
Con la Exposición Universal de Shanghái, la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE, según sus siglas en inglés), pone en práctica por primera vez su nuevo sistema de clasificación de eventos de este tipo de acuerdo con la Enmienda del 31 de mayo de 1988 (vigente desde el 19 de julio de 1996) a la Convención relativa a las Exposiciones Internacionales, según la cual se abren dos categorías: las denominadas “Exposiciones Internacionales Registradas” término equivalente tanto para las “Exposiciones Universales” o “Exposiciones Mundiales” cuya duración oscilará entre las 6 semanas y los 6 meses, estarán espaciadas no menos de 5 años, podrán tener un área superior a las 25 hectáreas y las reglas de construcción del pabellón de cada Estado participante se deberán fijar en el reglamento general de cada evento, lo que implica que los Estados participantes no están obligados a construir su propio pabellón a menos que así se indique en el reglamento general; y el resto de las “Exposiciones Internacionales Reconocidas” con una duración mínima de 3 semanas y máxima de 3 meses, que deben tener un tema especializado y una superficie por la que puede extenderse de un máximo de 25 hectáreas.
También en Shanghái se presenta por primera vez la oportunidad de que un país asiático distinto a Japón organice un evento de esta envergadura, oportunidad que sirvió a la pujante China para mostrarse una vez más ante el mundo, luego de la exitosa realización de los Juegos Olímpicos en Beijing en 2008 (su primer gran escaparate internacional), como una de las potencias económicas más poderosas del planeta.
Ubicada en un recinto de 528 há de superficie entre las dos riberas del río Huangpu (el distrito de Puxi -orilla norte- y el de Pudong -orilla meridional-), con los puentes Nanpu y Lupu conectando ambas orillas, aproximadamente a 6 kilómetros al sudoeste del centro turístico y económico de la ciudad de Shanghái, en la Expo participaron 192 países de los cinco continentes (China incluida) y 50 organizaciones internacionales, convirtiéndose, por sus dimensiones y por la cantidad de países participantes y de personas que la visitaron, en la exposición internacional más grande de todas las celebradas hasta ese momento. Estuvo abierta del 30 de abril al 31 de octubre de 2010.
El tema de la Expo fue “Mejor ciudad, mejor vida” y expresó, según sus organizadores, “el deseo común de todas las sociedades de contar con núcleos urbanos acordes con una vida moderna, de bienestar y desarrollo sostenible”. Cada país, organización internacional o nacional y empresa participante fue invitado a exponer su punto de vista particular, desde su propia idiosincrasia y experiencia, sobre este tema y a dar ejemplos e iniciativas de cómo resolver los problemas que atañen a las ciudades de todo el planeta. Para ello se dividió el tema central en cinco aspectos o subtemas principales: Convivencia multicultural en la ciudad, Prosperidad económica en la ciudad, Innovación científica y tecnológica en la ciudad, Remodelación de las comunidades en la ciudad e Interacción entre las áreas urbanas y las rurales.
Venezuela aprovechó la ocasión para presentar una vez más un pabellón propio que se encargó a la firma Baudoin Arquitectos, siendo los profesionales responsables del proyecto (realizado en 2009) Facundo Baudoin y Esteban Karpat (egresados de la USB), quienes contaron con la colaboración de Benjamín Reyes. La estructura, instalaciones eléctricas, mecánicas y sanitarias estuvieron a cargo de Baudoin Arquitectos y VMC Constructions, siendo esta última firma quien llevó a cabo la construcción. El área del terreno asignado fue de 3.000 m2 y el área de construcción de 2.900 m2. Fue inaugurado el 2 de mayo de 2010.
El proyecto, alineado con el cambio en el orden del lema del evento decidido por quienes promovieron la participación nacional (en lugar de “mejor ciudad, mejor vida” se buscaba reflejar “mejor vida, mejor ciudad”), como siempre ha sido, intentó servir de vehículo para promover aquellos aspectos que se consideran más significativos del país, dándole cabida en su contenido a manifestaciones de diversa índole que cumplieran con tal cometido.

Por su parte, el contenedor, tal y como se recoge en http://baudoinarquitectos.blogspot.com/2012/09/pabellon-venezuela-expo-shamghai-2010.html, tras “la inversión del término por el de mejor vida, mejor ciudad, asumida (…), aborda la idea de ciudad como producto del ejercicio del habitar del hombre, reflejo de su cultura y de la construcción social. Aquí la ciudad se recrea en la dinámica política de la construcción del lugar, siendo tan diversa como sus culturas y contra culturas, pasando de la ciudad discontinua, compuesta de áreas a ser atendidas y guetos, a las ciudades continuas, sustentadas en relaciones democráticas, capaces de recrearse”.
La posibilidad de entrar en contacto con “los distintos tipos de ciudades que conforman nuestra geografía”, permite establecer una continuidad temporal y espacial que le da sentido a la escogencia del “símbolo del infinito representado en la botella de Klein (como) elemento formal capaz de manifestar la diversidad de iconos históricos, tecnológicos e identitarios de la geografía venezolana”, dando como resultado “un edificio que se pliega sobre sí mismo dentro de un recorrido continuo”.
De esta manera, “el recorrido del pabellón transmite esta noción de ciudad, comenzando con el bastión militar en el acceso principal que a su vez enmarca la escalinata testigo del ascenso al barrio caraqueño y a través de la cual se llega al hall de entrada y espacio multimedia. Desde allí se pasa a una galería que rodea el patio central del edificio a manera de un Shapono Yanomani. A continuación encontramos el auditorio, referente de la churuata Yekuana en el que destaca la presencia de su columna central, árbol de la vida, imagen de la relación del hombre con el universo. Delineando el auditorio se accede al último espacio de exposición antes de llegar a las áreas exteriores, este espacio vuelca a través de un balcón sobre el acceso al pabellón, y marca de esta forma el punto de partida al exterior. En las áreas exteriores, se encuentran: la plaza Bolívar, en la parte baja, símbolo de la ciudad venezolana y articulada a ésta, a través del techo jardín, el espacio de terraza, que de manera irónica retoma el planteamiento Corbusiano entendiendo, ahora sí, la ciudad como la cuna del hombre nuevo”.
La presencia de Venezuela en Shanghái dio la oportunidad de mostrar al mundo el cambio de aires en la concepción y conducción del país, en la interpretación de su historia y en la manera de relacionarse y promocionarse a nivel internacional tras 10 años de gobierno “bolivariano”, prevaleciendo un mensaje ideológico que impregnaba todas y cada una de las muestras presentadas, los mensajes de promoción que se enviaban a través de diversos medios de comunicación y el discurso mismo de los arquitectos proyectistas. El edificio que nos representó, cargado de intenciones y justificaciones que permitieran comprender su solidez ajena a toda vocación efímera, morfología, concepción espacial y sentido que cobraba la manera de recorrerse, es mucho lo que denota de las preocupaciones formales de sus autores y poco lo que aporta en el terreno de la sostenibilidad y manejo de las nuevas tecnologías, remitiéndonos a una imagen, si no anacrónica, más propia de una cierta modernidad a la que paradójicamente buscaba anteponerse con sarcasmo, alejándose así de la senda precedente marcada por Henrique Hernández y Ralph Erminy en Sevilla (1992) y Fruto Vivas en Hannover (2000) obras, ambas, basadas en un relato donde que apelaba más a lo demostrativo que al exceso de palabras.
ACA
Procedencia de las imágenes
Todas. http://baudoinarquitectos.blogspot.com/2012/09/pabellon-venezuela-expo-shamghai-2010.html