ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 250

La VIII Bienal Nacional de Arquitectura celebrada entre los meses de febrero y marzo de 1987, se convocó siete años después de la anterior por lo que es concebida con la finalidad de saldar una importante deuda con la arquitectura venezolana realizada en la década de los años 80 del siglo XX.

Su realización se llevó a cabo en los espacios del Museo de Bellas Artes de Caracas y fue auspiciada por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), el Concejo Municipal y la Gobernación del Distrito Federal a través de la Fundación para el Desarrollo de las Artes (FUNDARTE), y el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) presidido en aquel entonces por Ítalo Balbi Toro, quien le da la responsabilidad al Vicepresidente Shully Rosenthal de organizar y presidir el evento. Rosenthal estará acompañado de Mercedes Balbás Rivas como directora, William Niño Araque como curador, Francisco Martínez Díaz como coordinador de eventos, Martín Padrón como coordinador de publicaciones y Damarys Torrealba Aular como secretaria general. Destaca también la asistencia de un total de hasta veintiséis instituciones e individualidades que hicieron posible la realización de la actividad y el agradecimiento en particular a las empresas Cerámicas Carabobo y Vencerámica por su apoyo en la publicación del catálogo.

Llevada adelante con poco apoyo de las instituciones públicas tradicionalmente involucradas en versiones anteriores, escasos recursos económicos y sólo tres meses para su organización, fue gracias a la sinergia surgida dentro del equipo organizador y el importante empuje que le ofrecieron las universidades que dictaban la carrera de arquitectura en el país a través de sus autoridades, de los galardonados con la orden “Carlos Raúl Villanueva”, de los ex-presidentes del CAV y sus agremiados que se logró, influido también por el espacio de tiempo transcurrido desde la convocatoria anterior, una inscripción que se acercó a los 180 trabajos lo cual convirtió la curaduría en todo un reto.

1. Portada y página de créditos del catálogo de la VIII Bienal Nacional de Arquitectura

El montaje de la exposición logró acompañarse de un amplio catálogo que dio cuenta de forma detallada de lo presentado y cuerpo a la idea que se movía tras la Bienal recogida a través del título “La arquitectura del lugar”, con el que se buscaba incentivar la posibilidad de reflexionar en torno a lo producido durante los ’80 dentro de nuestra arquitectura. También se presentaron en la publicación tanto a los autores como las obras galardonadas con el Premio Nacional de Arquitectura en las siete convocatorias anteriores y se llevó a cabo un resumen de la totalidad de los premios otorgados, lo que la convierte en referencia a la hora recorrer la historia de estos eventos.

Tal y como expresa Shully Rosenthal en la introducción del catálogo, en aquella oportunidad “se modificaron las bases de confrontación tratando de abarcar todos los campos donde el Arquitecto se desenvuelve” para lo cual se crearon los Premios de Restauración y Conservación, Reciclaje y Acondicionamiento de Edificios, Docencia, Investigación y Crítica e Historia de la Arquitectura.

Así, con base en el amplio abanico de propuestas entregadas, la curaduría de la exposición a cargo de William Niño Araque se abocó a presentar la muestra como excelente oportunidad para verter, por un lado, las reflexiones a las que poco a poco había ido dando forma a través de artículos de prensa en pro de un discurso muy particular y, por el otro, de realizar un balance de lo que a su manera de ver había sido el desarrollo de la arquitectura venezolana durante las décadas de los 60 y 70 para finalmente arribar a los 80, objeto del mayor interés que se desprende de la Bienal convocada.

El texto central del catálogo titulado “La ciudad recobrada”, se inicia con una grandilocuente y optimista declaración donde Niño Araque expone que la arquitectura venezolana de los ochenta “ha adquirido una importancia que atrapa la escala continental pues refleja una clara conciencia proyectual que hace previsible el esplendor de la ciudad recuperada.” Y añade: “En un momento en el que la particular violencia de la proyectación internacional se convierte en el germen nutritivo de amor y odio, hacia el conflicto que implica ‘la diseñación’ (…) la arquitectura venezolana atraviesa una grave pero generosa crisis que -al margen de las obvias contradicciones económicas- la obliga a representar una nueva aptitud en la que se mide, presenta y perpetúa, el mito de la nueva belleza”.

2. El Plan de Recuperación Urbana. Metro de Caracas a cargo de Max Pedemonte y la División de Arquitectura de dicha compañía, merecedora del Premio Nacional de Arquitectura en la VIII Bienal.

Paseándonos a través de reflexiones que abarcan “La Bienal como escenario de encuentros”, “La arquitectura como arte”, la pregunta “¿Y el juicio estético?” o “La forma y sus amarres simbólicos”, Niño Araque arriba a los años setenta para preguntarse si en esa época no se estaría fraguando algo así como una “Escuela de Caracas”. Dicha “escuela”, desordenada e inconexa, surgida a la par de la aparición de “neovanguardias” en el ámbito internacional y en medio de la falta de creatividad de la “arquitectura de la opulencia” que acompañó el avasallante repunte económico que tuvo Venezuela en los setenta, apelará a la opción individual para constituirse en opción frente a “las abundantes dosis de ‘arquitectura moderna’”, decantándose  “por las soluciones concretas a los problemas concretos, por la ausencia de teorización explícita y por cierto desinterés en la difusión pública de sus aportaciones”. De esta manera se producirá una suerte de dislocación “del vocabulario comúnmente establecido” que se hará presente en algunas propuestas innovadoras de gran calidad presentadas en los numerosos concursos convocados, que no correspondían justamente a los proyectos premiados. De no menor importancia fue el impacto que provino de la Renovación universitaria que apuntaba a la formación de arquitectos orientados a resolver las apremiantes necesidades sociales.

La arquitectura desarrollada durante la década de los ochenta, objeto central de la Bienal, a la que Niño Araque dubitativamente considera como “¿Una alternativa?” es rescatada a través de aquellos casos “que difunden concretamente la disciplina como un hecho autónomo y artístico”. Tras el debilitamiento de los espacios donde se puede formar y desarrollar la cultura arquitectónica, serán el taller, los medios escritos, los concursos o las conferencias aisladas, los lugares donde se incube “nuestra arquitectura progresista”, dotada de un particular talante crítico que “con sus riesgos” asume otra posibilidad. Dentro de este sesgo se distinguirán Jesús Tenreiro, Gorka Dorronsoro, Max Pedemonte, Oscar Tenreiro, Pablo Lasala, Gustavo Legórburu o Carlos Gómez de Llarena quienes con su actitud rechazarían “afrontar la propia crisis con remedios interdisciplinarios … pues no esconde en los acontecimientos políticos y tecnológicos la actividad creativa” de acuerdo a lo que propugnaba la crítica marxista de los años sesenta.

Así, “al ‘Potenciar’ los instrumentos propios del conocimiento arquitectónico, se puede identificar durante los últimos años, una línea crítica y reflexiva que no pretende agotarse en los límites de un trabajo concreto, sino que aspira introducir los factores espaciales en el marco más general de una reflexión sobre la identidad artística y los propios instrumentos que la arquitectura puede desarrollar.”

3. Cuatro de las obras participantes en la VIII Bienal Nacional de Arquitectura. Arriba izquierda: Complejo Cultural Teresa Carreño de Dietrich Kunkel, Tomás Lugo y Jesún Sandoval. Arriba derecha: Torre Británica de Bernardo Borges, Francisco Pimentel y Jacobo Koifman. Abajo izquierda: Villa Bermeja (premio nacional en la categoría de vivienda multifamiliar) de Julio Maragall y Miguel Carpio. Abajo derecha: La casa de mi madre de Joel Sanz.

Es a través de esta lente que Niño Araque invita a mirar la producción arquitectónica de los años ochenta y en particular el cuantioso número de proyectos entregados para la Bienal de entre los cuales rescata justamente el trabajo ganador: “El Plan de Recuperación Urbana. Metro de Caracas” a cargo de Max Pedemonte y la División de Arquitectura de dicha compañía, que se alzó con el Premio Nacional de Arquitectura. El jurado calificador que evaluó “todas las obras inscritas concluidas o en proceso de ejecución (etapa de acabado) y realizadas en el territorio nacional”, estuvo compuesto por José Miguel Galia, Leszek Zawisza, Fruto Vivas, Gustavo Legórburu y Celina Bentata y la institución otorgante fue el CONAC.

La idea de saldar los años 80 a raíz de la ausencia durante siete años de Bienales, coincide con el vacío que también se registra en la aparición de la revista Punto la cual, entre 1983 y 1997 sufrió un importante salto que luego permitiría, con la aparición en 2000 del número 68, dar cuenta (con las limitaciones del caso) de lo acontecido en ese dilatado espacio de tiempo y particularmente de la década en cuestión, momento en que eclosiona con algo de retardo la posmodernidad en el medio arquitectónico venezolano, se toma conciencia de la importancia de la memoria, se reflexiona en torno a la noción de lugar y se lleva a cabo una importante recuperación del espacio urbano en la ciudad de Caracas.

Una de las consecuencias más notables derivadas de la realización de la VIII Bienal fue la recomendación que se elevó al CONAC de otorgar el Premio Nacional de Arquitectura anualmente, ya no tanto a una edificación sino a la trayectoria de un individuo, a fin de equiparar el reconocimiento de la disciplina como expresión artística al de todas aquellas que ya para entonces estaban incluidas. El CONAC asumió favorablemente la recomendación y los Premios Nacionales de Arquitectura se han venido otorgando, anualmente, desde 1987 a la actualidad. La segunda recomendación emanada de la VIII Bienal fue que la siguiente se realice por selección a fin de darle el adecuado marco museográfico a una muestra que premia la calidad dentro de la cantidad. Dicha recomendación fue recogida por el noveno evento celebrado en 1998, once años después.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal , 2 derecha (arriba y abajo) y 3 abajo (izquierda y derecha). Colección Crono Arquitectura Venezuela.

  1. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

2 izquierda. https://www.pinterest.com/pin/451134087665612073/ (La Historia de Venezuela)

3 arriba izquierda. https://www.archdaily.co/co/966101/el-teatro-teresa-carreno-en-caracas-una-historia-personal-de-dietrich-kunckel

3 arriba derecha. https://prodavinci.com/caracas-brutalista/ (Archivo Fotografía Urbana)

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