ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 146

La labor desarrollada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) desde que en 1966 toma el testigo dejado por la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA), ha estado caracterizada por el permanente dilema que lo obliga a comportarse como garante de los derechos de un gremio siempre a la sombra de la ingeniería y a su vez como promotor del debate que suscitan lo profesional y lo disciplinar, velando en lo posible por lograr la mayor participación de sus agremiados en el desarrollo de la ciudad y en el diseño sus edificaciones más relevantes.

Así, persiguiendo una siempre esquiva e inalcanzable Ley de Colegiación, tras la quimera de tener algún día una sede propia que a su vez se convierta en obra referencial, auspiciando la realización de concursos, convocando periódicamente la participación a través de bienales a la mejor arquitectura realizada en el país, organizando eventos de muy diferente tenor, propiciando y cuidando las relaciones con sus pares a nivel internacional, velando por la incorporación de la provincia y buscando las vías para hacer visible a través de diferentes medios sus actividades, de las que siempre se ha esperado una mayor contundencia a la hora de tomar la bandera por exigir mejores condiciones de trabajo, mayor reconocimiento del rol del arquitecto, mejor arquitectura y menor impunidad en el desempeño de quienes tienen en sus manos el devenir urbano tanto desde el sector público como desde el privado, las diferentes juntas directivas que han pasado por el CAV han buscado cada una dejar una huella que con el pasar del tiempo permita ser reconocida.

Se podría decir que, luego de unos primeros años importantes donde se sentaron las bases de lo que hoy es el CAV en los que se delinearon las líneas maestras de sus actividades fundamentales, para quienes han aspirado y aspiran asumir la responsabilidad de dirigirlo siempre existe el mismo plan de trabajo, la misma agenda. La diferencia consiste en el énfasis y prioridad que se le den a las numerosas carencias y deudas contraídas en el tiempo aún sin subsanar para lo cual se requiere, además, contar con un equipo comprometido y una capacidad gerencial y de liderazgo comprobada. También es bueno reconocer que, con el transcurrir de los años y en vista de la ineficacia o desenfoque muchas veces demostrada por quienes han encabezado el CAV, se ha logrado acumular una buena dosis de desconfianza, escepticismo y predisposición desde unos agremiados que, valga decirlo, no se han caracterizado particularmente por su espíritu participativo convirtiéndose la tarea de dirigirlos en una labor muy ingrata.

Sin pretender llevar a cabo un balance de casi 53 años de vida de la entidad se pueden detectar momentos que pasan a ser claramente reconocibles en la medida que se mira hacia atrás por los objetivos y logros alcanzados. Por ejemplo, ha habido directivas que se recuerdan mayormente por su empeño en hacer del colegio un ente autónomo con identidad propia, otras por darle el mayor empuje a la realización de concursos, algunas por empecinarse en lograr el rescate en la periodicidad de los órganos divulgativos, las convocatorias a bienales o la realización de eventos importantes para potenciar una posible proyección nacional e internacional. Pero si hay alguna constante en todas ellas esa ha sido el convertir el mes de julio, cuando se conmemora su creación, en momento para llevar a cabo memorables encuentros, organizar ambiciosos programas o en todo caso realizar importantes esfuerzos por dar señales de vida aunque sea sólo una vez al año.

A la junta que dirigió el Colegio entre 2006 y 2012, sin que con ello queramos emitir un juicio de valor, se le debe reconocer, entre otros, el esfuerzo por rescatar en 2010, tras 14 años de silencio, la revista CAV de la que alcanzó publicar en un período de tres años hasta seis ejemplares. También la podemos recordar por organizar, con motivo de la realización Mes de la Arquitectura del año 2010 y como homenaje a la labor gremial del Arq. Julio Coll Rojas, conjuntamente con la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, la Universidad Simón Bolívar y el Espacio Capuy, una ambiciosa exposición que buscaba recoger la arquitectura realizada en el país a lo largo de cincuenta años, intentándose en cierta forma reivindicar las obras y arquitectos que empezaron a surgir a partir de la caída de la dictadura perezjimenista.

5 Décadas de Arquitectura Venezolana, a caballo entre una antología dado el amplio espectro temporal que buscaba cubrir y una bienal al convocar de manera abierta hasta las más recientes realizaciones, sin mayor claridad entre el peso que dentro de la muestra debía tener la obra pública (apabullada en general por la actividad privada), se convirtió, tal y como se recoge del nº 56 de la Revista CAV, “en una exposición única en tanto se organizó estrictamente según el año de graduación de los arquitectos con el ánimo de estimular la sana confrontación y dejar registro de la variedad de las propuestas de acuerdo a los diversos momentos en los que ha ejercido cada uno de los profesionales presentes”.

Las bases que regían la participación precisaban a cada participante la elaboración de un panel, de dimensiones preestablecidas y uniformes, donde debía cobrar particular relevancia un breve “texto reflexivo” a través del cual expresara su pensamiento y postura ante el ejercicio de la arquitectura en Venezuela, dentro de un discurso siempre en vías de enriquecerse. También, con la incorporación de una fotografía del autor se buscaba dar identidad y sentido humano a lo presentado lo cual consistía fundamentalmente en croquis, planos e imágenes de las obras las cuales podían haber sido construidas o quedado a nivel de proyecto.

Al momento de su apertura, podría decirse que la arquitectura nacional acusaba el impacto de una disminución tangible en la actividad profesional lo cual apuntaba a que apareciera un cambio de actitud ante la manera tradicional de llevar a cabo el ejercicio y una revisión del rol del arquitecto en una sociedad caracterizada por una difícil situación política, social y económica. A ello se sumaba la aparición de diversos protagonistas y la insurgencia de nuevas generaciones y con ellos nuevas técnicas de representación y manejo de diferentes fuentes de información que ponían de relieve la globalización como proceso indetenible. Pensar que se vivía (y aún se vive) una etapa de transición, que marcó el paso de un país pujante a un país ralentizado, no deja de ser una buena oportunidad para volver a apostar desde el ahora hacia un futuro que se avizora diferente y en el cual las nuevas generaciones tienen mucho que decir.

Los organizadores del evento vieron en cierta medida frustrado el esfuerzo ante la escasa convocatoria que tuvo la cual, como ya se dijo, no pasó de los cincuenta expositores. “Sin embargo -apuntarán- (su realización) abre un compás esperanzador hacia otras muestras que la superen en cantidad de participantes y en la necesaria reflexión sobre el ejercicio de la profesión y la urgencia por desplazar la apatía en nuestro gremio”. En 2011, también durante el mes de julio, en este caso en reconocimiento a la labor gremial y crítica de Arq. William Niño Araque (fallecido a finales de 2010), las mismas instituciones en el mismo espacio organizaron una segunda versión de 5 Décadas de Arquitectura Venezolana que tampoco alcanzó los niveles de participación esperados. Ello quizás hizo desistir a los promotores en seguir realizando nuevos esfuerzos que con mayor insistencia y claridad de metas quizás pudieron haberse institucionalizado y generado un importante banco de documentación con el que sabemos siempre es importante y necesario contar en nuestro país, vacío que más recientemente se ha intentado llenar con el rescate de las Bienales Nacionales de Arquitectura y se complementa con la perseverante tarea realizada por la revista entrerayas.

ACA

Procedencia de las imágenes

https://imagenes-urbanas.blogspot.com/2010/07/5-decadas-de-arquitectura-venezolana.html

Colección Crono Arquitectura Vnezuela

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