¿SABÍA USTED…

… que en julio de 1963 aparece el primer número de la revista TALLER ?

1. Portada del nº 1 de la revista Taller, julio 1963

Con apenas una diferencia de poco más de dos años desde el lanzamiento de la revista PUNTO como estandarte de la Extensión Cultural de la FAU UCV, TALLER puede ser considerada como la primera publicación periódica estudiantil de arquitectura de carácter formal que surgió en el país y quizás una de las de mayor duración, salvedad hecha de entre rayas, que si bien aparece en 1992 como iniciativa de Esperanza Zamora, Carlos Espejo y Jesús Yépez cuando eran cursantes de la Escuela de Arquitectura de la UCV, se ha mantenido hasta hoy orientando su perfil al medio profesional con Yépez como editor y cabeza del Grupo Editorial que la tiene como su principal producto.

TALLER da sus primeros pasos contando con un Comité de Redacción conformado por Jorge Soto Nones, Nunzio Sassano, Luis Quirós Badell, Alfredo Vera y José Mena quienes hacen la salvedad de que se trata de “una publicación del Taller de Arquitectura ‘Taliesin La Floresta’, Caracas”, clara señal de que se trataba de un grupo que creía en el trabajo en equipo, que tenía en la figura de Frank Lloyd Wright su principal referente y en la enseñanza bajo la modalidad de taller que éste impartía en las instalaciones ubicadas en Wisconsin, su modelo.

No es casual, por tanto, que el logo que identifica la publicación tenga la denominación TALLER como protagonista (elaborada con una tipografía si se quiere artesanal pero hecha con suma precisión), contando como telón de fondo con un dibujo de la planta de techos de los talleres de composición de la FAU UCV. Tampoco es accidental que la portada del primer número esté presidida por una muy buena fotografía del maestro norteamericano que acompaña a su vez el principal artículo del ejemplar titulado justamente “Frank Lloyd Wright: El Titán de Taliesin”, firmado por Jorge Soto Nones, presentado al concurso promovido por Antonio Granados Valdés desde la División de Extensión Cultural de la FAU UCV en marzo de 1963, señales todas de la admiración que el grupo sentía por Wright a modo de contrapeso a la preponderancia que tuvo la figura de Le Corbusier por aquellos años en la formación de arquitectos.

El editorial, titulado “La marcha se demuestra caminando…”, denota a las claras la expectativas que se abrían tras el comprometedor emprendimiento y el convencimiento de que los logros se alcanzan tras el hacer. Los promotores de TALLER expresarán lo siguiente: “Conscientes de la necesidad de la existencia de un órgano divulgativo dentro del cual tengan cabida los trabajos y opiniones de los estudiantes de arquitectura relacionados con las diversas materias del pensum de estudios, iniciamos con la presente edición, nuestra contribución a un mejor y más amplio órgano de esta índole, en el futuro. (…) No pretendemos haber logrado lo mejor con éste y con los siguientes números de esta publicación, pero hemos querido dar el primer paso de una trayectoria que esperamos sea prolongada, dependiendo de la aceptación y colaboración que nos dispensen nuestros compañeros de aulas, así como de la valiosa orientación que recibamos de los profesores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, de quienes esperamos recibir opiniones y juicios críticos de todas y cada una de nuestras ediciones.”

Exponen los editores, como es común en estos casos, la pretensión de hacer de TALLER un proyecto de largo aliento, de convertirlo en lugar de confluencia de todo cuanto académicamente se produzca en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la aspiración de contar con la mirada atenta, crítica y orientadora de quienes los van formando. 

Realizada tomando en consideración todas las pautas que debe seguir una publicación periódica, el nº 1 de TALLER, constituido por 8 páginas, está diagramado cuidadosamente mostrándose su portada como ejemplo de lo que sus jóvenes editores habían aprendido durante su formación en cuanto al cuidado que debe tenerse a la hora de modular y componer una hoja en blanco de 21,5 x 29 cms, ligeramente mayor al tamaño carta el cual es su referencia. Así, la carátula está dividida horizontalmente en dos partes iguales y la superior a su vez en otras dos, donde el rectángulo de arriba, separado del resto por una gruesa línea roja, se divide a su vez en dos: a la derecha en sentido vertical se ubica el espacio donde aparece el “Sumario” y el espacio restante en sentido horizontal se segmenta en dos partes: la superior que contiene todo lo necesario para identificar la revista: denominación y logo (que ocupan el segmento de arriba) y la inferior dividida en dos franjas iguales, correspondiéndole la superior a presentar el Comité de Redacción y la inferior a remarcar el espíritu de equipo que lo anima, dejando a la derecha un cuadrado en el que aparece la fecha y el número del ejemplar. La segunda franja, que abarca el resto de la parte superior de la página, se destina al Editorial.

La mitad inferior de la portada  se dedica a mostrar el encabezamiento del artículo central del número. En general el ejemplar se diagrama verticalmente con base en tres columnas que se van acoplando a las necesidades del contenido lo cual puede notarse con claridad al revisar el interior. Esta pauta se conservará hasta el nº 18 (mayo 1966) cuando se altera el diseño de la portada y se cambia la tipografía que identificaba la revista. La diagramación interna a tres columnas, sin embargo, permanece inalterada hasta el nº 21 (noviembre 1966) el cual marca el fin de la etapa más fructífera de la revista.

2. Trabajos estudiantiles publicados en el nº 1 de la revista Taller

El artículo central dedicado a Wright está acompañado con la presentación de trabajos estudiantiles elaborados en los talleres de composición, conformando un material valioso para tomar el pulso de los temas y enfoques de la enseñanza del momento.

El primero corresponde a un ejercicio que consistió en realizar una “Estructura en papel” ejecutado por el joven Rafael Jiménez en 1961 mientras cursaba el 2º año en el Taller Zubizarreta, utilizando el papel y sus posibilidades de plegado como excusa para realizar una cubierta similar a la de las estaciones del Teleférico de Caracas.

El segundo corresponde a otra experiencia y está conformada por una especie de combinación entre el texto titulado “¿Qué es la normalización?” firmado por T. Viera. E. Badell y G. Redondo, el cual se acompaña con la presentación del diseño de dos “Viviendas obreras” realizadas en 1962, mientras cursaban 5º semestre en el Taller Chávez dentro del grupo Pons, los estudiantes Luis Quirós Badell (“Conjunto de viviendas ampliables desde dos hasta cinco habitaciones”), y Nunzio Sassano (“Conjunto de 96 viviendas obreras”).

Cierra este primer número de TALLER un curioso y podríamos decir que hasta simpático texto elaborado por José Jesús Salcedo Figueroa que bajo la sección “Recortes de prensa” titula “Estudio de la palabra ‘Mezzanina’ ”. Salcedo, luego de determinar las raíces italianas del término en cuestión, aboga por el buen empleo de la lengua castellana buscando sustituir el uso de dicho italianismo por el de la palabra “entresuelo”. Con el tiempo, al menos entre los arquitectos, podemos afirmar que esta cruzada emprendida por Salcedo, teniendo todo el sentido del mundo, fracasó.

La experiencia de TALLER, analizada y trabajada con mucho tino por Ricardo Maspons en “Una historiografía de ‘Taller’ 1963-1978: revista de los estudiantes de arquitectura (FAU-UCV)”, Trabajo de Grado para optar al Grado Académico de Magister Scientiarum en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo, Universidad Central de Venezuela, se alargó por 15 años y como ya adelantamos se convirtió en referencia dentro del medio editorial estudiantil. Su periodicidad varió, pudiéndose detectar durante el primer año la salida de tres números; en 1964 la aparición -bimestral- de hasta seis (del 4 al 9), otros seis en 1965 (del 10 al 15) y seis más en 1966 (del 16 al 21), produciéndose un salto, originado seguramente por la terminación de los estudios del principal grupo promotor y de quienes continuaron su tarea, que lleva a la aparición de un solo número en 1969 (el 22), y el último (el 23), nueve años después (con los convulsos años de la Renovación Académica de por medio), como intento de sobrevivir como órgano de difusión estudiantil, en 1974. Ya para este momento la revista “es el órgano de difusión científico cultural de los estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U.C.V.”

3. Portadas de los números 2 y 9 de la revista Taller de septiembre 1963 y noviembre 1964, respectivamente
4. Portadas de los números 15 y 21 de la revista Taller de noviembre 1965 y noviembre 1966, respectivamente

TALLER se autocalifica a partir del nº 2, como “órgano bimensual de los estudiantes de arquitectura Universidad Central de Venezuela” sin renunciar su Comité de Redacción a identificarse como “del taller de arquitectura ‘taliesin de la floresta’ ”. Va aumentando progresivamente el número de páginas pasando de las 8 del nº 1 a 12 en el 2. El nº 3 alcanzará 14 (y marcará el inicio de la incorporación de publicidad), 16 el 4, 20 el 5, 22 el 6 (donde aparece la figura de “Delegados” como parte de la redacción), 24 el 7, 26 el 8, 50 el 9 (momento en que el Comité de Redacción desaparece de la portada pasando al interior), regresando a 20 en el 10, aumentando de nuevo a 34 en el 11 y llegando a su máximo tope con el nº 16: 76 páginas. Así como aumenta el número de páginas también crece la cobertura de eventos y se diversifican las informaciones.

Los primeros 15 números buscan centrar la atención en alguna figura internacional de la arquitectura, dedicándose tres de los que aparecen en 1965 (13, 14 y 15) a Le Corbusier con motivo de su fallecimiento. El noveno se centra en el V Congreso Panamericano de Estudiantes de Arquitectura, variando los intereses del número 16 al 23.

También es bueno saber que a partir del nº 11 su Comité Editorial fue variando en la medida que sus integrantes se fueron graduando y que fue incorporando paulatinamente la colaboración de profesores en la elaboración de contenidos, los cuales fueron dejando de lado el registro de trabajos de diseño y abriéndose a la incorporación de textos reflexivos, transcripciones e información de apoyo técnico.

5. Portadas de los dos últimos números de la revista Taller: 22 de abril 1969 (izquierda) y 23 de 1974 (derecha)

Con el nº 22 (1969, 55 páginas), según ya adelantamos, se incorporan modificaciones notables en la línea editorial de TALLER que, tras casi tres años de discontinuidad, presagia los cambios que están fraguándose y que culminarán con la Renovación Académica. Aparecen textos, entre otros, de Juan Pedro Posani, Graziano Gasparini, Francisco De Venanzi, Henrique Hernández y Samuel Pieters así como el artículo «La vivienda no es una casa de Reyner Banham. Además, los articulos que lo integraban fueron impresos sueltos insertos en un sobre tipo “manila” con el nombre «Taller», buscando agilizar la impresión acercándose a la apariencia de un periódico de ágil distribución, importante en medio del clima renovador que imperaba. Valga para dar fe de ello los últimos párrafos del Editorial (utilizado como portada) a cargo de los Coordinadores de la revista para el momento, Hugo Manzanilla, Leonel Requena, Javier Rodríguez y Henrique Vera: “La historia de la arquitectura podría mejor considerarse como la historia de los arquitectos y sus criterios. (…) Es una historia fruto de considerar la arquitectura como algo que tiene vida aislada, de considerar la obra arquitectónica con una razón de ser en si misma. La historia de la búsqueda de una realidad arquitectónica y no la historia de la solución de un problema básico del ser humano, la historia de unas definiciones, no de unas soluciones. (…) Es necesario entonces separarse de la tradición, aislarse de la historia, negar los personajes, abandonar los llamados padres de la arquitectura y considerar el mundo con una nueva visión, estructurar la profesión en base a su utilidad y no a su interpretación. (…) Probablemente enterrar una historia sea doloroso, incluso desconcertante pero es la única vía para entender el futuro de una profesión que no debería tener historia, sino confundirse con la realidad y pasar a pertenecer a ella». Y, para concluir, dejemos plasmado parte del Editorial del nº 23 (1974, 28 páginas) coordinado por Víctor Houtman y Miguel Coronado con portada diseñada por Miguel Acosta, en momentos en que ya el vendaval había pasado dejando importantes huellas de las cuales los estudiantes acusaban recibo: “La acción juvenil es un acto esencialmente revolucionario. Cada generación más tarde o más temprano se encuentra con este hecho y asume su responsabilidad o simplemente lo traiciona. (…) Se retoma Taller, antigua publicación estudiantil de la FAU, en un acto de responsabilidad al tomar conciencia de la importancia que representa la continuidad de los procesos en el tiempo … (…) Surge ahora como herramienta de trabajo, como palestra de luchas, como medio para informar, intercambiar, dirigir. Surge para fijar ideología y formar opinión que nos permita cumplir dignamente la tarea de ser los agentes profundamente creadores del cambio, hacia una arquitectura que plantee nuevas relaciones entre los seres humanos, nuevas relaciones con su naturaleza, nuevas relaciones de acuerdo a las aspiraciones más justas. (…) Una arquitectura que absorba y trascienda el mito de lo moderno. Arquitectura que sea capaz de entender el problema real de nuestros pueblos.”

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

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