy, usted es nombrado arquitecto de la nueva sala de la Ópera y estará a cargo del estudio del proyecto definitivo y de la dirección de los trabajos de construcción. Estoy contento, Señor, de expresarle mis felicitaciones’”.

El teatro desde que se iniciaron las obras de cimentación en 1861 y es colocada la primera piedra el 21 de julio de 1862 por el conde Walewski, se convirtió en punta de lanza y efecto demostrativo de la bonanza económica del Segundo Imperio, materializada con las intervenciones del Barón de Haussmann en la capital quien, como se sabe, la transformó demoliendo buena parte de su trama medieval, abriendo toda una red de calles y bulevares cuyo verdadero objetivo, como señalara Walter Benjamin, no era otro que “asegurar a la ciudad contra la guerra civil impidiendo la erección de barricadas en las calles de París”. Como también apunta Hernández Gálvez, sería Haussmann a quien Napoleón III, junto a la apertura de las nuevas calles, le encargaría planear la construcción del nuevo teatro para la ópera para el que terminó escogiendo el sitio en 1858 “guiado probablemente más por la visión general que tenía de la ciudad que por sus condiciones específicas, pues eligió un lugar justo por encima de un manto freático”, lo cual acarrearía graves dificultades que demoraron significativamente su finalización hasta 1875.

9. Fotografía del momento en que se realizaban las obras de cimentación de la Ópera de París (c.1861)
10. Programa e imagen del día de la inaguración de la Ópera el 5 de enero de 1875.
11. El interior de la sala.
12. El espacio de la escalera y la planta superior.

Sin duda, el “efecto Garnier” produjo un impacto importante no sólo en la vida social de la ciudad, sino en la arquitectura que protagonizó la reconstrucción de buena parte de París a raíz de las intervenciones “hausmanianas”. En cuanto a lo primero, tal y como señalaran Dubech y d’Espezel en su Histoire de Paris de 1926 (citados por Benjamin y a su vez por Hernández Gálvez), la Ópera “era el escenario en el que el París imperial podría verse a sí mismo satisfecho. Los recién llegados al poder y al dinero, mezclas de elementos cosmopolitas —esto era un nuevo mundo y exigía un nuevo nombre: la gente ya no hablaba de la Corte, sino del Tout Paris, todo el París de moda… Era un teatro concebido como un centro urbano, un centro de la vida social —esto era una nueva idea y un signo de los tiempos”.

En relación a lo segundo, será la propia construcción del edificio aunado a la publicación en 1871 por parte de Garnier del libro Le Théatre (dedicado a Francisque Sarcey) lo que ocasionará la apertura de un debate en torno a algunos conceptos canónicos dentro de la enseñanza académica que se verían refrescados por un nuevo enfoque. Ello impactaría directamente los diseños del Grand Prix de Rome a partir de 1863 y a lo largo de toda esa década, cuyos ganadores apelarán tanto a la copia de motivos ornamentales como la adopción de principios compositivos de la Ópera.

Cuando Garnier publica su libro, estructurado en una serie de reflexiones sobre teatros en general, admitiendo que esto fue un argumento para su propio diseño, enfocará su mirada ya no en términos de geometría abstracta (como lo haría Viollet-le-Duc), sino más bien desde el espectador que atiende a un espectáculo y hacia aspectos estrictamente funcionales los cuales permitieron a partir de entonces incorporar al teatro como un tipo de edificación que podía ser perfectamente “caracterizable” en función de la adecuación al uso al que estaba destinada. Las partes que lo conforman son: «Prefacio»; un bloque de 21 apartados titulados “Utilidad de los teatros”, “Accesos cubiertos”, “Vestíbulos”, “Escaleras”, “Foyers y galerías”, “Cámaras del Jefe de Estado”, “Salas y dependencias”, “Encendido de la sala”, “Acústica”, “Calefacción y ventilación”, “Telón del teatro”, “Escenario”, “Maquinaria teatral”, “Logias en el teatro”, “Encendido del escenario”, “Departamento de decoración y montaje”, “Administración y servicios diversos”, “Cuerpo de bomberos”, “Luces”, “Alrededores del teatro”, “Arquitectura de teatros”; y, al final, “Conclusión” y “Apéndices”.

13. Le Théatre, Charles Garnier, 1871.

David T. Van Zanten en “Composición arquitectónica en la Ecole des Beaux-Arts. De Charles Percier a Charles Garnier”, artículo publicado en el volumen The Architecture at the Ecole des Beux-Arts, Editado por Arthur Drexler en 1977 como Catalogo de la exposición homónima realizada en el Museum of Modern Art de Nueva York en 1975, señala cómo Garnier “habitaba en un mundo de teóricos de la arquitectura y de ahí que formulara una defensa para su arquitectura en términos de mise en scène (puesta en escena) y lo confortable. Al final de Le Théâtre, escribió lo que para él era las reglas básicas de la arquitectura, el principio de ‘la razón y la sinceridad’ estaba citado al principio de su ensayo: los volúmenes exteriores deben expresar perfectamente los espacios interiores”.

Como respaldo y para ilustrar asuntos fundamentales dentro de la manera cómo Garnier veía las cosas valgan algunas citas extraídas del ya mencionado libro:

  • “Con respecto a la decoración como tal, y en relación a qué estilo adoptar, no hay otra guía más que la inspiración y voluntad de quien está diseñando el edificio: el arte decorativo tiene tal libertad que es imposible sujetarlo a reglas fijas”. Lo que se complementa con respuesta que diera a la emperatriz Eugenia cuando le preguntó en qué estilo se iba a hacer la Ópera, a lo que Garnier respondió: «¡Por qué señora, en Napoleón Trois, y usted se queja!».
  • “Pongan dos o tres personas juntas e inmediatamente el teatro ya existe. Dos hablan entre sí y se vuelven actores, un tercero los mira y escucha, es el espectador; lo que se dice es la prosa, el lugar donde se mantiene la conversación es el escenario… en definitiva, todo lo que pasa en el mundo no es más que teatro y representación… Ver y ser visto, escuchar y ser escuchado, eso es el inevitable círculo de la humanidad; ser autor o espectador, ese es el fin y al mismo tiempo los medios”.
  • “En efecto, no hay ninguna regla inmutable y definitiva que lleve al bien y a la belleza y, salvo algunos grandes preceptos que sirven de base al arte, lo demás no es sino impresión, intuición, gusto personal e imaginación. Como el resto de los monumentos, los teatros no pueden construirse matemáticamente basándose en datos positivos, sino que cada uno implica a su manera la gran solución artística.”
  • “El ‘yo’ no es una palabra tan odiada como gusta decir que es y, después de todo, prefiero el uso directo de la primera persona a el ‘yo’ disfrazado de varios escritores. En asuntos de ciencia y teoría, es la personalidad… la que abre la mente a la pasión, si un autor habla o un pensador escribe lo dicho gana o pierde fuerza dependiendo de la individualidad de sus autores”.

Tras lo expuesto, no es casual que Pere Hereu, Josep María Montaner y Jordi Oliveras en Textos de arquitectura de la modernidad (1999) hayan ubicado la experiencia que giró en torno a la Ópera de Paris, junto al texto elaborado por Garnier (que se complementaría años después con Le Nouvel Opéra de Paris, 1878-80), como elemento que conforma la primera parte del libro (“En los inicios de la modernidad”) y más específicamente del capítulo 1 (“Reformulación de la tradición clásica”).

Mucho se ha dicho que la participación de Garnier en el concurso para la Ópera fue la gran ocasión de su vida, manifestando él mismo que la fortuna le había sonreído. Hoy no sería exagerado afirmar que la fortuna sonrió a la ciudad de París al tenerle allí como arquitecto en ese momento. Después de la inauguración en 1875, el talentoso arquitecto siguió completando el edificio en detalles menores; y se encargó de la construcción del gran depósito de decorados, que hubo de reedificar más tarde tras un incendio, con la ayuda de Gustave Eiffel.

14. Charles Garnier. Izquierda: Villa Garnier en Bordighera, su casa de vacaciones en la Riviera italiana (1872-1873). Derecha: Casino de Monte Carlo (1874)
15. Charles Garnier. Izquierda: Observatorio astronómico de Niza (1879). Derecha: Ópera de Monte Carlo (1879)

La celebridad que Garnier obtuvo por esta obra (no olvidemos que también se le conoce como el “Palais Garnier”) oscurece la relevancia de sus posteriores edificios públicos y residencias. Sin embargo creemos necesario al menos mencionar algunos: la Villa Garnier en Bordighera, su casa de vacaciones en la Riviera italiana (1872-1873); la Gran Sala de Conciertos del Casino de Montecarlo (1876-1879, remodelada desde entonces como la Ópera de Montecarlo) y la Salle de Jeu Trente-et-Quarante (1880-81), ambas en la Place du Casino de Montecarlo; el Observatorio Astronómico de Niza (1879-1888); el Cercle de la Librairie en París (1878-1880); el Hôtel Hachette en París (1878-1881); el Panorama Marigny en París (1880-1882, hoy Teatro Marigny); y su última obra, el Magasin (almacén) de Décors de l’Opéra en la rue Berthier de París (1894-1895, hoy los Ateliers Berthier del Odéon-Théâtre de l’Europe).

Garnier, quien no ejerció la docencia, fue nombrado en 1874 miembro del Institut de France en la sección de arquitectura de la Academie des Beaux Arts.

En 1990 la ópera se trasladó a la Bastilla y desde entonces el edificio de Garnier alberga el Ballet de la Ópera de París.

16. Dibujos provenientes del libro Voyage en Espagne par Louise, Gustave Boulanger, Ambroise Baudry et Charles Garnier 1868 que pertenece a la Biblioteca Nacional de Francia, Ópera, Fondo Garnier, publicado en español por Editorial Nerea en 2011.

Nota

Mientras se construía el edificio de la Ópera, disponiendo de unos días libres, Garnier los aprovechó para realizar del 3 al 31 de mayo de 1868, junto con su mujer Louise y sus amigos el arquitecto Ambroise Baudry y el pintor Gustave Boulanger, un recorrido por España. De dicho viaje quedó un cuaderno que recogió bocetos elaborados por los viajeros que con el título: Voyage en Espagne par Louise, Gustave Boulanger, Ambroise Baudry et Charles Garnier 1868 que pertenece a la Biblioteca Nacional de Francia, Ópera, Fondo Garnier. Fue publicado en español por Editorial Nerea en 2011.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado. https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Garnier

1, 2, 13, 14 y 15. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

3 y 8. http://moleskinearquitectonico.blogspot.com/2009/02/

4 y 7. https://blogs.ubc.ca/buildingempire/2021/02/18/palais-garnier-paris-opera-house-the-symbol-of-imperial-power-cultural-prestige/

5. https://arquine.com/el-efecto-garnier/

6. https://segredosdeparis.com/opera-garnier-em-paris/

9. https://historiahoy.com.ar/la-opera-paris-historia-y-arquitectura-n1489

10. https://www.artlyriquefr.fr/dicos/Palais%20Garnier.html y http://www.unav.es/ha/007-TEAT/operas-paris-interiors.htm

11. http://moleskinearquitectonico.blogspot.com/2009/02/ y https://historiahoy.com.ar/la-opera-paris-historia-y-arquitectura-n1489

12. https://www.artlyriquefr.fr/dicos/Palais%20Garnier.html y https://www.clave.com.ec/opera-de-garnier-el-estilo-napoleon-iii/

16. https://elpais.com/cultura/2014/05/28/album/1401299347_363513.html

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

AA

L’Architecture d’Aujourd’hui

n°451

Octobre 2022

Folies d’architecture

Idioma: francés

Ensamble Studio | Bernard Tschumi | Junya Ishigami | Alberto Burri | Gijs Van Vaerenbergh | Snøhetta | Rogers Stirk Harbour + Partners | Kéré Architecture | Effekt | Boltshauser Architekten | Atelier Gaudin et Jean-François Lagneau | Encore Heureux et RF Studio | Jean-Michel Othoniel | Dan Graham

Refugio, choza, pabellón escultórico o estructura experimental, la locura arquitectónica acepta hoy todas las definiciones, o casi. Originalmente un bonito edificio que los aristócratas erigieron en el fondo de sus jardines en el siglo XVII, la locura también significa sinrazón… ¿Y es realmente serio dedicar un número a estructuras que, a priori, no tienen nada de urgente, y por el contrario encarnan la frivolidad de un mundo que corre hacia la ruina? Para su edición de octubre-noviembre de 2022, L’Architecture d’Aujourd’hui se enfrenta a la pregunta. Y revela que más allá de las apariencias, estas locuras contemporáneas son también laboratorios de ensayo para probar ideas, intuiciones, ese derroche de pensamiento que permite a los arquitectos, entre otros expertos, idear soluciones para hacer frente a la escasez.

EN RESUMEN

En el ojo de Catie Newell; Las recomendaciones de la Llibreria Finestres de Barcelona; La rehabilitación de la BnF, Quadrilatère Richelieu por Atelier Gaudin y Jean-François Lagneau; La renovación de la Brasserie Madame, en el primer piso de la Torre Eiffel por Encore Joyeux y RF Studio; Undécimo opus de los cuadernos de reutilización; El Palacio Ideal del Cartero Cheval y la intervención artística de Jean-Michel Othoniel; Los pabellones de cine del artista estadounidense Dan Graham; La pasarela Ax Majeur en Cergy-Pontoise a través de la lente del fotógrafo Luc Boegly; Retrato de la agencia española que se atreve con todo, Ensamble Studio; Relato histórico de las locuras paisajísticas del siglo XVIII por la historiadora Chiara Santini; Entrevista con un maestro de las locuras, Bernard Tschumi; El sueño del arquitecto japonés Junya Ishigami hecho realidad en pabellones; Una mirada retrospectiva al trabajo in situ de Alberto Burri en Sicilia, locura concreta; Panorama de locuras internacionales de Gijs Van Vaerenbergh, Snøhetta, Rogers Stirk Harbour + Partners, Kéré Architecture, Effekt, Boltshauser Architekten; … entre otros descubrimientos.

aca

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Amaneceres domésticos.

Temas de vivienda colectiva en la Europa del siglo XXI

Carmen Espegel, Andrés Cánovas y José María de Lapuerta (editores)

Ediciones Asimétricas

2022

Amaneceres domésticos. Temas de vivienda colectiva en la Europa del siglo XXI presenta, a partir de obras construidas, los temas principales que van modelando la vivienda colectiva europea en el siglo XXI. A través de una serie de conceptos, ejemplificados con proyectos construidos, sus editores, Carmen Espegel, Andrés Cánovas y José María de Lapuerta, proponen un lugar de reflexión y debate sobre el presente y el futuro de los espacios que habitamos. A través de 28 ejemplos paradigmáticos de vivienda construida organizados en torno a siete categorías: Conciencia climática, Recargas activas, Cuidados domésticos, Nueva gestión, Contextos urbanos, Vivir y compartir e Identidades icónicas, más un epílogo COVID se muestran los conceptos fundamentales de la nueva habitabilidad que se están desarrollando en la vivienda colectiva de la Europa de principios del siglo XXI, propiciando de este modo un debate que permita continuar avanzando en este sentido.

Textos de Carmen Espegel, Andrés Cánovas, José María de Lapuerta, Eduardo Prieto, Almudena Ribot, Hilde Heynen, Marina Otero Verzier, Elli Mosayebi, Amparo Lasén, Uriel Fogué y Javier Echeverría.

Carmen Espegel es Doctora Arquitecta y Catedrática en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la ETSAM (UPM). Su trayectoria investigadora se centra principalmente en vivienda colectiva, patrimonio moderno y mujeres en la arquitectura, y dirige el Grupo de Investigación «Vivienda Colectiva». Ha impartido docencia en EE.UU., Italia, Suiza, Bélgica, Holanda, Portugal, México, Colombia, Brasil y Argentina. Es autora de Women Architects in the Modern Movemen, Vivienda Colectiva 1992-2015 Vol.II, Vivienda Colectiva en España siglo XX 1929-1992 Vol.I, Eileen Gray: Objects and Furniture Design, Aires Modernos, E.1027: Maison en bord de mer de Eileen Gray y Jean Badovici y Heroínas del Espacio.

Andrés Cánovas es Doctor Arquitecto y director del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la ETSAM (UPM), donde es profesor titular. Investigador en la Sapienza de Roma, su labor investigadora se centra en la búsqueda de nuevos tipos de unidades de vivienda y nuevas configuraciones de edificios de viviendas, de acuerdo con el espacio público contemporáneo y otras condiciones urbanas. Imparte docencia de manera estable en diferentes universidades españolas, europeas y americanas. Dirigió la revista Arquitectos y ha publicado El Ara Pacis y la ambigüedad dimensional, Un paseo por Villa Adriana y Banco de Bilbao, Saénz de Oiza.

José María de Lapuerta es Doctor Arquitecto, Catedrático en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la ETSAM (UPM) y profesor Ad Honorem de la Universidad de Montevideo. Ha sido profesor o conferenciante en universidades de EE.UU., Francia, Suiza, Croacia, Brasil, Perú y Chile. Ha dirigido el Máster en City Sciences y el Master en vivienda colectiva MCH. Entre sus publicaciones destacan Vivienda Colectiva en España (siglo XX-1929-1992); Vivienda Colectiva en España (1992-2015); Estrategias Energéticas Europeas; Relaciones entre indicadores definidos en la Norma Iso 7120; Mejores prácticas de Accesibilidad en Transporte Público y edificación o Casas de Maestros.

ACA

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Iniciación a la arquitectura

La carrera y el ejercicio de la profesión

Alfonso Muñoz Cosme

Editorial Reverté

Edición 2022 (actualizada y aumentada)

Nota de los editores

Este libro va dirigido a los jóvenes que se disponen a iniciar los estudios universitarios de arquitectura y que se interrogan sobre el contenido de la carrera y la naturaleza de la profesión. Para ellos se expone de manera sencilla en qué consiste la formación del arquitecto y el trabajo que realizarán tras abandonar la universidad. Quizás estas líneas supongan su primer contacto con unas disciplinas y unos métodos de trabajo que serán sus compañeros para toda la vida. Pero el contenido del libro puede también ayudar y ofrecer información a todas aquellas personas que estudian, enseñan, trabajan o investigan sobre la arquitectura. En estas páginas encontrarán respuestas a algunos interrogantes o simplemente una forma distinta de ver las cosas.

Finalmente, este libro puede también servir a quienes, sin ser profesionales ni tener intención de llegar a serlo, sienten curiosidad por la arquitectura como expresión cultural, como función social o como técnica constructiva: en definitiva, como una de las más evidentes formas en que una civilización se manifiesta.

El libro contiene catorce capítulos en los que se expone, entre otras cosas, el concepto de arquitectura, su enseñanza, algunos momentos en la carrera de un estudiante, las oportunidades para estudiar en el extranjero, el entorno laboral del arquitecto, el inicio del ejercicio profesional, los campos de actividad, una visión del trabajo cotidiano y, finalmente, el futuro de la profesión. El volumen se cierra con unos textos históricos sobre la arquitectura, su enseñanza y su ejercicio, y una sucinta bibliografía.

Al inicio de cada capítulo hay citas extraídas de textos clásicos para nuestra profesión. A través de ellas el lector puede acercarse a lo que muchas otras personas pensaron sobre eso que llamamos ‘arquitectura’. algunos dibujos de arquitectos ilustran los capítulos y muestran al lector la forma de ver y crear la arquitectura que tuvieron los grandes maestros de la profesión.

ACA