Algo más sobre la postal nº 40

Postal 040

De acuerdo a lo que hemos podido indagar, Tauro 13, “revista de arte y arquitectura” que “sale cada seis semanas”, es, después de Taller, la segunda publicación periódica de carácter estudiantil en aparecer dentro de la comunidad de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. Impulsada por grupos con intereses diferentes en lo académico y en lo político, el que se puso al frente de Tauro 13, bajo la dirección de Víctor Álvarez Brunicardi, y la compañía de Aminta Calonge, Joseba Pontesta y Enrique Maio en el Comité de Organización, asoma desde un principio un carácter plural y amplio en lo referente a la incorporación como colaboradores a los estudiantes Jorge Ortiz, Maritza H. de Irribarren, Leopoldo Sierralta, Bernabé Ruiz, Rafael Irribarren y Ramón León, y los profesores Luis Manuel Trómpiz, Julio Riquezes, Paco Bermúdez, Oscar Tenreiro Degwitz y Pedro Sosa Franco.

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Tauro 13, nº 1, octubre-noviembre 1964. Página de créditos

Diagramada por Gerónimo Puig Gómez y Víctor Álvarez Brunicardi en formato cuadrado de 20 x 20 cms e impresa en Editorial Latina C.A., los promotores de Tauro 13, a través de un texto cuya redacción trasluce un claro aroma estudiantil, se proponen en su primer editorial, convertir la revista en un medio de difusión de trabajos sobre arquitectura con énfasis en lo técnico y lo divulgativo pretendiendo referirse a ella “hablando como hombres y como artistas, en plan apolíneo y en son fáustico”. Y continúan: “El primero de los aspectos lo tomaremos cuenta habida de que la producción arquitectónica tiene sus aspectos formales, sus concretas líneas limitadoras y vuela más allá de la mirada, y lo que es más: entre esa urdimbre de líneas que hacen masa con sentido práctico, se esconden vacíos INÚTILES que sugieren vértigos indecibles, valorables en mundos estéticos superiores”.

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Tauro 13, nº 1, octubre-noviembre 1964. Editorial

No dejan tampoco quienes están al frente del proyecto editorial de aventurar definiciones que apuntan a perfilar la arquitectura en cuanto a esencia y en cuanto a la visión que sobre ella se tiene. Por un lado, “la Arquitectura tiene un valor pragmático que de suyo produce sugerencias artísticas, y de allí su maravilla, su utilidad gloriosa”; por el otro “la arquitectura a que nos referimos en esta revista no estará separada al deber de tomarla en función social y en aspiración creadora. Sabemos que el arte atraviesa por un período de renovación ardiente; que sobre los restos de una época concluida estamos fabricando una alegre corriente, la cual en mocedad apenas, no podrá ser reconvenida a que explique sistemáticas y dé perfecciones”.

A tono con una época signada por el cuestionamiento de statu quo que busca deslastrarse de las rémoras que ha dejado un siglo plagado de conflictos y de una educación que debe renovarse y prestar mayor atención a lo social, el mensaje que se dirige al estudiante de arquitectura es claro: “Tocaremos siempre el aspecto del estudiante de arquitectura y su deber, porque nadie más que él debe estar vigilante a la indiosincrasia (sic) que aparece en el espíritu de la juventud, que día a día perfecciona sus conocimientos de lo social y lo humano, que hora a hora advierte el ruido de la dinámica que nunca para de manifestar su rumor y el eco de sus transformaciones. (…) El estudiante de hoy, más que nunca tiene al lado de sus deberes de escolaridad, los supremos de comprender la verdad de toda la programática social, en nuestros días más dramática que nunca, debido al crecimiento de las poblaciones y a las realidades económicas impresionantes”.

El contenido del número 1 de Tauro 13 podríamos decir que se queda corto con relación lo expuesto en su a ambicioso y comprometido editorial. Presenta en total tres trabajos: dos estudiantiles y un anteproyecto de uno de los profesores colaboradores (“Vivienda en Alto Hatillo” de Pedro Sosa Franco), lo cual ya deja mucho que desear en cuanto a la claridad de a quién debería estar dirigida fundamentalmente la revista.

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Tauro 13, nº 1, octubre-noviembre 1964. Página interior

Los trabajos estudiantiles muestran visiones muy diferentes en lo programático y afines en el énfasis en lo tecnológico lo que quizás permite hablar de amplitud en cuanto lo que ofrece la publicación. El primero de ellos es una “Unidad de vivienda prefabricada para uso provisional” del joven Leopoldo Sierralta, cursante del VI Semestre, realizado en 1963 en el Taller Vegas, bajo la conducción de los profesores Américo Faillace y Oscar Tenreiro. Su presentación, que ocupa 12 páginas viene acompañada de una memoria, planos y dibujos con el despiece del sistema y explicación del montaje de los elementos que lo constituyen.

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Tauro 13, nº 1, octubre-noviembre 1964. Página interior

El otro trabajo, que ocupa 6 páginas, corresponde a Jorge Ortíz. Realizado para VI Semestre en el Taller Tobito, se trata de un “Edificio para una compañía de publicidad” cuya presentación incluye una memoria y los planos de arquitectura.

Cierra la revista, que tiene un total de 26 páginas, con una nota dedicada a reseñar la más reciente promoción de egresados que llevó por nombre de “Julián Ferris h.”, primer decano de la FAU de la era democrática.

Tauro 13 apareció sólo cuatro veces a lo largo del año 1964 y comienzos de 1965. Sufrió del síndrome que aqueja de manera crónica a casi todas las publicaciones periódicas de arquitectura en nuestro país provengan ellas del ámbito académico o del profesional, caracterizado por la discontinuidad y la corta vida.

ACA

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